Alberto Núñez Feijóo ha sido intervenido este miércoles tras un desprendimiento de retina. Por ello deberá permanecer varios días en reposo, pero irá recuperando la visión de forma progresiva. 

Es uno de los problemas más graves que puede tener el ojo: si no se trata en días puede causar la pérdida parcial o total de la visión. 

Afecta anualmente a una de cada 10.000 personas, es decir, unas 4.700 personas en España lo sufrirán cada año. El riesgo es mayor para las personas mayores de 40 años y las que tienen miopía.

Aunque padecer cataratas (otro problema frecuente de la visión en población envejecida) se asocia con el desprendimiento de retina, en realidad este riesgo es solo ligeramente superior al del resto de la población.

Los traumatismos oculares también son una causa frecuente de desprendimientos de retina.

Los primeros síntomas de la enfermedad suelen ser la presencia de manchas (las famosas 'moscas') en nuestra visión, pero también pueden darse fogonazos, visión acuosa o borrosa en el centro.

Esto no quiere decir que toda persona con 'moscas' en el ojo vaya a sufrir desprendimiento de retina: es algo bastante común, en realidad.

Cuando la retina ya se ha desprendido, una parte de nuestra mirada tiene una sombra, que puede extenderse con el paso del tiempo y que requiere una intervención rápida.

Rellenar el ojo de gas

¿Por qué ocurre esto? La retina es la membrana interior del ojo que recibe las imágenes y las envía al cerebro a través del nervio óptico. 

Ocupando el interior del globo ocular está el humor vítreo, una sustancia gelatinosa que rellena el ojo y lo hace tener su forma esférica. 

Este gel tiene puntos de fijación con la retina, pero a medida que envejecemos va perdiendo su forma y se encoge, lo que puede provocar desgarros en la retina.

Al quedar desgarrada, el vítreo puede atravesar la retina y comenzar a llenar el espacio entre esta y la pared del ojo, haciendo que la retina se desprenda de su lugar natural y provocando esa mancha que se extiende: ya no está recibiendo la imagen ni puede enviarla al cerebro.

Habitualmente, es nesaria una intervención quirúrgica para recolocar la retina en su sitio, cerrar los desgarros y, si es necesario, sustituir el vítreo por un líquido o gas. 

Es una intervención ambulatoria (pero no por ello sencilla) que puede durar entre una y tres horas. En el caso de tener que rellenar el ojo con gas, es habitual que el paciente tenga que estar boca abajo durante un tiempo, de forma que ese gas no se cuele en otras partes del ojo.

Ese tiempo pueden ser días o hasta un mes. Además, el médico puede recomendarle no viajar en avión ni subir a alturas elevadas respecto al nivel del mar, pues los cambios de presión podrían dañar el ojo.

El paciente va recuperando paulatinamente la visión del ojo, aunque suele ser un proceso lento, durando meses y, en ocasiones, hasta un año, pero normalmente la recuperación de la visión es completa.

La cirugía, llamada vitrectomía, tiene sus riesgos desde infecciones del ojo a hemorragias o inflamación intensa y cataratas. El paciente tiene que acudir a revisiones durante un tiempo para asegurarse que la recuperación está siendo la adecuada.