"Necesitamos poder basarnos en la ciencia para tomar decisiones, lamentaba Carole Hooven, profesora de Biología Evolutiva Humana en la Universidad de Harvard, en octubre de 2022 al hablar con EL ESPAÑOL. La especialista pasó de tener una de las clases más solicitadas, 'Hormonas y Comportamiento', a abandonar la prestigiosa universidad a finales de 2023 denunciando que había sido "intimidada y silenciada", y tachada de "tránsfoba", porque sus conclusiones sobre fenómenos como los de la intersexualidad "cuestionaban el relato unilateral".
Un estudio que puso a Hooven en el centro de la controversia trata precisamente de los perfiles como los de la boxeadora argelina Imane Khelif, que entra en la categoría de 'deportistas con diferencias en el desarrollo sexual (DSD)'. Khelif nació mujer y siempre se ha identificado como tal, pero posee cromosomas XY como los hombres y alta testosterona, el conocido como 'hiperandrogenismo'. La justificación deportiva para incluirla en la competición de mujeres consiste en que la boxeadora está reduciendo farmacológicamente los niveles de esta hormona en su cuerpo.
Esto no es suficiente, argumenta la bióloga, porque los beneficios físicos que pudo obtener la púgil frente a sus contrincantes en la competición femenina se remontan a su desarrollo durante la adolescencia. En su artículo, Hooven arranca apelando a la compasión y empatía para todas las partes frente a una controversia que no tiene soluciones fáciles. "Las personas con DSD deben ser comprendidas y recibir la atención que requieren. Pero los atletas masculinos con DSD que compiten en categorías femeninas plantean problemáticas de equidad y seguridad".
El hecho de poseer una copia de XY suele hacer que estos atletas desarrollen genitales masculinos internos -testículos que no llegan a descender- y femeninos externamente. Esto se debe a que sufren una anomalía que impide que desarrollen pene, testículos y próstata, la deficiencia de 5α-reductasa 2 (5R2D). Sin esta enzima, el organismo no es capaz de convertir la testosterona en el andrógeno dihidrotestosterona o DHT, responsable de los rasgos más típicamente varoniles, de los caracteres sexuales a la alopecia androgenética. "Socialmente, legalmente y desde el punto de vista de su identidad, son mujeres", expone Hooven. "Pero son hombres".
"Quienes toman las decisiones saben que los atletas con 5R2D son hombres y se benefician de los efectos de la pubertad masculina", prosigue Hooven. "La petición de hacer que reduzcan sus niveles de testosterona al equivalente al de las mujeres no es discriminatorio: son hombres que piden competir en una categoría femenina. Pero lo más importante es que la evidencia científica apunta a que la reducción en la edad adulta de los niveles de testosterona no deshace los beneficios obtenidos en la adolescencia masculina".
La investigadora se apoya en un estudio de 2012 publicado en JAMA que concluyó que la deficiencia de DHT -que también padecen hombres en tratamiento por la hiperplasia de próstata o la calvicie- no interfiere con los efectos anabolizantes de la testosterona. El ensayo bloqueó la testosterona de participantes masculinos entre los 18 y los 50 años, y luego les fue administrando dosis de esta hormona graduales. Pero un grupo recibió también un bloqueador para evitar la conversión a DHT -simulando lo que ocurre en el cuerpo de un atleta con DSD- y el otro no. Tras 20 semanas, no se apreciaron diferencias en la masa muscular, fuerza y grasa.
Los investigadores apuntaban a que habían recopilado 56 casos de personas nacidas con los cromosomas XY y deficiencia de 5α-reductasa 2 que presentaban al nacer genitales femeninos o ambiguos, y un desarrollo truncado de la próstata. Sin embargo, "experimentaron un desarrollo óseo y muscular normal durante la pubertad". Por tanto, si bien el DHT es "esencial" en el feto para desarrollar los caracteres masculinos, deja de serlo en el cuerpo adulto. La testosterona pasa a cumplir esa "funciones androgénicas".