Con una población cada vez más envejecida, la demencia se ha convertido en una preocupación para muchos, pues uno de los factores de riesgo más conocidos es la edad. De hecho, a partir de los 65 años es cuando se producen la mayoría de los casos. La genética también juega un papel importante en su desarrollo. La buena noticia es que hay otras variables que se pueden modificar y sirven para prevenir esta enfermedad.
Según la nueva publicación de la Comisión Lancet, hay un total de 14 factores de riesgo modificables que podrían "prevenir o retrasar" hasta el 45% de los casos de demencia. En esta última actualización, el informe incluye dos nuevos factores de riesgo que no se habían identificado hasta ahora, y que se relacionan con hasta un 9% de todos los casos de demencia.
El factor que mayor importancia cobra es el elevado nivel de colesterol LDL, con un 7% de los casos. El porcentaje restante se atribuye a la pérdida de visión no tratada en edades avanzadas. No es la primera vez, eso sí, que estas dos variables se relacionan con un mayor riesgo de demencia.
En 2021, se publicó un estudio en The Lancet en el que ya se advirtió de que el conocido como colesterol malo se vincula con un mayor riesgo de demencia. Otro trabajo —en este caso, publicado en el presente año— también concluyó que la vista podría ser un claro indicador del deterioro cognitivo.
"Nunca es demasiado tarde"
Estos dos nuevos factores se suman a los 12 identificados por la Comisión Lancet en 2020, que se atribuyen a cerca del 36% de los casos de demencia. Entre ellos se incluyen la hipertensión, el tabaquismo, la depresión, la falta de actividad física, el aislamiento social, los golpes en la cabeza, los problemas de audición, la obesidad, el consumo excesivo de alcohol, la diabetes, la contaminación atmosférica y el bajo nivel educativo.
Teniendo en cuenta que atajando estos factores de riesgo se podría prevenir la demencia, la Comisión hace un llamamiento, tanto a las naciones como a los propios ciudadanos, para que sean ambiciosos a la hora de abordar esta problemática.
El grupo de 28 expertos internacionales también recuerda que, como consecuencia al rápido envejecimiento de la población mundial, es probable que en 2050 el número de personas con demencia casi se haya triplicado, pasando de 57 en 2019 a 153 millones. Este incremento tendría un coste estimado que superaría los 780.000 millones de euros.
Aunque en los países de bajos ingresos la esperanza de vida ha provocado un aumento de la población con demencia, lo cierto es que hay algunas zonas socioeconómicamente favorecidas —en países como Reino Unido o Estados Unidos— donde se está produciendo el efecto contrario. Esto es debido, según los autores del citado informe, a las mejoras en la asistencia sanitaria y los cambios en el estilo de vida.
La Comisión critica en su publicación que en los planes nacionales de demencia no se incluyan recomendaciones específicas para aquellas personas que pueden presentar riesgos de demencia. "Nunca es demasiado tarde, ni demasiado pronto, para actuar. Y en cualquier etapa de la vida hay oportunidades para poder influir", asegura la autora principal, Gill Livingston, del University College de Londres.
Livingston defiende que, aunque se crea que la demencia es inevitable, el informe demuestra que se pueden aumentar las opciones para no desarrollar demencia; o al menos, retrasar su aparición. "Ahora contamos con una mayor evidencia de que una exposición más prolongada produce un mayor efecto".
Por este motivo, considera que se debe apostar por medidas preventivas para quienes más las necesitan, haciendo que los estilos de vida saludables sean "lo más asequibles posible para todos".
Las 13 recomendaciones
En el informe también han incluido un total de 13 recomendaciones para retrasar la demencia. Como, por ejemplo, fomentar el uso de audífonos a las personas con pérdida de audición; así como reducir la exposición a aquellos ruidos que pueden hacer perderla, englobados bajo la conocida contaminación acústica.
Las lesiones en la cabeza se presentan como otro de los factores de riesgo. Es por ello por lo que también recomiendan el uso del casco en los deportes de contacto o en bicicleta, a fin de evitar golpes en la cabeza.
Aconsejan, en este sentido, llevar una vida activa, pues el ejercicio se relaciona con una menor probabilidad de desarrollar demencia. El propio Livingston reconoce que la actividad física diaria es uno de los hábitos más sencillos que puede realizar una persona sedentaria para prevenir la demencia, bien sea con un paseo o con ejercicios realizados desde una silla. Por contra, se deben evitar los menos saludables, como el abuso de alcohol o el tabaco.
En relación con los dos nuevos factores de riesgo, los expertos piden detectar y tratar el colesterol LDL alto a partir de los 40 años; así como poner al alcance de todos una rápida detección y un buen tratamiento para la pérdida de visión.
Como explica Livingston, este estilo de vida saludable no sólo puede reducir el riesgo de demencia, sino que también podría llevar a retrasar su aparición. "Así, si una persona desarrolla demencia, es probable que viva menos años con ella, lo cual tiene una repercusión enorme en su calidad de vida", concluye.