Junto al infarto de corazón, el ictus o derrame cerebral es una de las principales causas de mortalidad vascular en todo el mundo, siendo la hipertensión el principal factor de riesgo asociado a esta entidad. Si bien es cierto que la mayoría de los accidentes cerebrovasculares ocurren a partir de los 65 años, existe un 10% de casos que se producen antes de los 45 años, como fue el caso de Kevin Hudson.

Como describe el Instituto Nacional del Corazón, Pulmones y Sangre (NIH) de los Estados Unidos, un accidente cerebrovascular se produce tras un bloqueo del flujo sanguíneo cerebral, o bien por una hemorragia cerebral repentina, habitualmente en población con diferentes factores de riesgo. Aunque no fue el caso de Hudson, el cual fue más excepcional.

Como ha contado el propio Hudson, a sus 43 años mantenía un estilo de vida saludable: había ejercicio a diario, seguía una dieta equilibrada, se realizaba controles médicos anualmente, mantenía un peso estable, no fumaba y no bebía en exceso. Todos estos factores son clave para reducir el riesgo cardio y cerebrovascular, aunque nadie está totalmente exento de riesgo.

Como explican los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), cualquier persona puede sufrir un ictus a cualquier edad. Se sabe que existen ciertos factores que aumentan dicho riesgo, como la tensión arterial elevada, colesterol elevado, sufrir alguna enfermedad cardiovascular previa, sufrir diabetes, tener malos hábitos de vida como una dieta rica en grasas saturadas o alimentos ultraprocesados, no hacer actividad física o consumir tóxicos como tabaco o alcohol, entre otros.

Hudson no cumplía ninguno de dichos factores más conocidos. Sí poseía uno, y es el hecho de haber tenido familiares que sufrieron un ictus, como fue el caso de su abuelo paterno, aunque su familia siempre asumió que dicho evento se produjo por un cúmulo de circunstancias: su abuelo bebida y fumaba, era veterano de la Segunda Guerra Mundial y tuvo una vida difícil; en definitiva, no practicaba un buen estilo de vida.

Las semanas previas al accidente cerebrovascular, Hudson se encontraba perfectamente. Sin embargo, el 11 de enero de 2023 fue al gimnasio como solía hacer habitualmente, pero a las 5:40 AM notó que algo no iba bien.

Las señales tradicionales de un posible ictus, como indica la Asociación Estadounidense de Accidentes Cerebrovasculares y muchas otras asociaciones, implican el acrónimo FAST, que en sus siglas inglesas significan: cara caída, debilidad de brazos, dificultad para el habla, y momento para llamar a emergencias.

Otros síntomas que pueden ser menos llamativos son el entumecimiento de la cara, brazo o pierna (especialmente si es de un mismo lado), confusión, visión borrosa, dificultad para caminar y dolor de cabeza intenso sin una clara causa previa.

En el caso de Hudson, el primer síntoma fue precisamente la visión borrosa, la cual achacó al entrenamiento matutino. Se sentó a descansar, pero como no mejoraba, volvió a casa. Allí su esposa, la cual es enfermera, le hizo un examen neurológico rápido sin objetivar otros signos que pudiesen llamar la atención, y le aconsejó acostarse a descansar.

Y de hecho, mejoró. Tras 20 minutos su vista mejoró, pero cuando se levantó su brazo derecho falló y acabó cayéndose de lado. Estos síntomas eran más graves, y tras llamar a su esposa, esta avisó a emergencias solicitando ayuda ante una sospecha de un derrame cerebral.

Hudson fue tratado por Shazam Hussain en la Clínica Cleveland, en Ohio, el cual le diagnosticó un accidente cerebrovascular, un diagnóstico potencialmente fatal si hubiesen ignorado los primeros síntomas. Hasta hace tan solo unos años, el protocolo habitual en España era trasladar estos casos a un hospital de primer nivel en las primeras 3-4 h de diagnóstico; actualmente dicho tramo horario ha pasado a ser 24 horas de margen gracias a los nuevos y modernos tratamientos, aunque cuanto más rápido mejor.

En el caso de Hudson, en apenas un par de días apenas tenía síntomas, más allá de debilidad en la mano derecha que mejoró totalmente. Ahora, casi dos años después, se encuentra totalmente asintomático, pero aún no es posible saber por qué le sucedió. En el caso de Hudson y ese 10% de casos menores de 45 años, las causas habituales son malformaciones cerebrales desconocidas o bien componentes genéticos, pero en las pruebas genéticas de Hudson no hubo resultados concluyentes.

Actualmente Hudson toma una aspirina diaria a baja dosis, mantiene un seguimiento médico, y continúa haciendo su rutina de ejercicio, aunque en menor intensidad. Como él mismo explica "siempre pensé que hacer ejercicio y llevar una dieta equilibrada es como poner dinero en una cuenta de ahorros: tienes algo a lo que tu cuerpo puede recurrir cuando lo necesite. Sigo viviendo de esa manera. Creo que como me cuido, pude notar los síntomas antes, llegar rápidamente al hospital, y también recuperarme rápidamente. Animo a todos a prestar atención a sus cuerpos y realizarle las revisiones médicas adecuadas".