Un ensayo en laboratorio ha logrado volver transparente la piel de ratones vivos en la zona del cráneo y el abdomen, utilizando una mezcla de agua y tartrazina, un colorante alimentario común. Los investigadores, que han publicado su trabajo en la revista Science, precisan que no se ha probado todavía con seres humanos, pero esperan que contribuya a mejorar las técnicas de diagnóstico de enfermedades y heridas.
"El tinte amarillo contiene moléculas que absorben gran parte del espectro luminoso, en particular la luz azul y los rayos ultravioleta, que se dispersarían de lo contrario al contacto con la piel", explica Zihao Ou, profesor asistente de Física en Universidad de Texas en Dallas y autor principal del estudio. "Por separado, bloquean la mayor parte de la luz que trata de atravesarlos. Pero al juntar estos elementos, hemos logrado volver transparente la piel de los ratones".
"La novedad es la sustancia utilizada y su uso in vivo", valora María Victoria Gómez Gaviro, investigadora principal del Instituto de Investigación Sanitaria Gregorio Marañón, en declaraciones a Science Media Centre. "Se utiliza un colorante inicialmente inocuo de aplicación tópica que transparentiza la piel y el peritoneo, dejando visibles músculos y vasculatura. Esto conlleva ventajas para la experimentación preclínica y modelos quirúrgicos. Se evitarían procedimientos invasivos como cortar la piel y manipular músculos, vasos y órganos".
La técnica puede parecer "un truco de magia", admite Ou. Pero la clave está en la disolución de la tartrazina en agua, lo que permite cambiar su índice de refracción -la medida en la que refleja la luz- para que se corresponda con el de elementos orgánicos de la piel, como los lípidos. De este modo, las moléculas reducen la capacidad para disipar la luz, permitiendo que atraviese e ilumine capas más profundas de tejido. A continuación, el tinte puede lavarse para revertir el efecto, y su contenido será metabolizado y excretado a través de la orina.
"La transparencia tarda unos minutos en aparecer", ilustra el investigador. "Funciona como una mascarilla o crema facial: hará efecto dependiendo de lo rápido que se extiendan las moléculas por la piel". En cuanto a su efecto, aplicar el tinte en el cráneo de los ratones les permitió observar los vasos sanguíneos del cerebro. En el abdomen, llegaron a ver los órganos vitales y la peristalsis, la contracción muscular que se produce para mover los alimentos a través del tracto digestivo.
La tartrazina, también denominada 'Amarillo número 5' en la nomenclatura de los aditivos alimentarios, es un compuesto aprobado por las agencias reguladoras tanto de EEUU como la Unión Europea. Se encuentra a menudo en los alimentos procesados de color anaranjado o dorado. "Es importante que sea biocompatible, luego segura para los organismos vivientes", precisa Ou. "Además, es muy barata y eficiente: solo necesitamos una pequeña cantidad para que funcione".
La piel humana, siguiente etapa
Los investigadores todavía no han probado esta técnica con seres humanos, cuya piel es unas diez veces más gruesa que la de los roedores. Tampoco está clara cuál sería la dosis de tartrazina necesaria para penetrar nuestra dermis, ni cuál sería el método adecuado para administrarla. "Actualmente trabajamos con ultrasonidos para escrutar en profundidad el organismo vivo", reflexiona Ou. "Pero muchos métodos de diagnóstico son caros y de difícil disposición. Nuestra tecnología, en cambio, no tiene por qué serlo".
Así, esta técnica podría mejorar los métodos ópticos existentes a día de hoy. "Nosotros trabajamos a nivel académico y nuestra primera impresión fue que esto podría ayudar a mejorar la investigación biomédica", recuerda. "Los instrumentos ópticos como el microscopio no se aplican directamente al estudio de seres vivos o de pacientes humanos porque la luz no puede penetrar la piel. Pero ahora que podemos volver transparente el tejido, nos permitirá observar dinámicas con mayor detalle, y revolucionar por completo la investigación biológica".