Con la llegada de septiembre, el verano da sus últimos coletazos y quienes estaban todavía de vacaciones recuperan poco a poco la rutina. En este grupo se encuentran los niños, que volverán al colegio durante estos días, si no lo han hecho ya. Estos primeros días están llenos de reencuentros, con compañeros y profesores, o de nuevas experiencias para los más pequeños. Sin embargo, hay que recordar que, además de a los libros de texto, también se enfrentan de nuevo a virus e infecciones bacterianas.

Pedro Viaño, médico pediatra de la Asociación Española de Pediatría (AEP), explica que hay dos tipos de virus que los menores suelen contraer más habitualmente y "prácticamente a cualquier edad". Se trata de los respiratorios y los gastrointestinales. En el primer caso, "se ven sobre todo catarros y resfriados. Hay algún caso de covid, pero todavía no hay gripe", detalla el también coeditor de EnFamilia, la página web de la AEP dedicada a las familias. En el caso de los virus gastrointestinales, los más comunes son los que cursan con vómitos y diarrea, continúa.

Actualmente, solo se dispone de prevención para dos virus que pueden afectar a los niños, cuenta Pedro Gorrotxategi, presidente de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap). Estos son la gripe y el virus respiratorio sinticial (VRS), que causa la bronquiolitis. En el primer caso, se aconseja inmunizar a los pequeños entre seis meses y cinco años, aunque "el año pasado la vacunación fue muy escasa", lamenta. El especialista recuerda que todos los menores que comprendan esas edades pueden recibir la vacuna en su centro de salud.

En el segundo caso, "más que una vacuna es una inyección de defensas y reduce los ingresos hospitalarios", agrega el presidente de la AEPap. Esta enfermedad comienza como un catarro y con el paso de los días los pequeños empeoran y acaban teniendo dificultades respiratorias. Según la gravedad, los pacientes pueden necesitar terapia con oxígeno. 

Consejos para reducir el contagio

En resto de los casos no hay una fórmula preventiva como tal que garantice la protección del niño. Ambos médicos recomiendan una serie de pautas a las familias para intentar reducir el riesgo de contagio todo lo posible. Gorrotxategi hace hincapié en que los padres deben estar atentos a cualquier síntoma que puedan presentar sus hijos y hacerles el seguimiento adecuado para comprobar si empeoran. 

Viaño aconseja concienciar a los niños sobre la importancia de pautas como la higiene de manos (como lavarse las manos antes de consumir alimentos) y no compartir toallas ni útiles de aseo. La clave es integrarlas en el día a día de la familia, indica. "Si en casa les acostumbramos, lo harán en el entorno escolar también".

En los centros educativos, continúa Viaño, lo importante es intentar evitar el hacinamiento. Lo ideal en estos casos sería disponer de espacios grandes y grupos pequeños de alumnos y airear continua o frecuentemente las aulas. Si se puede, el pediatra aconseja renovar el aire, ya sea mediante ventilación cruzada de forma natural por las ventanas o mediante sistemas de recirculación de aire. 

¿Por qué es tan fácil el contagio?

El pediatra de la AEP explica que con los menores ocurre un doble fenómeno que causa esta alta propagación de virus cada temporada. Su sistema inmune está más predispuesto a contraer y a diseminarlos que el de los adultos. Además, pasan la mayor parte del día en entornos cerrados, lo que facilita la expansión de estas infecciones. Gorrotxategui expone que cuanto más pequeños son los niños, más contacto hay entre ellos y, por tanto, habrá una mayor incidencia. "Se van contagiando entre todos", agrega Gorrotxategui.

En ese caso, no son tan conscientes de la importancia de respetar esas pautas. Por lo tanto, hay más posibilidades de que compartan materiales y juguetes entre ellos, que pueden contener partículas de saliva de algún compañero contaminadas con algún virus, expone Viaño.  

¿Cuándo puede volver el niño a clase?

Para evitarlo o reducirlo al mínimo, además de las pautas mencionadas anteriormente, es importante dejar que el niño se recupere en casa y no llevarlo a clase. "Un niño que está enfermo no está en condiciones de recibir clase", asevera Viaño. Sin embargo, ambos especialistas reconocen que es algo difícil de llevar a cabo. Muchos padres no pueden compaginarlo con su trabajo y se ven abocados a darles algo de medicación para que puedan pasar el día con menos malestar y enviarles a clase. "Si se trata de niños más mayores con un leve malestar se puede plantear [esta práctica], si hablamos de los pequeños, no", asevera Viaño. También subraya que esto se debe a que faltan redes de conciliación familiar y que la sociedad debe replantearse esta cuestión. 

Gorrotxategui indica que no hay un tiempo definido para que el niño permanezca en casa. Si cursa la enfermedad con fiebre, lo aconsejable es esperar a que pasen 24 horas sin este síntoma antes de mandarlo de nuevo al centro educativo, dice el presidente de la AEPap. Aun así, hay que tener en cuenta que cada enfermedad tiene una propagación diferente. Por ejemplo, muchas enfermedades respiratorias, como la covid, se contagia mayormente antes de que se muestren "síntomas importantes", detalla Viaño. En casos así, aunque se aisle al niño cuando muestra los signos de la patología, "probablemente la infección vírica ya se haya dispersado".

La pandemia de Covid-19 hizo que la sociedad se concienciara en gran medida de la necesidad de respetar y aplicar los consejos médicos para reducir el riesgo de propagación. La importancia de la higiene de manos, la distancia social y el uso de mascarilla se repetía casi como un mantra. Eso ha hecho, según el pediatra de la AEP, que haya arraigado "esa cultura de la prevención", aunque no se respete de una manera tan férrea como en ese periodo. "Sí que hemos mantenido esos hábitos repetitivos y ese cuidado para no contagiarnos de infecciones respiratorias".