De lunes a viernes, Manuel de la Peña es cardiólogo, presidente del Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social y director de la Cátedra del Corazón y Longevidad. Pero los fines de semana son para sus supercentenarios, personas que han cumplido más de 100 años en España. Lo que empezó como una "obligación" para la investigación clínica, explica, se ha convertido en "devoción". El relato de sus entrevistas está jalonado de ternura. En su visita a Teodora Cea, de 112 años, descubrió que era golosa, y le dio su primer dónut de chocolate. "Le encantó", recuerda.

Conmovido, recuerda a Dolores Buitrago, fallecida hace pocas semanas a los 110 años, con quien cantaba coplas y a la que llamaba Lola Lolita Lola. Y recuerda las palabras de Crescencia Galán, su 'Emperatriz de La Mancha', de la misma edad: "Cuando tengo un día regular o malo, lo saco adelante". España se despidió este verano de la catalana María Branyas, que con 117 años era la persona más anciana del mundo, y esta semana de la extremeña Silveria Martín, fallecida a los 114. El médico recuerda a ambas con gran cariño. "Lo he pasado fatal".

De su peregrinar nace Guía para vivir sanos 120 años, una exhaustiva recopilación de sus impresiones al tratar con supercentenarios y pacientes, la literatura científica actualizada sobre la relación entre epigenética y longevidad, y muchas sorpresas. Las eclécticas personalidades que ha tratado De la Peña y que han inspirado sus reflexiones sobre envejecimiento y salud van de Ramón Tamames a Juan Carlos I, pasando por José Mota, Loles León o Rappel. Y ha identificado dos candidatas a 'Zonas Azules', las regiones más longevas y saludables del mundo, en España: Galicia y Castilla-La Mancha.

Un hallazgo sorprendente es que muchos de estos supercentenarios han superado problemas de salud graves, como cáncer e infartos.

Es un aspecto muy importante: la edad no es un obstáculo ni para operarse ni para curarse. Hay personas de 105 años intervenidas de cataratas o de la cadera. Dolores Buitrago se operó de un melanoma cerca del ojo con 109 años. Graciano García sufrió un infarto a los 80 porque no cuidaba ni su colesterol ni su tensión. Empezó a ser consciente y a cuidarse. Pero a los 84 tuvo un cáncer de colon. Lo superó. Cumplió 100 años y le operaron de la cadera. Hoy tiene 109 años y me dice: 'Siento como si tuviera 60 años.' Eso sí, mantiene el colesterol en 120, la tensión arterial en 130, toma vitamina D y B12, y cuida su salud.

¿Es la demostración del efecto del 'reloj epigenético', la posibilidad de retrasar nuestra edad biológica mediante los hábitos saludables? 

Yo me encuentro con personas de 110 años que aparentan 70 en su estado de ánimo y en cuanto a salud general. La diferencia entre una edad y la otra está en la epigenética. De los 20.000 genes que hemos heredado, la longevidad dependerá en un 75% de nuestras costumbres, nuestros hábitos y nuestro estilo de vida, y solo el 25% se corresponde a la predisposición genética. Si nos cuidamos, podremos influir positivamente en la expresión de esos genes.

¿Es cierto que los supercentenarios no tienen la sensación de ser especiales? ¿Que no han hecho nada especial ni fuera de la norma para vivir tanto? 

La clave es que han integrado costumbres sanas en sus rutinas. No se levantan  pensando 'Me voy a cuidar', pero realizan actividad física, caminando o practicando ejercicio. Tienen además un consumo elevado de proteínas vegetales, tal vez porque de manera natural se van teniendo dificultad para masticar. Las personas que viven en zonas de campo siguen utilizando productos frescos y de la huerta. Con esos tres factores ya cumples este 75%. Pero además he descubierto que a todos les gusta bailar y cantar. Estas actividades estimulan positivamente el cerebro, liberando las cuatro hormonas de la felicidad: dopamina, serotonina, endorfinas y oxitocina.

¿Es algo que se tiene ahora más en cuenta, la relación directa entre la salud física del organismo y el bienestar mental y neurológico?

Por supuesto. Las emociones son decisivas para nuestra salud física. Además, cuando controlas bien la tensión, el azúcar y el colesterol, hay muchísima menos incidencia de problemas cerebrales. Los centenarios, mentalmente, son personas activas. Y tienen algo muy importante para contrarrestar el daño cerebral: viven con recuerdos positivos, no he encontrado ninguno que hablase de problemas de culpa.

Cuenta que muchos centenarios son aficionados al chocolate con churros. Es curioso, porque es rico en grasas y azúcar, y lo consideraríamos insano.

Pero no cabe duda de que el chocolate estimula positivamente nuestro cerebro. Yo también confieso que soy muy chocolatero y, efectivamente, los centenarios son todos devotos del chocolate. Fíjate qué inteligentes son: tú me dices que tiene azúcar, sí, pero también tiene muchos antioxidantes naturales, magnesio, hierro, cobre, vitamina B1 y B2... tiene una gran riqueza nutritiva.

Concluimos, por tanto, que no es incompatible tomar chocolate con churros y llegar hasta los 110 años.

Es absolutamente compatible, salvo obviamente que seas diabético. Otra cosa muy diferente es que tengamos que restringir en la alimentación la sal y el azúcar, pero eso no impide que nos podamos tomar un chocolate con churros.  

Crescencia Galán y el Dr. Manuel de la Peña. Comunicación Instituto Europeo

¿Y que hay del vino? ¿Es correcto que los abstemios no empiecen a beber, pero que quien tiene la costumbre del consumo moderado no lo deje? 

Mi padre falleció a los 98 años sin haber bebido nunca, y obviamente a una persona así no puedes pedirle que empiece a tomar copas de vino, es absurdo. Pero el vino tinto tiene un alto contenido en polifenoles y antioxidantes. La American Heart Society avala que un consumo moderado de vino, dos copas, no produce daño a la salud. Graciano tiene 109 años, se toma todos los días un vaso de vino, me preguntó si podía seguir haciendo y le dije que por supuesto que sí. Todos los centenarios que beben se toman una o dos copas, e influencia negativa, ninguna. Lo que no puede ser es decir 'no me las tomo entre semana y me bebo una botella el sábado'. Así no.

Sabíamos que Galicia es un enclave de la longevidad gracias a la dieta Atlántica. ¿Le sorprendió descubrir que Castilla-La Mancha también lo es?

Fíjate si son importantes en Castilla-La Mancha que tienen un programa de televisión dedicado a los centenarios. Ahí hay un superyacimiento. Y también lo hay en Madrid: está catalogada ya como la capital europea de la longevidad.

El dato de Madrid quizás sea más sorprendente: el modo de vida urbano se tiende a relacionar con peores incidencias de longevidad.

Es cierto que la longevidad está más asociada a espacios de serenidad y rurales, y no tanto con el epicentro estresante de una capital. Pero en Madrid encontramos zonas como El Escorial o Navalcarnero donde hay supercentenarios. Y también se encuentran en el centro de la capital, habitualmente en zonas ajardinadas. Mi teoría es que hay que 'pensar en verde': los espacios verdes y la comida verde alargan la vida.

Menciona que los centenarios son todos 'flacos y flacas'. ¿Es incompatible el sobrepaso y la obesidad, muy prevalentes en España, con la longevidad?

Es incompatible con entrar en el club de los supercentenarios. Si quieres ser longevo, tienes que estar flaco. Pero la obesidad y la diabetes tienen hoy muy fácil tratamiento. Los nuevos tratamientos como el ozempic y wegovy están permitiendo descensos del peso muy importantes. En tres meses puedes conseguir perder peso y controlar todos tus factores de riesgo. La grasa abdominal es como una mochila cargada de piedras en el corazón, provoca sobrecarga cardíaca. Ningún centenario tiene barriga.

¿Pero la delgadez en la tercera edad no implica un riesgo de sarcopenia, pérdida de masa muscular y ósea?

No, no es lo mismo. Los que pierden masa ósea habitualmente tienen la vitamina D baja. Los centenarios lo saben, y toman suplementos para precisamente evitar la osteoporosis.

¿Qué ocurre con las enfermedades cardiovasculares? Sigue siendo la primera causa de mortalidad en España, con casos incluso en personas jóvenes.

Se están disparando los casos de trombosis tanto coronaria como cerebral, que son la causa del infarto de miocardio y el ictus. Y esto ocurre porque el 50% de la población no tiene controlada su tensión arterial, tiene tasas de colesterol elevadas y sobre todo tiene el colesterol LDL por encima de 70. Esto provoca riesgo de arteriosclerosis, con lipoproteína que se acumula de forma elevadísima en las arterias. Los centenarios tienen todos el colesterol y la tensión arterial controladísimos. Otra cosa: no me he encontrado a ningún supercentenario que fume. El 35% de los españoles fuman, y es un disparate. 

El trágico caso de Caritina Goyanes ha concienciado a muchas personas, especialmente por el componente familiar que parece tener.

Caritina era un tesoro de persona, que en paz descanse. Pero le influyó el gran azote de este siglo: el estrés emocional. Vivir la muerte de su padre, a la que estaba muy unida, y la de su tío ha debido ser el desencadenante de la trombosis que ha producido el infarto. Por otro lado, como te decía, la genética que heredamos influye en un 25%. Si tu padre está muerto de un infarto o de un ictus o ha tenido un cáncer, tienes que prestar mucha atención a las enfermedades que ha tenido para anticiparse, no para prevenirlas, sino para anticiparte y que no te ocurra lo mismo con lo cual me temo que puede haber un componente genético en la familia.

¿Cómo están envejeciendo nuestros reyes eméritos? ¿Son candidatos a su juicio a supercentenarios?

Yo creo que es notorio que Don Juan Carlos ha sufrido problemas serios de corazón y los ha superado al 100%. Su única dificultad es la movilidad, un denominador común a medida que cumplimos años, pero de cabeza está perfecto. Yo espero que llegue a centenario. ¡Dios quiera que viva y pase de los 100 años! Si te fijas, tiene menos peso, se está cuidando mejor. Doña Sofía, además, tiene una gran actividad física y mental, es muy querida y eso también le ayudará a vivir muchos años. De todos modos, el gran símbolo para mí ha sido la reina Isabel II, que estuvo completamente impecable hasta el final. La gran sorpresa ha sido Carlos III. ¿Cómo no se detectó su cáncer antes? Hay que perderle el miedo al médico, cualquier enfermedad diagnosticada a tiempo hace el tratamiento muchísimo más fácil.

España estuvo cerca de ser el país más longevo del mundo antes de la pandemia. ¿Seguiremos siendo una potencia en ese campo?

España tiene tres cosas esenciales: una buena dieta mediterránea, un sistema de salud robusto -la mejor seguridad social del mundo- y el acceso a tratamientos innovadores. Tenemos mayor esperanza de vida que en Estados Unidos, donde la salud no es gratuita. Y vamos a más: hay 8.000 moléculas en ensayos clínicos, y aunque sólo un 10% se convertirán en fármacos, vamos a tener un arsenal terapéutico que va a curar enfermedades hasta ahora impensables. Tenemos que sentirnos orgullosos de España. Fabricamos el mejor aceite de oliva del mundo, que lo consumen los japoneses que son los mayores importadores, además de los más longevos.

Un rasgo que destaca de los centenarios españoles, y que también aparece en las Zonas Azules, es la espiritualidad y las creencias compartidas.

He podido constatar que todos los centenarios tienen muchísima fe, viven con una gran espiritualidad que les aporta serenidad, el mejor antídoto contra el estrés. Esto no quiere decir que haya que pertenecer a una religión u otra. Pero te puedo decir una cosa: la fe alarga la vida, y cuando llega el momento, te ayuda a morir en paz. Cuando tienes fe, te curas más rápido, resuelves los problemas mejor porque ves las cosas de otra manera. Es un asunto de salud pública. Creo que soy de las pocas personas que ha escrito sobre la influencia que tiene la oración en la curación con datos científicos. Otra cosa es que alguien pretenda escuchar la voz en off de Dios. ¡No, eso ya es más difícil!