El consumo de carne roja procesada ha sido objeto de un escrutinio creciente en los últimos años, en gran parte debido a su asociación con una serie de condiciones de salud graves, como enfermedades cardiovasculares, cáncer y, más recientemente, demencia. Un estudio presentado en la Conferencia Internacional de la Asociación de Alzheimer 2024 reveló que una ingesta diaria de tan solo 28 gramos de carne roja procesada puede incrementar el riesgo de demencia en un 14%. Este hallazgo subraya la importancia de replantearse la dieta moderna y plantean un llamado urgente a limitar o reemplazar las carnes procesadas en nuestra dieta diaria.
Los productos como el tocino, las salchichas y los embutidos, que componen la mayor parte de las carnes rojas procesadas, no solo son ricos en nitratos y sodio, sino también en grasas saturadas. Estos componentes no solo son nocivos para la salud cardiovascular, sino que también están asociados con la inflamación sistémica, un factor clave en el desarrollo de diversas patologías crónicas, incluyendo el cáncer y la diabetes tipo 2. Investigaciones como la de la International Agency for Research on Cancer (IARC) han clasificado las carnes procesadas como carcinógenas, debido a la fuerte correlación observada entre su consumo y el cáncer colorrectal. Dicha inflamación y daño vascular también parecen ser fundamentales en el deterioro cognitivo y el desarrollo de la demencia, según sugieren los recientes hallazgos.
Cada porción adicional cuenta
El vínculo entre la carne procesada y la demencia se refuerza con investigaciones que señalan cómo, por cada porción adicional de este tipo de alimentos, los participantes del estudio mostraron un envejecimiento cognitivo acelerado, equivalente a 1,61 años en términos de cognición global y 1,69 años en la memoria verbal. Esto significa que las personas que consumen habitualmente este tipo de alimento no solo están expuestas a un mayor riesgo de desarrollar demencia, sino que también experimentan un deterioro más rápido de sus capacidades cognitivas. Estos efectos, que afectan tanto la memoria como la función ejecutiva, pueden tener implicaciones devastadoras en la calidad de vida de los individuos a medida que envejecen.
De hecho, el deterioro cognitivo asociado con el consumo de carnes procesadas no es un fenómeno aislado. Otros estudios a largo plazo, como el Nurses Health Study y el Health Professionals Follow-Up Study, que han seguido a más de 130.000 personas durante varias décadas, han proporcionado evidencia robusta sobre cómo la dieta afecta tanto la salud física como la mental. Estas investigaciones han revelado que la dieta desempeña un papel clave en la salud cerebral, y que un patrón alimenticio caracterizado por una alta ingesta de carnes procesadas puede ser particularmente dañino. Específicamente, las dietas ricas en este tipo de alimentos parecen contribuir a la aceleración del deterioro cognitivo y al envejecimiento cerebral prematuro.
Se puede 'revertir'
Sin embargo, el estudio no solo presenta una imagen sombría, sino que también ofrece una solución viable. Los investigadores descubrieron que sustituir una porción diaria de carne procesada por una porción de alimentos vegetales, como frutos secos o legumbres, puede reducir el riesgo de demencia en un 20%. Esta reducción está relacionada con las propiedades antiinflamatorias y nutritivas de los alimentos vegetales, que no solo aportan beneficios para la salud cardiovascular, sino que también protegen la salud cerebral. Al reemplazar las carnes procesadas por alternativas saludables, se mitigan los efectos negativos que los nitratos, el sodio y las grasas saturadas tienen sobre el cerebro y el sistema vascular.
Además, los alimentos ricos en proteínas vegetales, grasas saludables y fibra no solo son beneficiosos para la salud general, sino que también promueven un envejecimiento cognitivo más saludable. Los frutos secos y legumbres, por ejemplo, están cargados de nutrientes esenciales que ayudan a combatir la inflamación y a mantener el cerebro en óptimas condiciones de funcionamiento. Esta protección cognitiva se ve reflejada en la menor incidencia de demencia observada entre aquellos que siguen dietas más equilibradas y basadas en plantas.
Este estudio también respalda investigaciones anteriores que han demostrado los múltiples beneficios de la dietas mediterránea y MIND, ambas reconocidas por su enfoque en alimentos de origen vegetal y su limitada inclusión de carnes rojas y procesadas. Al seguir un patrón alimentario basado en alimentos integrales y vegetales, se favorece la salud tanto del cuerpo como del cerebro, lo que resulta en un envejecimiento más saludable y una menor incidencia de enfermedades neurodegenerativas.
No solo se vincula con la demencia
Lo cierto es que varios estudios han mostrado que una dieta rica en estos alimentos también aumenta el riesgo de desarrollar otras afecciones graves, como la diabetes tipo 2 y enfermedades cardíacas. Estas condiciones, a su vez, están estrechamente vinculadas con un mayor riesgo de demencia, ya que los problemas cardiovasculares pueden afectar directamente el flujo sanguíneo al cerebro y promover el daño neuronal. Así, las carnes procesadas no solo son un riesgo para el corazón, sino que también representan una amenaza significativa para la salud mental a largo plazo.
No obstante, la carne roja procesada no es el único tipo de alimento que plantea riesgos para la salud cognitiva. Estudios adicionales han explorado cómo otros alimentos ultraprocesados, como los refrescos azucarados y los productos de cereales refinados, pueden afectar el cerebro. Un estudio realizado en Brasil, por ejemplo, encontró que quienes consumían más del 20% de sus calorías diarias de alimentos ultraprocesados experimentaban un deterioro cognitivo más acelerado en comparación con quienes mantenían una dieta más equilibrada. Por eso, cambios tan simples como optar por alimentos frescos y mínimamente procesados en lugar de este tipo de productos pueden contribuir a un envejecimiento más saludable y a una mejor calidad de vida en general.