"Con 12 años salí en Canal Sur diciendo que quería ser dentista, ninguno de mi carrera tiene una vídeo así", afirma Antonio Martínez. Nacido en Montejícar (Granada), pero afincado en Lincolnshire. En esta zona de Reino Unido lleva asentado desde hace más de 10 años porque quería conseguir una estabilidad laboral que en España no hubiese alcanzado.

Eligió esta profesión (por si no ha quedado claro) por vocación. "Mi dentista me quitó un diente de leche con seis años, me gustó mucho cómo lo hizo y empecé a decir que yo también quería serlo", rememora. Dos décadas después desde que se licenciara, cree que "hoy día, se lo pensaría mucho el estudiar Odontología por cómo está la situación ahora".

A quienes lo hacen, les anima a ello. Pero también les lanza una advertencia: "Encontrar trabajo en España es complicado y no está muy bien pagado, por lo que hay dentistas que se van fuera, a no ser que conozcas a alguien con una clínica que te dé la oportunidad laboral", dice este hijo de agricultores. La mayoría de los odontólogos trabajan al tanto por ciento. Cuando él comenzó había algunas clínicas que pagaban hasta un 50%. Ahora, sabe por sus antiguos compañeros que con un 30% "puedes darte con un canto en los dientes".

La realidad de Antonio es la de cada vez más dentistas españoles, como denuncian desde el Consejo General de Dentistas. "Hemos pasado de ser un país que necesitaba dentistas a ser nosotros los que nos estamos yendo", asegura a EL ESPAÑOL su presidente, Óscar Castro, quien marca el punto de inflexión en el año 2000. A partir de entonces, el número de egresados y de colegiados tuvo un crecimiento sin precedentes.

En el primer caso, el incremento fue del 71% hasta el curso 2022-2023. Un porcentaje irrisorio si se compara con el de dentistas colegiados: han crecido un 139% en 'sólo' 23 años, pasando de 17.538 a los 42.075 del pasado año. Las previsiones del Consejo no son precisamente a la baja. Para 2030, la cifra estará cercana a los 45.000.

600 euros al mes

Esta "saturación del sector", según Castro, se debe al aumento de plazas en las universidades privadas, las cuales superan a las de la pública en un 111,5%. Esta diferencia se ampliará en los próximos dos años, pues está previsto que se abran cuatro nuevas facultades, que se sumarán a las 27 que hay en la actualidad (14 de ellas son privadas).

El presidente del Consejo General de Dentistas entiende que desde la administración de cualquier ciudad se vea con buenos ojos la apertura de una universidad, puesto que supone una forma de ingresos. Pero estas titulaciones deben garantizar una inserción laboral que en el caso de Odontología no se está dando.

"Al final, estamos creando legiones de amargados que no tienen salida para absolutamente nada", lamenta. "Antes era despectivo hablar de mileurista, pero ahora mismo puedo asegurar, sin riesgo a equivocarme, que hay dentistas que están ganando entre 600 y 700 euros al mes. Con ese dinero no se pueden independizar. Por eso si tuvieran que retomar sus estudios, no harían Odontología".

Al ser cada vez más difícil encontrar un trabajo —para los pocos que hay, dice Castro, "la competencia es sumamente feroz"—, parece que la única alternativa se encuentra en el extranjero. Desde el Consejo General de Dentistas desconocen la cifra exacta de quienes han emigrado, pero pueden estimarla a través de los certificados de buena conducta que expiden, un requisito indispensable para todo aquel que desee ejercer la profesión fuera de España.

Desde 2018 hasta diciembre de 2022, han emitido unos 3.800 certificados de trabajo para dentistas en el extranjero. Una cifra que ha aumentado en los últimos tres años: 2020 (774), 2021 (895) y 2022 (939). Los principales destinos son Francia, Italia, Alemania y Países Bajos.

Reino Unido ha desaparecido de esta lista, en parte, a consecuencia del Brexit. Los requisitos para ejercer en este país también se han vuelto más complicados. "Antes el examen no era tan duro", dice Martínez, "además del papeleo, necesitas un visado de trabajo y un muy buen nivel de inglés, pasar el examen de IELTS y paciencia”.

Responde con un "nunca digas 'de esta agua no beberé'" cuando se le pregunta si tiene pensado regresar a España. Por el momento no lo hará porque acaba de firmar un contrato de renovación con la clínica en la que trabaja. "Como los futbolistas", bromea. Es cierto que el sistema en Reino Unido es distinto al de España: "Antes de la Covid, había alguna clínica en la que te daban 15.000 libras el primer mes sólo por firmar con ellos". Hoy en día es diferente, pero dice estar muy contento, tanto en lo personal como en lo profesional.

Halo de prestigio desaparecido

La colegiación de los dentistas es obligatoria para poder ejercer la profesión en España. Sin embargo, las nuevas generaciones han eliminado este gasto porque "no lo pueden asumir". Y es que en los últimos cuatro años, sólo se han colegiado 3 de cada 10 egresados. Para Castro, este dato refleja el "gran desencanto" del recién egresado.

Habla como presidente del Consejo, pero también como padre de dos jóvenes odontólogos. Su suegro también se dedicó a esta profesión. Esto le ha permitido comprobar "de una manera más cercana" cómo en los últimos años ha desaparecido el halo de prestigio y de buenas condiciones económicas que acompaña a Odontología.

En consecuencia, la tasa nacional de dentistas en activo se sitúa en 87 profesionales por 100.000 habitantes. La mayoría de ellos pertenecen al sector privado. Se calcula que en el Sistema Nacional de Salud apenas se alcanzan los 1.200 dentistas; o lo que es lo mismo, 25 dentistas por cada millón de habitantes.

Como denuncia Castro, el escenario es completamente heterogéneo entre las comunidades, pues los planes de Salud Bucodental no se pusieron en marcha con unanimidad: "Por ejemplo, un niño en el País Vasco, donde el Programa de Asistencia Dental Infantil comenzó en los años 90, tendrá mejor salud bucodental que uno valenciano".

Lamenta que la predisposición a las enfermedades venga determinado por el código postal. También cree que sería necesario invertir más en plantes preventivos para mejorar la educación sanitaria: "Observamos un consumo desmesurado de alimentos azucarados, ya no se prepara un bocadillo de chorizo, sino que se ofrece una bollería industrial". "En España", remacha Castro, "no hay una cultura de ir al dentista, en comparación con otros países europeos".