El invierno en Australia y Nueva Zelanda, que acaba de terminar, ha dejado la peor temporada de gripe en cuanto a número de casos se refiere. Con un total de 341.742 casos notificados, 2024 supera —sin haber finalizado siquiera— a cualquier otro año del registro, incluido 2009, año de la pandemia de gripe A.
El comportamiento del virus en el hemisferio sur da pistas de lo que hará en el hemisferio norte y viceversa. De hecho, la Organización Mundial de la Salud toma como referencia las cepas circulantes en un hemisferio para establecer recomendaciones vacunales en el opuesto.
De trasladarse la intensidad de la gripe en Australia a nuestro país volverán la saturación y el colapso de una atención primaria y una urgencias hospitalarias tensionadas al máximo y en las que la experiencia pandémica ha dejado una huella indeleble en los profesionales pero no en los responsables políticos.
La gripe no ha dejado de hacer acto de presencia en las antípodas. Los casos se han contado por miles desde enero del presente año y no han hecho más que crecer, alcanzando un pico en julio, con 107.018 notificaciones, según el sistema de vigilancia del departamento de sanidad australiano.
Solo ha habido un pico mayor y se produjo en junio de 2022, con 111.404 casos. Esa temporada fue especialmente intensa pero mucho más concentrada en el tiempo: la gripe estuvo en auge de mayo a julio y, a partir de agosto, la incidencia cayó abruptamente.
El año con más casos registrados fue 2019, con un total de 313.615. Al igual que el presente año, la gripe estuvo presente todo el tiempo, pero el pico de la incidencia, también en julio, fue mucho menor: poco más de 70.000 casos.
Hay que tener en cuenta que se trata de casos confirmados en laboratorio tras un test. Esto puede explicar que los números de la gripe hace una década sean menores que en la actualidad pues no se testaba tanto. Aún así, la mayor cantidad de casos positivos hasta la temporada actual se dio antes de la pandemia de Covid.
Pero también quiere decir que los datos actuales pueden subestimar la actividad gripal, dándose un número mayor de casos bajo el radar.
Javier Arranz, portavoz del grupo de enfermedades infecciosas de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc), explica que la temporada de gripe austral da pistas sobre la tendencia en el hemisferio norte, "pero no es algo automático: muchos casos allí no implican necesariamente lo mismo aquí".
Una de las razones de este aumento puede ser la disminución de las coberturas vacunales. De hecho, a finales de julio, los médicos australianos alertaban que medio millón menos de personas se había vacunado respecto a 2023.
"La vacunación fue más alta con la Covid pero, a medida que pasa el tiempo, el temor decae y la gente se vacuna menos", apunta Arranz. "De ahí que tengamos que seguir insistiendo para mantener las coberturas".
Entre la última semana de septiembre y el mes de octubre van comenzando las campañas de vacunación frente a gripe y Covid en todas las comunidades autónomas.
El médico describe que cada diez años (más o menos) suele haber una temporada de gripe especialmente intensa. "No estamos en ese timing pero tampoco podemos descartar que sea más agresiva de lo habitual".
Saturación de las urgencias
Todos los años, la temporada de gripe suele poner a prueba la resiliencia del sistema sanitario, sobre todo de la atención primaria y las urgencias, que contienen una avalancha predecible: el pico de incidencia suele alcanzarse en enero y febrero.
De trasladarse las características de la temporada de gripe australiana a nuestro país, con muchos casos y una incidencia muy alta en su pico de actividad, la 'amenaza' sobre nuestro sistema sanitario adquiere un tinte particularmente inquietante.
La última temporada del virus en España estuvo llena de voces alertando de la saturación y el colapso de las urgencias.
"La demanda aguda es inasumible, incompatible con atender a las citas previstas en la agenda, y se ha acentuado este invierno respecto a años anteriores, pero es algo crónico", declaraba la médica de familia Elena Bartolozzi en Crónica Global. "El día que nos toca agenda, sobrevivimos, y cuando estamos en urgencias, morimos".
María José García, portavoz del sindicato de enfermería Satse, explicaba el pasado enero que, aunque no se estaban enfrentando a nada nuevo, "ya se están viendo camas en los pasillos de los hospitales porque no hay donde ingresar a la gente, hay centros que se están planteando suspender cirugías, etc."
La enfermera explicaba que es "un proceso que se produce anualmente, que sabemos que se va a dar [y] pilla por sorpresa siempre a las administraciones sanitarias". La incidencia de gripe ha ido aumentando cada año desde 2020, cuando la Covid 'barrió' el virus.
El año pasado, el coronavirus marcó un final de verano y principios de otoño especialmente intenso. Este 2024 se produjo un pico a mediados de junio, dejando un hueco en los meses posteriores.
"Es verdad que ahora hay menos Covid y ese espacio puede ocuparlo la gripe en invierno, es lo esperable", comenta Javier Arranz. "Este tipo de cosas es lo que nos tiene que poner en alerta e insistir en la vacunación".
Por ello, el médico se felicita porque se haya incluido más grupos de población en las recomendaciones de este año aprobadas por la Comisión de Salud Pública.
"Especialmente, la de personas que trabajan en granjas, tras el aumento de casos en animales [de gripe aviar H5N1]", apunta. "Está muy bien que se haga una incidencia específica en este grupo, para quedarnos tranquilos".