Aunque el cáncer de tiroides no es uno de los más prevalentes, en la actualidad afecta a decenas de miles de personas todos los años. Se trata del décimo cáncer más diagnosticado en el mundo y la mayoría de hallazgos se producen mujeres y a una edad temprana. En España se diagnostican 3.000 casos nuevos cada año, siendo la edad habitual entre los 30 y los 50 años.
En este aspecto, Jennifer Tyburski, una estadounidense diagnosticada de cáncer de tiroides a los 39 años, ha contado recientemente su experiencia en el medio Parade. Y su edad no era lo único llamativo, sino que se trataba de una persona en general sana y con buenos hábitos de vida.
Según explica la misma Tyburski, ella siempre se consideró una persona sana y sin problemas de salud graves. Mantenía un peso saludable y con un patrón alimentario equilibrado y saludable. Es madre de dos niños y asegura que siempre consumía leche orgánica, tenía un estilo de vida activo e incluso realizaba ejercicios de fuerza.
En busca de diagnóstico
Sin embargo, el pasado mes de diciembre de 2023 notó un bulto en el cuello, motivo por el cual acudió a su médico y se realizó unos análisis, pero en principio todo parecía normal. Finalmente, en el mes de abril de 2024, fue diagnosticada de cáncer de tiroides.
Cuando pensó en los meses previos, se percató de algunos síntomas que había pasado por alto: se sentía cansada y se quedaba dormida durante horas sin motivo aparente a horas poco habituales. De hecho, el cansancio es un síntoma inespecífico pero común del cáncer de tiroides. Pero tanto Tyburski como su médico lo relacionaron con su vida activa y sus múltiples ocupaciones, incluyendo la crianza de sus hijos.
Tras las pruebas y la exploración inicial, en febrero de 2024 se notó el bulto en el cuello más visible y empezó a investigar sobre posibles causas. Una de ellas era la enfermedad de Hashimoto, una causa conocida de hipotiroidismo autoinmune. Esta patología puede incluso acabar desencadenando un hipertiroidismo, aunque estos casos son más raros. En dicho caso, es posible que se produzca una inflamación tiroidea, aunque la sensación de "bulto" en el cuello también es un signo de cáncer de tiroides.
Un tratamiento de éxito
Finalmente, en abril de 2024, tras un examen por parte de un endocrinólogo, se le aconsejó realizar una ecografía de cuello a fin de descartar posibles nodulaciones. El 95% de los nódulos tiroideos son benignos, pero en su caso se realizó una biopsia posterior ante sospechas de malignidad. Con esta última prueba se se acabó confirmando que Tyburski padecía un cáncer papilar de tiroides, la variante más común de este tipo de cáncer. Suele responder bien al tratamiento con una buena evolución y una supervivencia habitual de entre 10-20 años de media, o más.
Posteriormente, en junio de 2024, Tyburski fue tratada mediante una tiroidectomía: tras ocho horas de intervención, se le extirpó la glándula tiroides de 69 ganglios linfáticos afectados. Fue una cirugía de gran calibre, donde se intentó no dañar el nervio laríngeo, el cual controla las cuerdas vocales y, por tanto, la voz.
Es habitual, a pesar de que las cirugías son muy concienzudas en este aspecto, que la voz se vea afectada tras una cirugía tiroidea. En el caso de Tyburski, hubo suerte y no sufrió efecto alguno. Pero aún quedaban pasos que dar, dado que también recibió yodo radioactivo, algo común tras una tiroidectomía por un cáncer extenso. Como sucedió en este caso, tras recibir este tratamiento se aconseja aislamiento por los niveles de radiactividad asociados, aunque se trata de algo temporal.
Actualmente Tyburski mantiene su voz, sus cicatrices son mínimas y se siente aliviada con los resultados. Sin embargo, recuerda que es posible que un análisis sanguíneo sea normal, pero que aún así sea necesario realizar otras pruebas complementarias, como fue su caso. Sobre todo si el signo o síntoma continua o se agrava, dado que en casos como el cáncer de tiroides, un tratamiento precoz puede ser clave.