Aunque se anuncien a bombo y platillo, las píldoras milagrosas no existen en el ámbito de la salud. Los suplementos alimenticios, a base de minerales o vitaminas, no requieren una receta médica, pero se presentan como la solución para múltiples problemas y siempre suelen estar indicados para personas sanas. Por esta razón, muchos expertos suelen decir que sólo sirven para que gastemos nuestro dinero. Entre estos compuestos milagrosos destaca la coenzima Q10 (CoQ10), que se ha recomendado prácticamente para todo.

Es posible que esta sustancia te recuerde a algunas cremas hidratantes para la piel que la contienen y la anuncian en su envase. Sin embargo, también se puede encontrar con el formato de un suplemento alimenticio y que te pueden intentar vender con muchísimos propósitos. La CoQ10 se ha presentado como un supuesto remedio para la fatiga y un potenciador del rendimiento para los deportistas, pero también para quienes estudian o se están recuperando de una enfermedad. 

También para reducir los efectos secundarios que produce el consumo de estatinas para el colesterol en los músculos. Reducir el riesgo cardiovascular, mejorar las insuficiencias cardíacas y de paso dejar un mejor aspecto en la piel. La Asociación Estadounidense de Personas Jubiladas (AARP, por sus siglas en inglés) también ha expuesto en un documento que la CoQ10 se ha publicitado también como un supuesto potenciador de la salud del cerebro, capaz de reducir el deterioro cognitivo e, incluso, pararle los pies a las demencias.

Ni para las estatinas

Sin embargo, ninguna de estas aplicaciones ha sido aceptada por la ciencia y los expertos recomiendan que confiemos más en unos hábitos saludables, como una dieta nutritiva y una rutina de ejercicio físico, para alcanzar estos objetivos. Probablemente, los usos que se le atribuyen más engañosos son su capacidad para contrarrestar los efectos secundarios de las estatinas y la de potenciar la salud de nuestro cerebro, deteniendo el deterioro cognitivo y previniendo las demencias. Los científicos lo han desmentido en varias ocasiones.

Según explica este artículo de The New York Times, la creencia de que la CoQ10 puede llegar a ayudar a las personas que necesitan tomar estatinas surgió en la segunda mitad del siglo pasado. En el año 1957 un grupo de investigadores de la Universidad de Wisconsin descubrió esta molécula, que ayudaba a las células musculares a generar energía. El siguiente descubrimiento sobre la CoQ10 tuvo lugar en 1978: tanto esta como el colesterol se sintetizan por la misma vía bioquímica. 

Por esta razón, los investigadores se preguntaron si las estatinas también reducían los niveles de CoQ10, además del colesterol, y, por tanto, generaban problemas en los músculos. Siguiendo este razonamiento, tomar suplementos de CoQ10 podría ayudar a paliar los efectos secundarios de las estatinas. "Pero los estudios han arrojado resultados contradictorios", explica el artículo de The New York Times. Finalmente, en el año 2015 un metaanálisis que contó con más de 300 pacientes estableció que no había beneficios en el consumo de CoQ10 para este fin.

Ni para las demencias

"Otros estudios rigurosos sobre la CoQ10 para otras condiciones médicas, como el fallo cardíaco, el párkinson y la enfermedad de Huntington, han descubierto que se trata de un remedio sin efectividad", sentencia el diario estadounidense. Tampoco para la salud del cerebro y la prevención del deterioro cognitivo ha demostrado ser una solución confiable. La AARP incluyó a la CoQ10 en su documento firmado con el Consejo Global de la Salud del Cerebro (GCBH, por sus siglas en inglés) titulado El verdadero negocio sobre los suplementos para la salud del cerebro: recomendaciones de la GCBH sobre vitaminas, minerales y otros suplementos alimenticios.

En este documento se puede leer que "los estudios en humanos no han demostrado de manera convincente beneficios para el pensamiento, la memoria o la prevención frente al alzhéimer", recoge el documento. "No hay suficiente evidencia para recomendar tomar CoQ10 para proteger frente al envejecimiento del cerebro, prevenir o tratar el alzhéimer". En realidad, tal y como recoge The New York Times en este otro artículo, "ningún suplemento alimenticio previene el deterioro cognitivo y la demencia".

Lo que sí es cierto es que los hábitos de vida saludable se han relacionado con una cierta protección frente a las demencias. Ahora bien, esto no requiere una inversión adicional en píldoras de vitaminas, minerales y otros compuestos. La CoQ10, de hecho, se encuentra de manera natural en el organismo y está implicada en la transformación de los alimentos en energía. También se adquiere de manera orgánica a través del consumo de alimentos tales como los aceites vegetales, el pescado azul, la casquería, los cereales integrales y algunas frutas. 

Ahora bien, tampoco debe preocuparnos tener suficiente CoQ10 hasta el punto de añadir esos suplementos a la dieta porque pueden tener efectos secundarios. Tal y como explica The New York Times, estos suplementos pueden llegar a causar insomnio y malestar estomacal, además de interactuar con importantes medicamentos como los anticoagulantes, las insulinas y algunas quimioterapias. La AARP añade que también puede incrementar el riesgo de coagulación de la sangre en personas que toman medicamentos para la tensión arterial.