Se suele decir que la edad es el mayor factor de riesgo para sufrir un infarto cardíaco, un accidente cerebrovascular o, en general, casi cualquier enfermedad cardiovascular. Si bien esto es cierto en la mayoría de los casos actuales, la edad no siempre es un factor diferencial. No es necesario tener 65 años o más para sufrir un infarto, y no siempre se poseen los factores de riesgo "típicos" o más conocidos.

Ese fue el caso de Chris Prewitt, de Ohio (Estados Unidos), el cual sufrió un infarto a ños 48 años, lo cual implicaría más de una década de diferencia con la media habitual para sufrir algún evento de este tipo, según datos de un informe publicado en Circulation el pasado año 2018, se situaría en los 65,6 años para los hombres y los 72 años para las mujeres.

La edad no es el único factor de riesgo; cabe recordar que la dieta, los antecedentes familiares, el peso y los niveles de actividad física, entre otros, son factores de sufrir un evento cardiovascular. En este caso, Prewitt creía tener todos estos factores controlados, o al menos eso creía.

"Siempre me he preocupado por mi salud. He corrido maratones y cientos de carreras de 5 km y he practicado CrossFit durante un largo periodo de mi vida. Mi familia tiene algunas intolerancias, como el gluten o los productos lácteos, por lo que siempre estamos atentos a lo que comemos. Duermo bien y soy una persona sana", cuenta Prewitt a Parade.

Sin embargo, lo que Prewitt no sabía es que sí poseía antecedentes familiares de enfermedad cardíaca, y que este tipo de eventos de salud pueden ocurrir a cualquier edad e incluso en personas sanas: los factores de riesgo tienen en cuenta una mayor posibilidad de sufrir una enfermedad, pero no permiten controlar totalmente la situación.

Ahora, viendo las cosas en retrospectiva, Prewitt recuerda que su primer síntoma fue la sensación de fatiga, una fatiga inusual. De hecho, un estudio publicado en Circulation el pasado año 2022 sugirió que la fatiga era un signo temprano común de insuficiencia cardíaca, aunque también es un síntoma fácil de ignorar dependiendo de la situación personal: cuidar de una familia y simplemente vivir en la sociedad acelerada actual es agotador.

Además, también notó que sus ojos se amarilleaban y no eran tan blancos. Así mismo, sufrió síntomas similares a una gripe las semanas previas, con un dolor muscular inusual, un tipo de dolor que también sufrió el día del infarto de corazón.

De hecho, no fue Prewitt quien llamó a urgencias. Todo empezó en el gimnasio unos días después de Navidad del año 2023, cuando se empezó a notar dolor y el personal de su gimnasio le sugirió llamar a su mujer. Le llevaron a urgencias, pero su mujer se pasó la salida y acabaron frente al Hospital Avon de la Clínica Cleveland; mientras él se había desplomado en el asiento y se encontraba pálido y frío. De hecho, esta equivocación en la salida le salvó la vida.

A su llegada, le practicaron la RCP y una desfibrilación, un procedimiento que duró 20 minutos hasta que pudieron reanimarle totalmente. Necesitó cuatro días de ingreso hospitalario, y no fue consciente de haber sufrido un infarto hasta que recuperó la consciencia. Además, ahí fue cuando se enteró de sus antecedentes familiares: su abuelo materno había tenido un par de bypasses a los 60 años, pero su abuelo paterno había fallecido de un paro cardíaco con 49 años, algo que él desconocia. En este caso, se trata de factores de riesgo que no podemos controlar.

Tras todo este proceso, Prewitt asistió a un programa de rehabilitación cardíaca para recuperar y fortalecer la funcionalidad de su corazón, un programa que duró 12 semanas y durante el cual aprendió más sobre la salud cardíaca, la dieta mediterránea y las enfermedades cardíacas.

Sin embargo, aunque una dieta saludable es un pilar básico en la salud de cualquier persona, Prewitt aprendió que ni siquiera eso puede prevenir al 100% un infarto de corazón. De ahí la necesidad de llevar a cabo cierta prevención, sobre todo en casos de personas con antecedentes familiares como fue su caso, como por ejemplo análisisd de sangre que tengan en cuenta el metabolismo del azúcar y colesterol, o la medición de las cifras tensionales, entre otros valores.

Aunque Prewitt sigue sin saber con certeza por qué sufrió un infarto, no se arrepiente de hacer ejercicio y llevar una dieta saludable, dado que su buen estilo de vida con gran probabilidad le salvó la vida y aceleró su recuperación. Pero, según explica, la lección más importante que aprendió es la necesidad de priorizar su salud: "Estamos demasiado ocupados para centrarnos en nuestra salud. Estamos centrados en los niños, la familia, amigos, parientes, trabajo y todo lo demas, pero no nos cuidamos suficiente a nosotros mismos, y es posible que no estemos ahí para los demás en el futuro".