El cáncer es una de las principales preocupaciones de salud pública a nivel global. Solo en España, en 2021, casi 110.000 personas fallecieron a causa de esta enfermedad. Aunque parte de la incidencia del cáncer puede estar influida por la genética, nuestros hábitos juegan un papel crucial en su prevención, y la alimentación se ha identificado como un factor clave. Numerosos estudios han investigado la relación entre ciertos alimentos y el desarrollo de diferentes tipos de cáncer. Entre los alimentos más asociados con un mayor riesgo de cáncer se encuentran el alcohol, los productos ultraprocesados y la carne procesada.
Uno de los principales culpables es el alcohol. Esta sustancia, ampliamente normalizada en la sociedad, está vinculada a un mayor riesgo de varios tipos de cáncer, especialmente aquellos que afectan la cavidad oral, la faringe, el esófago, el hígado y el colon. Incluso un consumo moderado de esta bebida puede incrementar significativamente el riesgo. Según algunos estudios, como el publicado en Cancer Epidemiology, Biomarkers & Prevention, el consumo de cuatro unidades de alcohol al día puede aumentar cinco veces el riesgo de cáncer oral y faríngeo, y hasta un 50% el riesgo de cáncer colorrectal y de mama. Esta sustancia no solo daña el ADN, sino que también afecta la capacidad del cuerpo para absorber nutrientes clave para la prevención del cáncer.
Según un informe de la International Agency for Research on Cancer (IARC), el alcohol es un carcinógeno de tipo 1, lo que significa que existe suficiente evidencia para afirmar su rol en el desarrollo de cáncer. Esto se debe en parte a la conversión del etanol en acetaldehído, un compuesto que daña directamente el ADN de las células, comprometiendo su capacidad de reparación y generando mutaciones que pueden llevar a la formación de tumores.
Uno de los estudios más exhaustivos sobre los efectos del alcohol en el riesgo de cáncer de mama, realizado por investigadores internacionales, ha mostrado que el riesgo de desarrollar este tipo de cáncer aumenta en un 7% y un 12% por cada 10 gramos de alcohol consumido diariamente, lo que equivale aproximadamente a una copa de vino o una cerveza. Este incremento es significativo incluso con consumos moderados, y el riesgo aumenta de forma proporcional con el aumento del consumo de esta bebida. Su impacto sobre los niveles de estrógenos es una de las principales razones de este riesgo, ya que esta hormona juega un papel crucial en el desarrollo de ciertos tipos de cáncer, incluido el de mama, tal y como señala el Instituto Nacional del Cáncer.
Además, el consumo habitual de alcohol también afecta al sistema inmunológico, debilitando la capacidad del cuerpo para combatir las células cancerosas en sus etapas iniciales. De igual modo, interfiere en la metabolización de nutrientes esenciales, como el folato, que es necesario para la reparación del ADN, lo que aumenta la probabilidad de que ocurran mutaciones cancerosas.
Alimentos ultraprocesados
El cáncer es una de las principales causas de muerte a nivel mundial, y su relación con factores ambientales, entre ellos la dieta, ha sido objeto de extensos estudios científicos. Diversos alimentos han sido identificados como promotores del cáncer, entre ellos los ultraprocesados. Es decir, productos industriales que contienen múltiples ingredientes y aditivos, como conservantes, colorantes y saborizantes, y han sido sometidos a diversos procesos industriales para mejorar su sabor y prolongar su vida útil como snacks empaquetados o comidas rápidas. Estos, cuando se consumen habitualmente, pueden aumentar significativamente el riesgo de desarrollar diferentes tipos de cáncer debido a sus componentes dañinos y a los efectos metabólicos que inducen en el cuerpo.
Los ultraprocesados son productos fabricados industrialmente que contienen múltiples ingredientes añadidos, como conservantes, colorantes y edulcorantes artificiales. Un estudio reciente llevado a cabo por la IARC, concluyó que el consumo habitual de este tipo de alimentos incrementa significativamente el riesgo de padecer cáncer, especialmente cáncer colorrectal y de mama. Además, suelen estar asociados con la obesidad, la cual es un conocido factor de riesgo para varios tipos de cáncer, ya que el exceso de grasa corporal genera un estado inflamatorio crónico que propicia el desarrollo de tumores malignos.
El mecanismo subyacente al riesgo asociado con este tipo de alimentación tiene que ver con la inflamación y el estrés oxidativo. Estos productos suelen ser bajos en fibra, vitaminas y minerales, lo que disminuye la capacidad del cuerpo para protegerse contra el daño celular. Además, los aditivos, conservantes y grasas trans presentes en estos alimentos pueden generar radicales libres, moléculas inestables que dañan el ADN y promueven mutaciones en las células que podrían desencadenar el cáncer, tal y como destaca el American Institute for Cancer Research. Un estudio publicado en la revista Clinical Nutrition evidenció que un aumento del 10% en la ingesta de alimentos ultraprocesados está directamente relacionado con un 11% de incremento en el riesgo de cáncer colorrectal.
Carne procesada
Por otro lado, la carne procesada ha sido objeto de numerosos estudios que señalan su vínculo con el cáncer, especialmente el cáncer colorrectal. La IARC clasificó a este alimento como carcinógeno en 2015, debido a los compuestos que se generan durante su cocción a altas temperaturas, como las aminas heterocíclicas (AHC) y los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP). Estos compuestos, cuando se acumulan en el organismo, provocan alteraciones en el ADN que aumentan las probabilidades de desarrollar cáncer.
El estudio PREDIMED, uno de los ensayos clínicos más amplios sobre nutrición en Europa, demostró que las personas que consumían mayores cantidades de este tipo de carne tenían un riesgo significativamente mayor de desarrollar cáncer colorrectal. Los investigadores sugieren que consumir uno 50 gramos de este alimento al día incrementa el riesgo de este tipo de cáncer en un 18%, lo que subraya la importancia de reducir el consumo de productos como embutidos, salchichas y carnes ahumadas.
Además del colorrectal, otros tipos de cáncer como el de estómago y páncreas también han sido asociados con el consumo habitual de carne procesada. Los compuestos tóxicos generados durante el proceso de ahumado y fritura de la carne aumentan el riesgo de mutaciones celulares y, por tanto, el desarrollo de tumores malignos. Esto es porque, según la Organización Mundial de la Salud, dentro de los principales elementos que provocan cáncer en este tipo de alimentos, asados y ahumados, se encuentran dos carcinógenos en concreto, los nitritos y las N-nitrosaminas.
Estas dos sustancias participan en procesos complejos que favorecen mutaciones genéticas y del ADN tras la exposición con el jugo gástrico y las altas temperaturas de cocción. Incluso, hay investigaciones que relacionan las nitrosaminas con el riesgo de cáncer gástrico y colorrectal, según averiguó el Instituto Catalán de Oncología.