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Apenas una semana antes de cumplir los 54 años, Heidi Paolone recibió la peor de las noticias: le habían diagnosticado cáncer de ovario. Solo en Estados Unidos, según la Sociedad Estadounidense del Cáncer (ACS), 1 de cada 87 mujeres será diagnosticada con este tipo de cáncer, siendo un total de 20.000 los diagnósticos totales durante el presente año 2024 según las estadísticas.

Si bien es cierto que la edad es un factor de riesgo conocido para sufrir cáncer de ovario, siendo raro en mujeres menores de 40 años, la edad media más común son los 63 años o más, por lo que Paolone tampoco acababa de encajar en el "perfil típico" de este tipo de cáncer, siendo una de las principales causas de muerte asociadas al cáncer en las mujeres.

Como explicó recientemente la propia Paolone al medio Parade, este cáncer generalmente se detecta en una etapa avanzada durante una evaluación quirúrgica por un problema diferente. "Es devastador encontrar el cáncer en etapas más avanzadas cuando podría haberse detectado antes y haberse beneficiado de una intervención temprana. Quiero dejar claro que esto no es culpa de los médicos, simplemente se necesitan más herramientas de detección y educación para las pacientes"

Como también explica Paolone, los síntomas del cáncer de ovario son inesperados e inespecíficos, y realmente no se les suele prestar atención en sus inicios. Ella se notó náuseas y acidez estomacal persistente durante nueve meses antes de ser diagnosticada; si bien es cierto que nunca había experimentado unos síntomas similares, y no se aliviaban, tampoco son signos clásicos del cáncer de ovario. Aún así, dada la persistencia, sentía que algo no iba bien.

Viendo las cosas en retrospectiva es más fácil discernir que algo fallaba, pero aún así es complicado, y tampoco sirve como vía diagnóstica en todos los casos. Como explica el Dr. Joshua G. Cohen, MD, oncólogo ginecológico en el City of Hope Orange County de California, y miembro del equipo de atención de Paolone, "una de las dificultades para diagnosticar el cáncer de ovario es que los síntomas a menudo no se notan hasta que el cáncer se ha propagado". Algunos síntomas tan comunes como inespecíficos son:

- Hinchazón abdominal.

- Sensación de saciedad rápida al comer.

- Disminución del apetito.

- Estreñimiento o diarrea.

- Necesidad frecuente de orinar.

- Fatiga extrema inusual.

- Dolor durante las relaciones sexuales.

Paolone no sufría ninguno de estos síntomas, y tampoco tenía factores de riesgo para padecer cáncer de ovario. Sí comentó haber sufrido episodios de endometriosis e infertilidad a los 20 años, pero estas afecciones no han demostrado ser un factor de riesgo de cáncer de ovario. De hecho, se realizó pruebas genéticas tras su diagnóstico, sin objetivarse tampoco vínculos genéticos con este tipo de cáncer.

Además, Paolone llevaba un estilo de vida saludable, se mantenía actualizada sobre las nuevas recomendaciones de salud y leía libros sobre cocina saludable. Sus ideas de citas y quedadas consistían en caminatas, remo y ciclismo. Pero, como ella misma comenta, aunque el estilo de vida saludable reduce el riesgo de sufrir enfermedades, el riesgo cero no existe.

Aunque sus náuseas y acidez persistentes no eran síntomas típicos del cáncer de ovario, Paolone no los ignoró, y su médico general tampoco, el cual le realizó diferentes pruebas de forma proactiva, sin encontrar nada anormal. Posteriormente, habló con su ginecólogo, el cual le aconsejó realizar una histerectomía electiva para tomar muestras de tejido cervical y uterino.

Aunque pueda parecer excesivo, Paolone se sometió a una histerectomía completa durante el pasado año 2022 y permaneció en el hospital durante nueve días. Finalmente, esta agresiva cirugía dio con un diagnóstico "extremadamente raro": sarcoma del estroma endometrial (ESS) de ovario en estadio 3C. De hecho, según las estadísticas actuales, el ESS representa solo el 0.2% de tumores uterinos y el 15% de los tumores uterinos.

A pesar de todo, Paolone se encuentra muy agradecida: "Si no hubiese seguido adelante con la cirugía, no habrían descubierto mi cáncer".

Llegados a este punto, Paolone se puso en contacto con el Dr. Joshua Cohen para iniciar el tratamiento de su cáncer, el cual ya se había extendido. La rareza de este cáncer hizo que su atención fuese más especializada si cabe: ya se había realizado estudios de imagen para evaluar la extensión de la enfermedad, y ya se había realizado una cirugía para extirpar el cáncer visible. El siguiente paso habitual habría sido realizar quimioterapia, pero finalmente no fue así.

En este caso, tras pasar por un comité de especialistas multidisciplinar, se decidió realizar un tratamiento con terapia hormonal con un inhibidor de la aromatasa que aún a día de hoy sigue tomando dos años después. Su cáncer sigue en remisión, aunque los primeros cinco años tras el diagnóstico son cruciales, y aún siguen realizándole controles por parte de oncología.