El diagnóstico de cáncer es un golpe duro. Más allá de los evidentes retos físicos y emocionales que supone, uno de los aspectos menos abordados es su impacto en la salud sexual. Tanto el diagnóstico como los tratamientos oncológicos pueden tener consecuencias severas sobre la fertilidad y la función sexual de los pacientes, afectando a su bienestar físico, a sus relaciones personales y su calidad de vida.
A pesar de su carácter fundamental, sigue siendo un tema delicado y en ocasiones desatendido tanto en las consultas médicas como en los entornos familiares. Así se ha puesto de manifiesto durante la Reunión Anual 2024 de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO), celebrada en Barcelona del 13 al 17 de septiembre.
La salud sexual puede verse afectada de distintas maneras, dependiendo del tipo de neoplasia y del tratamiento recibido. La frecuencia de los problemas sexuales es alta en pacientes con tumores: varía entre el 70 -80% en el caso del cáncer colorrectal. En el cáncer de mama, según un artículo reciente en The Lancet Oncology (2021), más del 50% de las mujeres que reciben tratamiento afirman tener problemas sexuales. Es también elevada en el cáncer de cabeza y cuello, con una incidencia del 50 al 60%.
Las disfunciones sexuales en hombres, especialmente aquellos con cáncer de próstata, testículos o vejiga, son un desafío significativo. La disfunción eréctil es una de las secuelas más comunes tras la cirugía o radioterapia, y se ha observado que puede afectar hasta el 80% de los pacientes tratados de la próstata (European Urology, 2019). La pérdida de la capacidad de erección puede deberse a daños en los nervios y vasos sanguíneos responsables de la función eréctil, o a los efectos secundarios de los tratamientos hormonales, que suprimen los niveles de testosterona.
La disminución del deseo sexual es otro problema recurrente, relacionado tanto con factores físicos como emocionales. La fatiga, el estrés y la depresión asociada al diagnóstico de cáncer son factores que afectan el deseo sexual. También el uso de tratamientos como la quimioterapia puede inducir alteraciones hormonales que repercuten en la lÍbido.
En las mujeres, las alteraciones sexuales derivadas del cáncer pueden ser igualmente devastadoras. Las pacientes con cáncer de mama, ovario o cuello uterino pueden experimentar una disminución significativa de la lubricación vaginal, atrofia vaginal y dolor durante las relaciones sexuales (Obstetrics & Gynecology, 2020). La cirugía o la radioterapia en la zona pélvica pueden producir daño directo a los nervios y tejidos que influyen en la respuesta sexual. Los tratamientos hormonales, como el uso de inhibidores de estrógenos en pacientes con cáncer de mama, pueden interferir en la lubricación vaginal y el deseo sexual.
La quimioterapia y la radioterapia también afectan negativamente a la fertilidad en ambos sexos. Las guías de la ESMO aconsejan ofrecer asesoramiento a los pacientes con cáncer en edad reproductiva desde el inicio del diagnóstico. En el caso de las mujeres, pueden presentar amenorrea y disminuir la reserva ovárica, llegando incluso al fallo ovárico prematuro en casos graves. Contamos con múltiples técnicas para preservar la fertilidad, pero también es importante considerar otros aspectos como el embarazo y la lactancia. En los hombres, puede disminuir la calidad del esperma y causar ausencia de espermatozoides (azoospermia).
Romper el silencio
Uno de los principales desafíos al tratar las alteraciones sexuales en pacientes oncológicos es que rara vez se habla de ellas. Muchos sienten vergüenza o piensan que son un precio inevitable por sobrevivir al cáncer. Sin embargo, existen numerosas estrategias y tratamientos disponibles para mejorar su calidad de vida sexual. Es esencial romper el silencio. El personal médico debe abordar este tema de manera proactiva, creando un ambiente de confianza. Un estudio de Psycho-Oncology (2018) reveló que si los profesionales de salud inician la conversación, los pacientes se sienten más cómodos para expresarse.
Abordar un problema tan personal e íntimo hace necesario conocer las fases y etapas emocionales y sexuales por las que pasa el paciente y su pareja para abordarlas en el momento adecuado. Inicialmente, la prioridad es la supervivencia, dejando la sexualidad y la fertilidad en un segundo plano, lo que puede generar incomodidad al abordar estos temas. Este período es emocionalmente impactante y a menudo provoca una "parálisis" en la vida sexual.
Una vez que el tratamiento está en curso o ha finalizado, muchas parejas se enfrentan a la realidad del impacto que tiene en su vida sexual. A nivel emocional, tanto el paciente como su pareja pueden sentirse desconectados, lo que incrementa la frustración y la distancia en la relación. Estudios han demostrado que es en esta fase, generalmente entre los tres y seis meses tras el tratamiento, cuando los pacientes comienzan a buscar ayuda (The Journal of Sexual Medicine, 2020).
En la fase final de la recuperación o supervivencia, muchas parejas intentan reestablecer una vida sexual activa. Es en este punto cuando las intervenciones médicas y terapéuticas sobre la sexualidad pueden ser más efectivas. Las parejas que comunican abiertamente sus dificultades tienden a encontrar mejores soluciones y a adaptarse mejor a los cambios en la vida íntima.
Existen diversas opciones terapéuticas para tratar la disfunción sexual en pacientes oncológicos, que no difieren del resto de pacientes. En hombres, se utilizan inhibidores de la PDE5, como el sildenafilo, y en casos más graves, se recurre a inyecciones intracavernosas o prótesis peneanas. En mujeres, los tratamientos incluyen lubricantes vaginales, estrógenos tópicos y, en algunos casos, terapia hormonal bajo supervisión médica. Además, la terapia psicológica y el asesoramiento sexual son esenciales para ambos sexos.
En España, el acceso de los pacientes oncológicos a la psicoterapia y al asesoramiento sexual varía según la comunidad autónoma y el centro hospitalario. Aunque todas las comunidades autónomas incluyen esta prestación en su cartera de servicios, la realidad es que la atención específica en materia de sexualidad no está uniformemente disponible. Algunos centros especializados cuentan con unidades de psicooncología, pero su disponibilidad depende de los recursos y la especialización en cada área.
Organizaciones como la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), la Fundación Oncolliga y el Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC) brindan apoyo emocional y asesoramiento en sexualidad y fertilidad a nivel nacional.
No obstante, uno de los mayores desafíos sigue siendo la falta de formación específica entre los profesionales sanitarios para abordar estos temas de manera proactiva. Según un estudio publicado en Psycho-Oncology (2019), muchos oncólogos y urólogos evitan tocar estos temas por miedo a generar incomodidad, lo que deja a muchos pacientes sin la información y el apoyo que necesitan para gestionar adecuadamente su salud sexual.
Para mejorar la calidad de vida de los pacientes oncológicos, es crucial integrar la salud sexual como un aspecto esencial de su atención médica en nuestros hospitales y centros de salud. Con la mejora en los tratamientos oncológicos y el aumento de la supervivencia, se abre la oportunidad no solo de garantizar la supervivencia de los pacientes, sino de ayudarlos a vivir plenamente, con relaciones afectivas y sexuales saludables. Romper el silencio en torno a la salud sexual debe ser una prioridad tanto para pacientes como para los sanitarios en el cuidado oncológico.
El doctor Miguel Sánchez Encinas es jefe del Servicio de Urología del Hospital Universitario Rey Juan Carlos, en Móstoles (Madrid), y jefe de equipo de Urología en Hospital Ruber Internacional.