J. Rodríguez
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No es uno de los cánceres más comunes, pero la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) estima que este año se van a diagnosticar un total de 10.706 casos de linfoma no Hodgkin en nuestro país. Se trata de una afección del sistema linfático, una estructura que se distribuye a lo largo del organismo y se encarga de la producción de linfocitos.

También tiene por misión que estas pequeñas células, un tipo de glóbulo blanco, acaben en el torrente sanguíneo. Los linfocitos se encargan de la defensa frente a las infecciones.

Por tanto, aunque viajan arrastrados por el flujo sanguíneo, los linfocitos son parte del sistema inmunológico y cuando se produce un linfoma se produce una proliferación maligna de ellos.

La SEOM también advierte de que el linfoma de no Hodgkin se encuentra en el grupo de cánceres que han aumentado su incidencia en los últimos años en ambos sexos, pero también entre aquellos que han mejorado su supervivencia, gracias a la aparición del medicamento rituximab. 

Se considera que el riesgo de sufrir uno de estos linfomas no Hodgkin es superior a medida que aumenta la edad de la persona y también es algo más frecuente en los hombres. Pero también las personas con un sistema inmune debilitado.

En cualquier caso, todavía queda mucho por saber sobre las causas de estos linfomas. Según el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, no todas las personas con estos factores de riesgo tendrán un linfoma no Hodgkin e, incluso, los que no los tienen también pueden experimentarlo. 

Síntomas tempranos

Pero, ¿cómo se manifiesta un linfoma no Hodgkin en sus primeras etapas? El síntoma que más se asocia con él es la hinchazón de alguno de los ganglios del sistema linfático. Hay ganglios en el cuello, en las axilas o en las ingles, que cuando se hinchan suelen ser fáciles de palpar.

Sin embargo, en algunos casos los ganglios que se inflaman a causa de este linfoma pueden estar más profundos y ser más difíciles de detectar. Por ejemplo, aquellos que, como señala la Clínica Universidad de Navarra (CUN) en su página web, se ubican en el abdomen o en el mediastino.

Dentro de los signos que pueden indicar la presencia de un linfoma no Hodgkin existe un grupo que se conoce como síntomas B. Estos pueden aparecer juntos y evidenciar que se padece este tipo de cáncer.

Tal y como recoge la American Cancer Society, se trata de fiebre sin tener una infección, que puede ser intermitente durante días o semanas, sudoración profusa por las noches y una pérdida de peso involuntaria, de al menos un 10% del peso total del cuerpo en el plazo de seis meses. 

Además, ese mismo organismo recoge los escalofríos, la sensación de estar muy agotado, sentirse lleno después de haber comido muy poco, el dolor o la presión en el pecho, la tos o la dificultad para respirar, las infecciones graves o frecuentes y la tendencia a tener con facilidad moretones o sangrados como otros síntomas.

Los síntomas suelen variar según dónde se ubique el cáncer o, incluso, ser un cáncer silencioso. Tener uno o dos de estos síntomas no tiene por qué significar nada y, por eso, los organismos recomiendan que siempre consultemos a un experto. 

En cualquier caso, existen varios tipos diferentes de linfoma de no Hodgkin que se suelen agrupar en dos grandes clasificaciones: los de crecimiento lento y rápido. Se dice que los del primer grupo presentan unos síntomas menos llamativos, es más difícil de detectar, pero suele ser menos maligno, por el contrario, los del segundo grupo avanzan muy rápido y también son más letales. 

Según el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, el linfoma no Hodgkin más frecuente es el linfoma difuso de células B grandes: "Crece rápido en los ganglios linfáticos y suele afectar el bazo, el hígado, la médula ósea u otros órganos". Tal y como explica esta institución, los síntomas B son especialmente frecuentes en los pacientes que desarrollan este tipo de linfoma no Hodgkin.