El cáncer de hígado se ha consolidado como una de las principales causas de muerte en todo el mundo, situándose como la tercera causa de mortalidad por cáncer. Además, es el sexto más diagnosticado a nivel global, aunque afecta, sobre todo, a hombres, con tasas de incidencia y mortalidad de 2 a 3 veces superiores respecto a las mujeres en la mayoría de los países. En Europa, se estima que 87.000 personas fueron diagnosticadas con cáncer de hígado en 2020.
La situación en España no es menos preocupante. Al contrario, según el informe Las cifras del cáncer en España, en 2021 fallecieron 5.066 personas por tumores malignos de hígado y vías biliares intrahepáticas y se estima una incidencia de 6.695 nuevos casos de cáncer de hígado en 2023.
Atención a los síntomas
La Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) advierte que los síntomas del cáncer de hígado suelen manifestarse en etapas avanzadas, cuando la enfermedad ha progresado considerablemente. En muchos casos, los pacientes pueden permanecer asintomáticos hasta que el cáncer está muy avanzado, y los signos que aparecen no son exclusivos de esta enfermedad.
Entre los signos de alerta más frecuentes se encuentra la pérdida de peso sin causa aparente, así como una pérdida persistente de apetito. Esta falta de apetito suele acompañarse de fatiga o debilidad intensas, afectando notablemente la energía y el estado general del paciente.
A nivel abdominal, pueden aparecer señales como el agrandamiento o abultamiento en la parte superior derecha del abdomen, acompañado de un dolor constante en la región central superior. También es frecuente que el paciente experimente hinchazón abdominal progresiva. Otro signo relevante es la ictericia, que se presenta con una coloración amarillenta-verdosa en la piel y los ojos debido a problemas en la función hepática.
En el ámbito digestivo, pueden aparecer náuseas, vómitos y una sensación de saciedad temprana tras ingerir poca cantidad de alimento, lo cual impacta aún más en el estado nutricional del paciente. También pueden observarse cambios en el color de la orina y las heces, presentando una orina oscura (coluria) y heces pálidas o blanquecinas (acolia).
Otros síntomas incluyen un picor intenso y generalizado en la piel, así como confusión o somnolencia excesiva, especialmente en fases avanzadas de la enfermedad. Además, en personas con antecedentes de cirrosis o hepatitis crónica, el empeoramiento del estado general podría sugerir la progresión hacia un carcinoma hepatocelular, el tipo más común de cáncer de hígado.
Causas y prevención del cáncer de hígado
El cáncer de hígado es una enfermedad caracterizada por el crecimiento descontrolado de células en el hígado, las cuales pueden invadir tejidos sanos y diseminarse a otras partes del cuerpo (metástasis). Este cáncer puede ser primario (originado en el hígado) o secundario (metastásico, cuando otros tumores se extienden al hígado). Además, existen tumores benignos hepáticos que, aunque no son cancerosos, requieren vigilancia.
Según la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), es una enfermedad compleja cuyas causas no se comprenden completamente. No obstante, existen factores de riesgo bien identificados. Entre los más significativos se encuentran la cirrosis hepática, que afecta entre un 50% y un 80% de los pacientes con cáncer hepático; las infecciones crónicas por hepatitis C y B; y la exposición a sustancias tóxicas, que pueden dañar el hígado a lo largo del tiempo.
Además, la combinación de ciertos factores de estilo de vida, como el consumo de tabaco, el alcohol y la obesidad, eleva de forma notable el riesgo de cáncer de hígado, siendo más frecuente en los hombres, posiblemente debido a una mayor exposición a estos hábitos.
Dado el papel fundamental de estos factores, la prevención del cáncer de hígado se basa en reducir la exposición y en identifica a las personas de alto riesgo para un seguimiento preventivo más exhaustivo. La AECC destaca algunas recomendaciones clave:
- Prevención de Hepatitis B y C. La vacunación contra el virus de la hepatitis B (VHB) y el acceso a tratamientos antivirales efectivos para las hepatitis B y C son medidas esenciales para reducir la incidencia de cáncer hepático, dado que el virus de la hepatitis C no tiene vacuna y su prevención depende de evitar la infección inicial y de tratamientos antivirales eficaces.
- Estilo de vida saludable. Evitar el consumo excesivo de alcohol, mantener un peso adecuado y no fumar son prácticas fundamentales para disminuir el riesgo de cáncer de hígado. La obesidad aumenta el riesgo de hígado graso y diabetes, ambas condiciones asociadas a un mayor riesgo de cáncer hepático.
- Control de exposición a tóxicos. La reducción de la exposición a ciertas sustancias químicas, como algunos compuestos presentes en el humo del tabaco y en determinados procesos industriales, es clave en la prevención del cáncer de hígado.