La salud cardiovascular es un tema que muchas veces asociamos de forma casi automática con el corazón, ignorando otras partes del cuerpo, como las arterias, que tienen un rol igualmente fundamental en su correcto funcionamiento. Estas son los conductos que transportan la sangre rica en oxígeno desde el corazón a los tejidos y órganos, garantizando así la vida y vitalidad de todo nuestro cuerpo. Cuando estas arterias están sanas, sus paredes son lo suficientemente resistentes para soportar la presión constante que la sangre ejerce con cada latido. Pero este equilibrio puede romperse cuando las arterias comienzan a acumular placa, un proceso que puede desencadenar serios problemas de salud.
Esta placa está compuesta por depósitos de colesterol, grasa, calcio y otros materiales que se adhieren a las paredes arteriales y, con el tiempo, las estrechan y endurecen. Este proceso se conoce como aterosclerosis y es un peligro latente que a menudo avanza sin síntomas evidentes hasta que se presenta una crisis. La obstrucción de las arterias no solo incrementa el riesgo de infartos y accidentes cerebrovasculares, sino que también limita el flujo sanguíneo, lo cual puede provocar desde fatiga crónica hasta ataques cardíacos fatales si no se trata a tiempo. De hecho, una de las primeras señales de alarma es el dolor intenso en el pecho y el brazo derecho.
Un hombre de Orlando, Florida, tenía una obstrucción arterial grave, sin embargo, los síntomas que padecía los atribuyó a otra enfermedad de la que se estaba recuperando. Es el caso de Mark Vallery, de 69 años de Orlando, que subraya cómo los síntomas iniciales pueden ser engañosos. El hombre comenzó a experimentar dolor intenso en el pecho y el brazo derecho en febrero de 2024. Inicialmente, lo atribuyó a una infección respiratoria que tenía en ese momento, lo que refleja lo fácil que es subestimar estas señales cuando se tienen otros problemas de salud. Para esta persona, el ignorar las primeras señales pudo haber resultado fatal si no hubiera actuado a tiempo.
"Pensé que tenía problemas pulmonares cuando me empezó a doler el pecho, ya que había estado lidiando con una infección de las vías respiratorias superiores", explicó a Parade. Los factores de riesgo de Vallery eran claros y múltiples: colesterol alto, obesidad, una edad avanzada y una historia familiar de ataques cardíacos, todo ello acompañado de su dependencia de un marcapasos desde los 14 años. Sin embargo, como ocurre con muchas personas, la suma de estos factores no le preocuparon hasta que los síntomas se volvieron imposibles de ignorar. El dolor de pecho fue cada vez más intenso hasta que un día se volvió casi insoportable.
El hombre, aun así, esperó al día siguiente para ver si el dolor mermaba, pero al no ser así, empezó a considerar que podría estar enfrentando un problema más serio. El detonante fue un momento concreto: mientras descansaba tras una caminata extenuante, sintió una especie de opresión y ardor en el pecho que se extendía hasta al brazo derecho. Fue entonces cuando un anuncio en la televisión que hablaba sobre los síntomas de ataques al corazón que no deben ser ignorados lo hizo reaccionar. Sin esperar más, llamó a su médico y mencionó su reciente enfermedad respiratoria para evitar un diagnóstico erróneo. La respuesta del médico fue clara: debía ir inmediatamente a emergencias.
En el hospital, los exámenes confirmaron la gravedad de su situación. Las pruebas revelaron que Vallery tenía una obstrucción del 99% en una de sus arterias. Esta clase de bloqueo suele ser tan severa que, en muchos casos, se clasifica directamente como un ataque al corazón. Afortunadamente, en este caso no llegó a ese punto crítico. Los médicos decidieron implantar un stent sin necesidad de pruebas de esfuerzo adicionales, dado su historial y los resultados del ultrasonido.
La obstrucción arterial es más que una simple reducción del flujo sanguíneo. Puede provocar que los órganos reciban menos oxígeno, causando desde dolores en las extremidades hasta daños permanentes en el corazón y otros órganos vitales. Pero, ¿qué papel juega la alimentación en esto? Una dieta alta en grasas saturadas, azúcares y alimentos ultraprocesados puede acelerar la acumulación de placa, haciendo que las arterias se vuelvan más rígidas y menos capaces de manejar el flujo sanguíneo. Este tipo de alimentación, combinada con un estilo de vida sedentario, es un cóctel peligroso que muchas veces se normaliza en la sociedad actual.
Tras el procedimiento, Vallery enfrentó un periodo de recuperación y una reestructuración de su rutina diaria. A pesar de que la intervención fue exitosa, aún quedaba un 65% de obstrucción en otra arteria, lo que llevó a su cardiólogo a prescribir una dieta estricta y medicamentos para reducir el colesterol y la presión arterial. Los resultados fueron notables: en solo seis meses, su colesterol se redujo de 264 a 94 mg/dL. Esta reducción fue tan drástica que su médico le retiró la medicación para el colesterol debido a que había alcanzado un nivel demasiado bajo.
Las recomendaciones de la Asociación Americana del Corazón enfatizan que mantener un colesterol total por debajo de 200 mg/dL y un LDL por debajo de 100 mg/dL es clave para prevenir la enfermedad arterial coronaria. También recomiendan que el colesterol HDL esté por encima de 60 mg/dL y que los triglicéridos no superen los 150 mg/dL. Estas cifras, más que simples números, representan la delgada línea entre una vida saludable y una marcada por intervenciones de emergencia y limitaciones.