Por muchas precauciones que tomemos, hacerse una herida de vez en cuando es algo inevitable. Lo que sí podemos controlar, sin embargo, es la manera en la que las curamos para que cicatricen rápido y no se infecten. Seguramente, después de un corte, un raspón o un golpe te inclines sobre tu herida resultante y la soples, para luego dispararle un buen chorro de agua oxigenada y dejarla al aire, que así seca mejor. La gran mayoría de nosotros lo hacemos así, pero los expertos recomiendan que cambiemos nuestro método.
Si la herida ha dejado de sangrar después de comprimirla durante cinco minutos —si no, hay que ir a un centro médico—, la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) propone seis pasos para tratarla adecuadamente. En primer lugar, hay que lavarse siempre las manos, aunque vayas a limpiar tu herida con guantes. Después de que haya dejado de sangrar hay que lavar la herida con suero fisiológico o con agua potable. En este paso se puede utilizar jabón neutro y hay que intentar que la suciedad se arrastre del centro de la herida a los bordes.
Los siguientes pasos están claros, hay que secar la herida y aplicar un antiséptico, pero ¡ojo! porque no hay que usar ni algodones, ni agua oxigenada ni alcohol. En realidad, lo más recomendable son las gasas para secar y la clorhexidina para desinfectar. Por último, la SEMG recomienda que tapemos la herida siempre y, a partir de entonces, repetir la limpieza y la aplicación de antiséptico cada 24 horas. “Si a los siete días la herida no ha cicatrizado o, si en algún momento muestra signos de infección, como dolor, piel enrojecida o supuración, acudir a un centro sanitario”.
El mito de la costra
Pero, ¿por qué la manera y los productos más clásicos han dejado de ser recomendables? Empecemos por la costumbre que tenemos de soplar las heridas. Es posible que con este acto encontremos algo de alivio cuando la herida está muy reciente o cuando escuece al echar un antiséptico por encima. Sin embargo, los expertos alertan que la boca está repleta de gérmenes que pueden salir despedidos con el soplido hacia la herida. Este acto puede contribuir, sin darnos cuenta, a generar una infección.
Tampoco es aconsejable que las heridas permanezcan expuestas al ambiente, al aire y al sol. Siempre hemos pensado que esta es la mejor manera de que una herida se seque y, en consecuencia, cicatricen antes y mejor. Pues, en realidad, la SEMG advierte de que, en realidad, este hábito aumenta el riesgo de que la herida termine por infectarse. Además, tal y como explica el organismo, tampoco es recomendable que se forme la costa sobre la herida, ni que esta quede expuesta al sol.
"El tejido de cicatrización requiere de un balance adecuado de humedad para que las células encargadas de producir el colágeno y los demás componentes de la piel trabajen adecuadamente", explica la SEMG. "Cubrir la herida con un apósito adecuado ayuda a mantener la temperatura y la humedad requeridas para una cicatrización correcta evitando también la formación de la costra que, al contrario de lo que suele creerse, la retrasa". El sol, por su parte, puede inflamar la piel y producir posteriormente pigmentación en la piel.
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Sin duda, el algodón es uno de los artículos más populares de nuestro botiquín, pero la SEMG recomienda que lo evitemos. La razón es que las fibras de este material se suelen desprender y quedar pegadas en las heridas más frescas. Por esta razón, es mejor dejar el algodón para los tratamientos que se realicen sobre la piel sana y utilizar mejor gasas estériles para cuidar de las heridas. Este tipo de tejido consigue mantener en mayor medida su estructura cuando se utiliza para desinfectar.
El agua oxigenada y alcohol tampoco son recomendables por ser muy irritativos, aunque es cierto que tienen un alto poder desinfectante. El agua oxigenada "destruye tejido sano y además su acción es muy breve" y el alcohol "destruye las membranas celulares, reseca la piel y favorece la formación de coágulos que permiten la colonización de las bacterias supervivientes", detalla la SEMG. El producto antiséptico que mejores cualidades tiene es la clorhexidina, pero la SEMG también cita a la povidona yodada, el betadine.
La clorhexidina actúa a partir de los 15 segundos de su aplicación, su efectividad dura seis horas y tiene pocas reacciones asociadas. La povidona yodada, por su parte, empieza a hacer efecto a los tres minutos de su aplicación y tiene tres horas de acción. Ambas son capaces de hacer frente a un gran número de agentes infecciosos, pero la clorhexidina, además, tiene una ventaja y es que es transparente. Gracias a ello es posible ver la evolución de la herida, algo que la famosa mercromina ocultaba con su intenso color rojo.