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Actualmente es significativamente fácil haberse encontrado con alguna que otra publicación en las redes sociales que se titule, o bien se acompañe de la famosa frase "ya me tiembla el ojo del estrés", haciendo hincapié en este típico pero molesto temblor de párpado, que puede llegar a durar minutos o incluso horas, dependiendo del caso.

Puede tratarse, ocasionalmente, de un signo puntual y autolimitado, pero lo habitual es que vaya repitiéndose de forma intermitente durante días, hasta que desaparece por sí mismo, o porque su origen se ha resuelto.

Aunque en primera instancia puede ser algo llamativo, e incluso preocupante, se trata de un tic ocular molesto pero benigno en la gran mayoría de los casos. No desaparece simplemente con tocar el párpado, como algunos suelen pensar, sino que este espasmo vertebral requiere su tiempo y resolución.

Cuáles son las causas

El nombre técnico de estos espasmos es mioquimia palpebral, cuya traducción es "espasmo" o "temblor" de párpado. Puede afectar tanto al párpado superior como al inferior del ojo, aunque este último caso suele ser el más habitual.

Tanto su aparición como desaparición suelen ser igual de repentinas, y no suelen causar más que una discreta molestia que puede ser subjetiva o incluso objetivable por parte de observadores externos: hay veces que el párpado tiembla de verdad, y otras donde solo es una sensación que no se puede ver de forma externa.

Las causas alrededor de las mioquimias palpebrales pueden ser diversas, pero cabe puntualizar y destacar que no son un síntoma típico de enfermedades graves conocidas, como el ictus isquémico o accidente cerebrovascular, como llegan a pensar algunos. De hecho, las razones suelen ser más típicas y, por suerte, más fáciles de tratar:

- Estrés excesivo mantenido.

- Fatiga o cansancio.

- Falta de sueño.

- Consumo de alcohol, tabaco o cafeína.

- Ansiedad.

- Efecto secundareio de algunos fármacos.

Como suelen explicar los expertos en este ámbito, como es el caso de oftalmólogos o neurólogos, aunque este temblor de párpado es generalmente benigno, no deja de ser una señal indirecta de que el cuerpo está reaccionando contra un estrés externo difícil de manejar, o que se está prolongando en el tiempo.

De hecho, si se producen contracciones más intensas de lo normal, el párpado puede llegar a cerrarse por complejo y darse un caso de blefaroespasmo, donde se produciría una ceguera funcional (falta de visión por no poder abrir el ojo adecuadamente). Sin embargo, una mioquimia palpebral típica no suele llegar a tales extremos.

Así mismo, existen casos muy raros, donde este temblor ocular sí puede asociarse a enfermedades raras. Un ejemplo sería el caso de una paciente cuyo informe se publicó el pasado año 2013 en la revista Neurología. La mujer, de 34 años, empezó con mioquimias en el párpado inferior de su ojo derecho.

Estos temblores se mantuvieron durante dos meses de forma continuada. En su caso, tras múltiples estudios, se descubrió que sí tenía una rara enfermedad de base, siendo finalmente diagnosticada de esclerosis múltiple.

Cómo desaparece el temblor

Sea como fuere, se trata de casos extremadamente raros, siendo el estrés o la ansiedad el origen más habitual para este signo benigno. En este aspecto, las recomendaciones más habituales giran alrededor de la gestión del estrés, aunque es habitual que las mioquimias desaparezcan sin más:

- Descansar de forma adecuada.

- Gestionar el estrés y la ansiedad adecuadamente.

- Limitar el consumo de estimulantes como té, café o bebidas energéticas si se está cometiendo algún abuso.

- Reducir el consumo de pantallas electrónicas, sobre todo en horario nocturno.

- Realizar revisiones oculares si necesario.

- Mantener siempre una iluminación adecuada.

Finalmente, la duda habitual suele ser cuándo consultar al médico a raíz de un temblor ocular. De forma similar a otras posibles enfermedades, la recomendación sería acudir si persiste de forma continuada más de una dos semanas, si se acompaña de dolor o cambios en la visión, o si asocia otros síntomas atípicos como falta de sensibilidad o espasmos en otras zonas del organismo. Así mismo, si ya se tienen antecedentes médicos por trastornos neurológicos o musculares, también sería adecuado consultar si el temblor se vuelve persistente.