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El sueño no es un lujo, sino una necesidad biológica esencial. El descanso adecuado no sólo impacta en nuestra energía diaria, sino que también determina nuestra salud a largo plazo. Así lo ha demostrado un reciente estudio de la Universidad Médica de Wenzhou (China), publicado en la prestigiosa revista BMC Public Health.

Por ejemplo, dormir más de siete horas diarias está vinculado con una mayor longevidad y un envejecimiento saludable. Sin embargo, el déficit o exceso de sueño puede tener consecuencias adversas, desde deterioro cognitivo hasta un aumento en la mortalidad.

Lo cierto es que durante el sueño, el cerebro y el cuerpo realizan funciones esenciales. La presión arterial, la temperatura corporal, y la secreción hormonal se ajustan, mientras que se eliminan neurotoxinas del cerebro y se reparan las células dañadas.

Este proceso también fortalece el sistema inmunitario y consolida la memoria. Privar al organismo de estas horas de regeneración puede deteriorar tanto la salud física como mental, afectando desde nuestros reflejos hasta nuestra capacidad para gestionar emociones. El concepto de "envejecimiento exitoso", definido en el citado estudio, abarca ausencia de enfermedades crónicas, buen estado físico y mental, y una función cognitiva alta.

Hay cinco factores fundamentales

Según la investigación, hay cinco factores clave determinan este proceso: la ausencia de enfermedades crónicas graves, como diabetes o enfermedades cardiovasculares; la conservación de la independencia física, evaluada por la capacidad de realizar actividades diarias sin ayuda; una función cognitiva elevada; salud mental positiva, libre de trastornos depresivos; y un compromiso activo con la vida, demostrado por la interacción social y la participación en actividades comunitarias.

Estos no sólo garantizan una mayor esperanza de vida, sino también una calidad de vida superior, ofreciendo una visión más digna del envejecimiento. Los hallazgos del estudio, muestran que sólo un 13.8% de los 3.300 participantes cumplían estos criterios, y la mayoría de ellos dormían entre siete y nueve horas de forma regular. Más allá de la cantidad de horas, la consistencia del sueño es crucial.

Dormir de forma irregular puede desajustar los ritmos circadianos y aumentar el riesgo de enfermedades crónicas. Según los científicos, los participantes con patrones estables de sueño (entre siete y ocho horas) mostraron mejores resultados en términos de salud y longevidad, en comparación con aquellos cuyos patrones variaban significativamente. 

El estudio evidenció que tanto dormir menos de seis horas como más de nueve está asociado con un mayor riesgo de depresión, deterioro cognitivo y enfermedades crónicas. De hecho, el sueño excesivo puede reflejar problemas subyacentes, como apnea del sueño o trastornos metabólicos, mientras que la falta de descanso reduce la capacidad del cuerpo para regenerarse, comprometiendo el sistema inmunitario y aumentando el estrés.

Afecta a la memoria

La consolidación de la memoria, una de las funciones principales del sueño, es esencial para preservar la cognición en la vejez. Los participantes que dormían regularmente siete horas mostraron una menor incidencia de deterioro cognitivo en comparación con aquellos con patrones de sueño irregulares.

Además, con el envejecimiento acelerado de la población mundial, garantizar un sueño saludable se ha convertido en una prioridad de salud pública. En China, donde el estudio se llevó a cabo, la esperanza de vida ha aumentado significativamente, pero la esperanza de vida saludable sigue rezagada. 

Este retraso de casi nueve años resalta la necesidad de implementar estrategias que promuevan el bienestar en la vejez. Además, el sueño no actúa de manera aislada. La calidad del descanso también depende de factores como la dieta, el ejercicio y el manejo del estrés.

Según el estudio, los participantes con hábitos saludables en estas áreas tenían más probabilidades de dormir adecuadamente y, por ende, de envejecer con éxito. Los hallazgos del estudio también sugieren que fomentar patrones de sueño saludables podría reducir la carga de enfermedades crónicas en los sistemas de salud.