Paolo Fava
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España ha logrado avances notables en la lucha contra la enfermedad cardiovascular: el 'código infarto' ha logrado reducir la mortalidad hospitalaria hasta un 23%. Sin embargo, la obsesión del doctor Andrés Íñiguez Romo, presidente de la Federación Española del Corazón (FEC) y jefe del Servicio de Cardiología del Complejo Hospitalario Universitario de Vigo, son todas las vidas que podrían salvarse si conociéramos mejor a este enemigo silencioso. Saber reconocer los síntomas, aprender la reanimación cardiopulmonar o cuidar los hábitos cardiosaludables desde la infancia, explica, son prioridades que supondrían un enorme beneficio de salud pública.

¿Qué valoración hace del estado de salud cardiovascular de España? Por primera vez las cardiopatías no superan al cáncer como causa de muerte.

Las estadísticas del INE refieren un descenso de la mortalidad cardiovascular el año pasado. Pero puede ser artefactual, porque no hay datos como para afirmar que ha habido tal descenso. Yo pondría un poquito en cuarentena esas cifras. Lo cierto es que cada año mueren más de 120.000 personas por enfermedades cardíacas en España. La mortalidad cardiovascular, incluyendo la cerebrovascular, es la primera causa de muerte, y esta magnitud altísima no ha bajado sensiblemente en los últimos años. En el peor año de la pandemia murieron algo más de 75.000 personas. Tenemos algo que es peor que el Covid todos los años, y ni la sociedad es consciente ni las instituciones ponen los medios adecuados para evitarlo.

¿Se están empezando a ver más accidentes cardiovasculares en personas jóvenes que serían propios de personas más mayores?

Sí, estamos viendo que las personas más jóvenes están teniendo mayor afectación cardiovascular, vienen con infartos o tienen más casos de muerte súbita. Pero en mi opinión el problema no se debe enfocar solo en un colectivo, porque hay un desconocimiento total de la realidad por parte de la sociedad. Necesitamos informar para revertir los factores de riesgo que condicionan la aparición de la enfermedad cardiovascular. Y esta labor no se está realizando por parte de las autoridades. La Fundación Española del Corazón (FEC) está declarada de utilidad pública, pero es una organización sin ánimo de lucro que está al margen de las instituciones oficiales.

¿Está cambiando la idea de que la muerte cardiovascular es un problema de hombres? ¿Somos conscientes de la elevada incidencia en mujeres?

Hoy día están falleciendo más mujeres que hombres por enfermedad cardiovascular. Y tanto en mujeres como en hombres la clave es el control de los factores de riesgo. Además, hay que solicitar asistencia médica en cuanto se tengan síntomas, que son iguales para ambos sexos. No obstante, las mujeres acuden más tarde a recibir tratamiento, anteponen otras prioridades y responsabilidades, y por tanto tienen peor pronóstico. Ellas están protegidas por su carga estrogénica, y sus cardiopatías aparecen unos 10 años después de la del hombre, pero a partir de los 60 años van perdiendo esta protección.

¿Este desconocimiento puede venir de que los síntomas de una enfermedad cardiovascular sean inespecíficos y difíciles de distinguir?

No, los síntomas de la enfermedad cardiovascular no son inespecíficos en modo alguno. Si se tiene cardiopatía isquémica, suele manifestarse como angina de pecho. Es un dolor opresivo en la zona del esternón, a veces radiando en el brazo, junto con sudoración o palidez. En cambio, la insuficiencia cardíaca da síntomas de disnea, es decir, falta de aire, agotamiento, dificultad para hacer esfuerzos... Y las arritmias tienen síntomas como los síncopes, mareos y palpitaciones. Otra cosa es que se interpreten correctamente. Una persona que no esté informada de los síntomas y de su gravedad probablemente interpretará que es un dolor muscular o cansancio general. Difícilmente va a requerir la asistencia adecuada para evitar incluso una muerte súbita. No olvide que en España hay alrededor de 30.000 cada año.

Sin embargo, factores de riesgo como el colesterol alto o la hipertensión son asintomáticos. ¿Eso hace que cuidemos peor la salud cardiovascular? 

Efectivamente, pero hay factores de riesgo cardiovascular que son evidentes, como la obesidad. Lo mismo para el tabaco, hay que saber que fumar provoca enfermedades cardiovasculares entre otras. Hay que ser consciente de que una tensión por encima de unos rangos normales -no más de 135-140 milímetros de mercurio, o inferior a 80- provoca enfermedad cerebrovascular, hemorragias cerebrales y muerte. Al colesterol elevado se le llama el 'asesino silencioso'. Por encima de 200 miligramos por decilitro provoca el acúmulo de grasas en las arterias, obstrucción e infarto. Hay que explicar el riesgo que se corre al no controlar esos factores de riesgo. Son los disparadores de una enfermedad silente que 'va dando papeletas' a medida que pasan los años.

El doctor Andrés Íñiguez. FEC.

¿Debería empezar la formación en salud cardiovascular ya en la escuela? La obesidad, por ejemplo, afecta desproporcionadamente a la población infantil.

Sin duda. La búsqueda de hábitos cardiosaludables, lo que llamamos prevención primordial, debe comenzar desde la infancia, cuando se adopta la mayor parte de los hábitos, buenos o malos. En los colegios y en casa se debe inducir una alimentación saludable basada en la dieta mediterránea, con consumo de verduras, legumbres, fruta o pescado. Fomentar el ejercicio regular, evitar tóxicos como el tabaco, informar sobre el efecto pernicioso de los factores de riesgo no controlados, e incluso formar en una reanimación básica en el caso de que presencie una parada cardíaca en la calle, todo esto contribuirá a una mejor salud cardiovascular, mayor supervivencia y a tener ciudadanos adultos más sanos. Los colegios tienen una enorme responsabilidad, evidentemente, pero también las familias.

Menciona la RCP, una asignatura pendiente. Hay un dato muy llamativo: cuando ocurren eventos extrahospitalarios en países europeos se salva el 30% de las personas, pero en España sólo el 5%.

Sí, y está muy relacionado con la precocidad con la que se inicia una reanimación básica desde el momento en que se detecta la parada cardíaca. En la Sociedad Española de Cardiología y la Fundación Española del Corazón tenemos un programa dedicado a aumentar la supervivencia mediante la formación de voluntarios. Deben poder hacer una reanimación básica hasta que lleguen los servicios de emergencia. Incluso creamos una una app, Ariadna, que localiza los desfibriladores portátiles más cercanos al punto en el que se ha producido la parada cardíaca. Todas esas son medidas que hay que promover, porque salvan vidas.

En lo que respecta a los desfibriladores portátiles, ¿no tenemos en España muchos menos disponibles que otros países europeos y que EEUU?

Correcto. En la Fundación Española del Corazón tratamos de crear lo que llamamos 'áreas cardioseguras'. Hay que concienciar a instituciones como los municipios de que tiene que haber un desfilibrador por cada mil habitantes, o estar disponibles en un entorno que permita acceder en menos de tres minutos. Es la clave para que la tasa de supervivencia a la parada cardíaca no sea de un 5%, sino que alcance el 30%.

¿A qué atribuye el desconocimiento de herramientas tan útiles para la prevención cardiovascular como la app Ariadna?

A la falta de comunicación, sin duda. Los medios que tenemos en la Fundación Española del Corazón para llegar al ciudadano son limitados. Pero por ejemplo, la Dirección General de Tráfico recibe cerca de 30 millones de euros al año para campañas de concienciación sobre seguridad vial. Si dispusiéramos de los mismos recursos que se dedican a problemas mucho más insignificantes que las enfermedades cardiovasculares, probablemente el resultado sería otro.

¿Tampoco somos conscientes del perjuicio que causa la discapacidad por causas cardiovasculares y la cronicidad incluso si se sobrevive a un evento?

Sin duda. Las enfermedades cardiovasculares condicionan 500.000 ingresos hospitalarios al año. Eso representa costes directos de 13.000 millones de euros al año. Pero también implica incapacidad y pérdida de años de calidad de vida. Y eso es menos conocido: la cardiopatía isquémica causa casi el 10% del total de pérdida de años de vida. La morbilidad cardiovascular, y no solo la mortalidad, es enorme, y debe concienciarnos de la necesidad de llegar a la edad adulta sin patologías.

Hoy en día se pone gran énfasis en la prevención de la salud cerebrovascular. ¿Lo que es bueno para el cuidar el cerebro también es bueno para el corazón?

Esto es correcto en el ámbito de la enfermedad cerebrovascular, la que se debe a patologías vasculares. Igual que el corazón necesita el riesgo sanguíneo a través de las arterias coronarias, el cerebro lo necesita a través de las arterias cerebrales. Y la misma arteriosclerosis que se produce en el corazón puede producirse en el cerebro. No obstante, el principal problema no son accidentes isquémicos sino los hemorrágicos que son los más relacionados con la hipertensión arterial no controlada.

¿Es posible que nos confiemos demasiado si hacemos ejercicio y no tenemos sobrepeso, pudiendo haber factores de riesgo ocultos?

Bueno, uno puede tener factores metabólicos propios que pueden condicionar la aparición de inflamación y de enfermedad cardiovascular. Por ejemplo, patologías como la hipercolesterolemia familiar, la elevación de lipoproteínas o determinadas cargas genéticas. Pero créanme que el 95% de los casos obedecen a la presencia de factores de riesgo clásicos no controlados durante mucho tiempo.