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No está entre los más comunes, pero no por ello debe subestimarse. El cáncer de ovario ocupa el octavo lugar entre los más frecuentes en mujeres, de acuerdo con la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). Como detalla esta institución, se trata de “una enfermedad heterogénea con al menos cuatro subtipos histológicos diferentes”. En España, en 2023, se diagnosticaron 3.519 nuevos casos, según los datos del Observatorio del Cáncer de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC).

Además, los especialistas subrayan que el cáncer de ovario presenta un pronóstico desfavorable. Por ello, es necesario estar atentas a cualquier señal que lance nuestro organismo. Algo que puede salvar la vida de muchas mujeres, como ocurrió con la australiana Lucy Trahair. Con solo 25 años, recibió la preocupante noticia de que sufría cáncer de ovario. Afortunadamente para ella, pudo obtener a tiempo el tratamiento necesario, tal como cuenta el digital británico Mail Online

Todo comenzó con unos síntomas que ella misma calificó de “vagos y esporádicos”, por lo que al principio no les prestó mucha atención. Los achacó a otras causas. Durante tres semanas, sintió cansancio, hinchazón y dolor estomacal, pero nada que pareciera inusual. "Mirando hacia atrás, tuve síntomas que ignoré porque eran tan vagos, como fatiga, cambios intestinales, períodos dolorosos e hinchazón", admite Lucy. "Lo que me hizo ir al médico fueron los calambres abdominales."

Al principio, asumió que sus síntomas estaban relacionados con la endometriosis, ya que eran similares a los de esta condición que afecta a una de cada nueve mujeres en Australia. "Algunas amigas tienen endometriosis y lo que sentía era similar a sus historias", explicó. "Creo que cuando se trata de la salud reproductiva de las mujeres, los síntomas suelen ignorarse o relacionarse con el ciclo menstrual".

A partir de entonces, se sometió a diversas pruebas (tomografías, ecografías, biopsias y análisis de sangre) sin obtener resultados concluyentes. Días después, le informaron sobre un quiste anormal. Una cirugía confirmó un cáncer de ovario en etapa tres, un carcinoma seroso de bajo grado, raro y de crecimiento lento. Durante la operación, le realizaron una histerectomía completa, extirpándole también el apéndice y el epiplón debido a la propagación del tumor, lo que le impedirá concebir en el futuro.

Lucy espera que su historia inspire a otras personas a escuchar a sus cuerpos y hacerse chequeos médicos, sin importar cuán pequeños parezcan los síntomas. "Cualquier cambio anormal en tu cuerpo es importante y debe revisarse", advierte. "Los signos comunes del cáncer de ovario incluyen cambios intestinales, micción frecuente, hinchazón, calambres pélvicos o de espalda o sentirse lleno rápidamente".

Atención a cualquier aviso

El Cancer Council, entidad especializada en este tipo de enfermedades en Australia, señala que los síntomas del cáncer de ovario se vuelven más evidentes en fases avanzadas e incluyen presión o dolor abdominal y pélvico, hinchazón, cambios en el apetito, alteraciones intestinales (diarrea, estreñimiento o gases), indigestión, náuseas, fatiga extrema, cambios inexplicables de peso y sangrado menstrual anormal.

En nuestro país, la AECC, señala que “aunque no es un tumor de los más frecuentes, se le considera agresivo, por la dificultad de diagnosticarlo en fase precoz (estadio I), que es cuando la supervivencia a cinco años es más alta (aproximadamente del 90%). Este se origina en los tejidos de los ovarios y presenta dos tipos principales: los carcinomas epiteliales, que son los más comunes, y los tumores germinales, mucho menos frecuentes. Esta diferencia condiciona la agresividad del tumor, su evolución y tratamiento.

Lamentablemente, a día de hoy, no existe una causa principal identificada, ni medidas preventivas eficaces. Los factores de riesgo conocidos incluyen la edad, antecedentes familiares, síndromes hereditarios (en torno al 10%) y condiciones hormonales, en su mayoría no modificables. Tampoco hay pruebas que permitan detectar la enfermedad de manera precoz, aunque se investiga activamente en este campo.

Debido a su localización en la pelvis, tal como explica la AECC, el cáncer de ovario puede crecer sin apenas síntomas o manifestarse con señales inespecíficas, como las señaladas antes. Por ello, muchas veces la enfermedad ya está diseminada en el momento de detectarse, afectando a ganglios linfáticos y órganos cercanos.

El tratamiento requiere una valoración por equipos multidisciplinares para personalizar la terapia. En la mayoría de casos, combina cirugía y quimioterapia, siendo la intervención quirúrgica fundamental tanto para diagnosticar como para tratar la enfermedad. En los últimos años, han surgido nuevas terapias dirigidas que buscan mejorar el control y la eficacia del tratamiento.

Con todo ello, es evidente que prestar la atención adecuada a síntomas que puede ser similares a los de otras patologías o afecciones es fundamental. Identificar el problema cuanto antes y atajarlo tan pronto como sea posible es la mejor forma de garantizar la salud de las mujeres que sufren esta enfermedad.