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Las enfermedades del corazón y las arterias son la primera causa de mortalidad para las mujeres en España, y las pacientes son cada vez más jóvenes, alerta Leticia Fernández-Friera, directora del Centro Integral de Enfermedades Cardiovasculares de HM Hospitales (HM CIEC). Sin embargo, las pacientes no solo no tienden a priorizar las revisiones cardiovasculares, sino que tardarán más que los hombres en pedir ayuda cuando se presenten los síntomas. "¡Que vengan enseguida a vernos, incluso en Navidad!", anima la cardióloga. "¡Estamos de guardia!". 

Fernández-Friera, que también dirige la Unidad de Imagen Cardiaca Avanzada y la Unidad de la Mujer del Grupo HM Hospitales, impulsa el movimiento de concienciación 'Corazón de mujer'. Y lidera el Estudio WAKE UP junto a la Fundación Mapfre, el Instituto de Salud Carlos III y la Sociedad Española de Cardiología que trabaja con casi medio millar de voluntarias. Las pacientes reciben imágenes de ecografía vascular de sus propias arterias, con vistas a adoptar hábitos de vida cardiosaludables.

¿Cuál es el estado de salud cardiovascular de España? ¿Se está viendo la misma evolución en mujeres que en hombres?

Es verdad que según el último informe de defunciones del Instituto Nacional de Estadística la mortalidad cardiovascular supone un 26,5% de la global, mientras que la vinculada al cáncer asciende al 26,6%. Si miramos los números en conjunto, es un segundo puesto, pero si miramos de forma independiente por sexos, vemos que las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en mujeres y todavía nos queda mucho por hacer.

¿Por qué está cambiando la tendencia en cuanto a mortalidad cardiovascular? ¿Y por qué las mujeres no se están viendo beneficiadas?

Tradicionalmente se ha atribuido la enfermedad cardiovascular al hombre. Hace falta una cultura de concienciación social para que la mujer cuide su corazón. Ellas tienden a acudir más tarde al hospital porque no priorizan su propia salud. Hoy en día tenemos más factores de riesgo cardiovascular como la obesidad, o el sedentarismo que está siendo muy prevalente en la mujer. Si a ello le añadimos la tendencia a no acudir periódicamente al cardiólogo a revisarnos, sumamos factores muy negativos.

¿Hay que revisar la idea de que la grasa visceral afecta más a la salud cardiovascular del hombre, al tender a engordar 'de barriga'?

El sobrepeso en ambos sexos es un factor de riesgo muy importante para el desarrollo de la enfermedad cardiovascular. Sí, la diferente distribución de la grasa en el cuerpo de hombres y mujeres puede tener matices, pero al final es un factor proinflamatorio que muchas veces exacerba otros factores de riesgo silentes. En la menopausia, por ejemplo, se da una redistribución de la grasa, que pasa de las caderas a nivel abdominal, y se iguala el riesgo con el de los hombres. Además, una persona obesa tiende a ser sedentaria y a comer mal, lo que se traduce en cifras más altas de tensión arterial, congestión vascular, perfil glucémico alterado, problemas de triglicéridos o del metabolismo hepático... es un problema pluripatológico.

¿Otro factor de riesgo con la menopausia es la reducción de la protección hormonal de la que gozan las mujeres más jóvenes?

Efectivamente. Cambia el tipo de estrógenos y se reducen sus niveles, de forma que entramos en un período mucho más vulnerable para la formación de trombos. Aumentan los factores inflamatorios que incrementan el riesgo metabólico, tenemos subidas de tensión arterial, cambios en el azúcar y el colesterol... Por es muy importante que en época de perimenopausia las mujeres tengan una revisión cardiovascular completa. Según las guías, debería ser a los 50 años.

¿No se está viendo sin embargo una incidencia cada vez mayor de accidentes cardiovasculares en mujeres menores de 50?

Así es, los pacientes son cada vez más jóvenes y aumenta la mortalidad en menores de 50. Hay un problema muy importante para las mujeres: está aumentando la morbilidad, es decir, la enfermedad cardiovascular. Se debe a la suma de factores que hemos comentado: obesidad y sobrepeso, pero también factores tóxicos como el tabaquismo o ingesta de drogas, sedentarismo o estrés. El peso de la conciliación familiar y laboral incide de una forma importante al fin y al cabo en cómo es nuestro metabolismo cardiovascular.

¿Se están volviendo más precoces entonces problemas cardíacos y arteriales que antes no se presentaban hasta los 50?

Sí, y el problema en las arterias de la mujer puede ser diferente al problema que tienen los hombres. No es tan común encontrar un tapón de colesterol como motivo del infarto. La enfermedad tiende a manifestarse de otra forma, como una disección coronaria -la rotura de la pared de la arteria-, un vasoespasmo o contracción repentina de la arteria... Son mecanismos fisiopatológicos diferentes, por eso muchos cardiólogos nos estamos especializando en la mujer. 

Se dice que el colesterol es un asesino silencioso. ¿La inflamación también lo es, porque no presenta síntomas?

Efectivamente, y la inflamación actúa más a nivel sistémico. Es el trigger, el desencadenante que hace que el colesterol se deposite en forma de placas de aterosclerosis y forme tapones. Los factores inflamatorios -obesidad, triglicéridos, la enfermedad hepática- provocan que se ensucien nuestras arterias por dentro.

¿Es también problemático obsesionarse con la delgadez o con 'estar en forma' descuidando otros hábitos proinflamatorios que dañan las arterias?

Así es. Un motivo muy frecuente de error es pensar que por estar delgados estamos sanos por dentro. Los tóxicos son muy peligrosos: el tabaco, por ejemplo, es protrombótico, precipita la formación de trombos en la arteria de forma súbita sin que haya precedente de placa de colesterol. Por eso en cardiología hemos introducido la tecnología de imagen para ver cómo están el corazón y las arterias. Nuestro estudio Wake Up significa precisamente 'Women’s Health: an imAging-based cardiovascular risK-rEdUction Program', y lo que buscamos es ver la arteria de cada mujer y modificar el estilo de vida en función del estado en el que se encuentre. 

Doctora Leticia Fernández-Friera. Corazón de Mujer Evercom

¿Por qué las revisiones cardiovasculares no tienen la misma prioridad para los españoles que las que afectan a otros riesgos de mortalidad? 

Yo creo que el tema más importante aquí es el de la educación para tener una vida cardiosaludable. Si no alcanzamos un nivel básico de formación y concienciación social, no vamos a asumir que la mujer es vulnerable a tener un infarto igual o más que el hombre. Siempre decimos que el primer factor de riesgo es el desconocimiento. Tradicionalmente, las mujeres siguen bien sus revisiones ginecológicas, con unas directrices muy bien marcadas y tras mucho trabajo de información, pero todavía tenemos mucho que mejorar en prevención cardiovascular. El 80% de la enfermedad cardíaca se podría prevenir si hiciéramos bien las cosas.

¿No es un tópico, por tanto, que las mujeres aguantan más los síntomas, incluso los dolorosos, y tardan más en reclamar ayuda?

Sí, y de hecho se ha publicado que existe una demora de hasta una hora cuando una mujer acude a urgencias en comparación con un hombre. Por eso el pronóstico de un primer infarto en mujeres es un 20% peor: si llegas tarde, el daño va a ser mayor y la capacidad de recuperación, menor. No hay que tener miedo, hay que acudir al cardiólogo o al médico de atención primaria y que sean ellos los que descarten el infarto. El dolor en el pecho es el principal síntoma en ambos sexos, pero la mujer tiene a veces otros más atípicos para la enfermedad coronaria que pueden despistar, por lo que no hay que demorar ni los chequeos ni las consultas.

¿Juega a la contra de la prevención que factores como la hipertensión y el colesterol sean asintomáticos, y como tal los ignoramos?

Sí, de hecho, decimos que a veces no queremos escucharlos. Ante el dolor en el pecho que puede indicar un infarto, a las mujeres, por nuestro ritmo de vida, en general nos cuesta un poquito más reconocerlo. Priorizar nuestra propia salud nos cuesta más, ¿verdad? Y yo siempre digo que al hospital no hay que tenerle miedo. Los médicos somos asesores de la salud que acompañan cuando una persona está bien. Cuando llega el infarto o el ictus ya vamos tarde. La hipertensión arterial sigue siendo el primer factor de riesgo, y hay que controlar muy bien tanto la alta -sistólica- como la baja -diastólica-. Los estados de prehipertensión arterial ya nos deben estar alertando de que existen cambios importantes en las arterias.

¿Otro aspecto olvidado es el de la morbilidad cardiovascular? Podemos sobrevivir al infarto o ictus, pero arrastrando secuelas de por vida.

Totalmente de acuerdo: la gran discapacidad que produce el ictus es más difícil de medir que las cifras de mortalidad. Hablamos de fallecimientos, pero es muy importante meter en la ecuación la calidad de vida. Y desgraciadamente, vemos que el ictus en las mujeres destroza tanto sus vidas como las de sus familias. Debemos trabajar juntos, tanto desde la pública como la privada, para crear unidades de ictus que atiendan no solamente el momento agudo, sino la cronicidad y la rehabilitación.

¿Se puede decir sin miedo a ser reduccionistas que los hábitos que favorecen al corazón también son buenos para el cerebro?

Sí, porque definitivamente comparten los mismos factores de riesgo: tensión arterial, colesterol, azúcar, tabaquismo, ejercicio físico... Si cuidamos nuestro corazón vamos a cuidar nuestro cerebro. Incluso desde jóvenes. Por mucho que estés delgado y hagas deporte, si estás alimentándote de ultraprocesados y comida rápida cada día, estás comprando papeletas para un evento cardiovascular a la larga. Esto es una carrera de fondo. Sólo tenemos un corazón como 'batería', y si no lo cuidamos, no podremos revertir el daño que hayamos causado.

¿Los alimentos ultraprocesados son peligrosos más allá de su contenido de grasa y calorías? Puestos a excedernos, ¿siempre es mejor casero?

Totalmente. Deberíamos eliminar los ultraprocesados por completo. Las pizzas, las hamburguesas, todos estos alimentos cuando no están hechos en casa y vienen empaquetados tendrán muchísima más sal y otros conservantes, incluso azúcar enmascarado. Toda la cultura del alimento ultraprocesado viene de Estados Unidos y tiene mucho poder inflamatorio. Y un consumo habitual mantenido en el tiempo va a favorecer que aumente la acumulación de placas de colesterol en nuestras arterias.