El equipo de científicos de Miguel busca la cura a una enfermedad ultrarrara que sólo tienen tres niños en España
- Los síntomas de este trastorno genético progresivo ultrarraro incluyen déficits cognitivos y problemas de movilidad, y aparecen a edades muy tempranas.
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Miguel Chillón lidera, junto con Assumpció Bosch, un equipo investigador que busca una terapia génica para tratar la paraplejia espástica de tipo 52 (SPG52). O lo que es lo mismo, sólo trabajan por y para Abril, Helia y Samuel, los únicos tres niños en España que tienen esta enfermedad neurodegenerativa que afecta desde edades tempranas.
Entre los planes de Chillón y compañía no estaba el investigar acerca de este trastorno genético progresivo ultrarraro. Aunque la base para poder hacerlo la tenían: "Como grupo de investigación, llevamos más de 20 años trabajando en estrategias de terapia génica para enfermedades que afectan al sistema nervioso".
Fue por ello que en 2020, Jesús y Cristina les contactaron para ver si era posible utilizar la experiencia que tenían en el desarrollo de estrategias de terapia génica para buscar un tratamiento para la enfermedad que afectaba a su hija, Abril, diagnosticada con SPG52 desde 2019.
El equipo, la experiencia y la intención existían. Como sucede con otras enfermedades raras, era una cuestión de financiación: "Tenían muy poca ayuda por parte de las administraciones y el interés también era reducido", asegura Chillón a EL ESPAÑOL. Los padres, a través de la Fundación La Lucha de Abril, consiguieron recaudar 500.0000 euros, entre donaciones de casi 2.000 personas y aportaciones de entidades benéficas.
Partir de la nada
Una vez que ya tenían recursos, el problema era que "no había nada" de lo que partir. Así es, en todo el mundo hay unos cincuenta niños con este trastorno genético progresivo, por lo que el interés científico había sido nulo hasta entonces. Aplicando su experiencia con otras enfermedades, los investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) tuvieron que "construir todo desde cero".
El primer paso consistía en generar modelos animales con esta patología. En este caso, debían introducir en su ADN la misma mutación que tienen Abril, Helia y Samuel (la SPG52 es causada por un defecto en el gen AP4S1). Habiendo demostrado que la sintomatología era similar, tocaba administrar el fármaco y comprobar si se podía parar o corregir la progresión de la enfermedad.
Una de sus principales características es el mal funcionamiento de la proteína ATG9A, fundamental para la correcta comunicación neural. Esto provoca que entre los síntomas aparezcan, además de trastornos del habla o posibles ataques epilépticos, dificultades en el aprendizaje, déficits cognitivos y problemas de movilidad.
Para restaurar la funcionalidad de la proteína, el tratamiento que lideran Chillón y Bosch consiste en introducir una copia funcional del gen AP4S1 en el interior de las células afectadas para que sustituya al gen mutado. Los resultados obtenidos en los modelos animales anticipan una pequeña esperanza para una enfermedad que no tiene cura ni medicación.
Y es que la terapia génica aplicada es capaz de corregir la capacidad de respuesta del músculo al impulso nervioso que le llega del cerebro. Esta normalización se ha mantenido al menos un año después de que se administrara el tratamiento. Además, el tratamiento ha mejorado de forma significativa la coordinación motora y el aprendizaje de los animales.
Con un coste millonario
Los investigadores también han trabajado con células de los pacientes, y están viendo que la funcionalidad neuronal se recupera. Aunque al ser una enfermedad progresiva, "es difícil saber si habrá una corrección total (un escenario muy complicado por la acumulación de problemas a lo largo de los años) o incluso si se podrá estabilizar para que no progrese".
Es "de esperar que el grado de corrección y de beneficio sea bastante importante" en el caso de Helia, diagnosticada con SPG52 a los 13 meses de edad, pues cuanto más pronto se reciba el tratamiento, mayor podría ser la capacidad de recuperación. Pero, como apunta Chillón, hasta que no se administre no lo pueden saber con seguridad.
Helia nació hace poco más de un año tras un embarazo sin complicaciones. Era la primera niña de una pareja que llevaba buscando el embarazo durante mucho tiempo. Tras la alegría inicial, a los pocos meses su familia comenzó a sospechar que algo no iba bien.
— Joserra (@jramonfernandez) December 16, 2024
Por ello su objetivo ahora no es otro que, además de publicar en una revista científica un artículo detallando los resultados obtenidos, solicitar un ensayo clínico a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS). La siguiente etapa de esta investigación será la de producir el fármaco en calidad farmacéutica.
Aunque es un ámbito que, como dice Chillón, se les escapa a los científicos, reconoce que ya están en contacto con algunas fundaciones benéficas y pendientes de posibles convocatorias de ayudas tanto nacionales como europeas para financiarlo. Ahora ya sólo les queda "esperar", pues que las familias se hagan cargo es inasumible: un fármaco como éste podría llegar a costar "varios millones de euros".
Investigar para una persona
Cuando Jesús y Cristina se pusieron en contacto con los investigadores de la UAB, su hija era la única diagnosticada en España con SPG52 (a Samual se lo diagnosticaron hará un par de años). No fue motivo suficiente para recibir un no como respuesta por su parte; al menos, para descubrir hasta dónde eran capaces de llegar.
Las dificultades económicas y el escaso conocimiento que existía se han visto compensados con una escena que pocos científicos pueden presumir de haber protagonizado: conocer a los únicos pacientes de tu país que tienen la enfermedad sobre la que investigas.
La relación con las familias es "muy buena" y se comunican con cierta frecuencia. Lo verdaderamente "motivador" de esto es "el ver la aplicación directa a lo que has estudiado y en lo que estás trabajando", explica Chillón. Todo el personal involucrado en la investigación está "contento" por ello.
Tanto es así que la búsqueda de una terapia génica para tratar la SPG52 les "abrió el camino" para comenzar a investigar acerca de otras cuatro enfermedades raras. Quieren ver si pueden aplicar "de una manera tangible" el conocimiento que han generado después de más de 25 años de estudio.
Es "casi como una actividad benéfica" porque le están poniendo "horas y recursos" de su parte a enfermedades que "no se han de descuidar porque afecten a unas pocas decenas de personas".