Hace tiempo se puso de moda el típico anuncio de zapatillas que buscaba diferenciar entre el corredor 'supinador' y el corredor 'pronador'. Si bien es cierto que esta característica importa, ni es la única, ni importa tanto como podrían vendernos; eso sí, dependiendo del nivel de carrera al que se enfrente cada uno: no es lo mismo correr por ocio, que ser corredor de élite.
Y tampoco es lo mismo enfrentarse a una media maratón que a un iron man, por poner algunos ejemplos extremos.
Ahora, un nuevo estudio llevado a cabo por Heather Vincent, del Centro de Rendimiento Deportivo de la Universidad de Florida, junto a otros investigadores de la Facultad de Medicina y Salud Pública de la Universidad de Florida y publicado recientemente en Frontiers in Sports and Active Living, ha detectado otro factor a tener en cuenta: el tamaño del tacón de la zapatilla y su relación con las lesiones.
Otra de las modas que han ido en aumento durante los últimos años es precisamente el tamaño del tacón de la zapatilla, vendiéndose como suele suceder con el típico "más es mejor".
Sin embargo, la evidencia científica contradice dicho mensaje publicitario: los corredores que usan zapatillas con tacones gruesos tendrían más probabilidad de lesionarse que aquellos que usan zapatillas más planas.
Así lo sugeriría este nuevo estudio, uno de los más amplios y completos de este tipo, en el cual también se descubrió que los corredores que usan tacones más gruesos no podían identificar con precisión cómo aterrizaba su pie a cada paso, algo que a su vez se relacionaría con las altas tasas de lesiones.
Por su parte, las zapatillas más planas se asociarían con menos lesiones, por lo que los investigadores sugieren que probablemente sean mejor opción para la mayoría de los corredores, con el objetivo de ayudar a mejorar la adherencia al suelo y aprender a aterrizar de manera controlada.
Sin embargo, la transición a un tipo de calzado diferente u otro patrón de pisada también puede suponer un mayor riesgo de lesión, y debe realizarse de forma gradual, como conoce por propia experiencia la doctora Vincent:
"Tuve que aprender a dejar de usar zapatillas de tacón alto y grandes dimensiones y usar algo con una amortiguación más moderada y trabajar el fortalecimiento de los pies. Puede tardar hasta seis meses en sentirse de forma más natural, es un proceso progresivo".
Ya en estudios previos se habría vinculado tanto el patrón de la pisada como el tipo de calzado con las lesiones al correr, pero la interacción entre ambos ha sido difícil de identificar en grupos pequeños de corredores.
Dado que el Centro de Rendimiento Deportivo y la Clínica de Medicina del Corredor de la Universidad de Florida atienden a cientos de corredores cada año, esto ha permitido extraer información de más de 700 corredores durante un periodo de seis años sobre el tipo de calzado y el historial de lesiones de los mismos, además de datos objetivos sobre la marcha al correr gracias al uso de cintas de correr especializadas y vídeos de captura de movimiento.
Tras tener en cuenta otros factores como la edad, peso, volumen de carrera y la competitividad, resultó que las zapatillas con tacón más grueso confundían a los corredores sobre su forma de caminar, y esto a su vez tendría una gran relación con las lesiones.
"El calzado se encuentra entre el pie y el suelo, y características como un gran desnivel entre el talón y la punta hacen que sea más difícil para los corredores identificar cómo están impactando sobre el suelo".
"Esto dificulta la forma en la que reentrenamos a las personas o determinamos si alguien está en riesgo de sufrir lesiones en el futuro. Los corredores que detectaron correctamente el impacto del mediopié o del antepié tenían zapatillas muy diferentes: menor desnivel entre talón y punta, más livianos y puntera más ancha", prosigue.
La relación entre zapatillas de tacón alto y las lesiones eran claras. En el futuro, se planteará la realización de estudios controlados y aleatorizados para ver si el cambio en el tipo de calzado afecta realmente a la precisión de los corredores a la hora de detectar la pisada y las tasas de lesiones.