
Robert F. Kennedy Jr. testifica en la audiencia de confirmación del Comité de Finanzas del Senado. Reuters
La disparatada cruzada de Kennedy Jr. contra las vacunas: "La leche materna que ingieren los bebés tiene más aluminio"
El nombrado por Trump para dirigir la Sanidad en EEUU ha reconocido que se están dando alergias en los niños porque "les están llenando de aluminio".
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La previsible llegada de Robert F. Kennedy Jr. a la dirección del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por sus siglas en inglés) suscita preocupación por las medidas que podría llevar a cabo en relación con las vacunas. En una entrevista, Donald Trump se comprometió a "tener un gran debate" en el supuesto de que el sobrino de JFK le propusiera acabar con los programas de vacunación infantil.
Pese a que en su comparecencia en el Senado el pasado miércoles dijo "no soy un antivacunas", en 2007 fundó Children's Health Defense, una organización que ha tratado de desinformar acerca de las vacunas. Una práctica que en algunos países ya ha provocado que se reduzcan las tasas de vacunación, dejando a niños expuestos a virus que pueden ser letales.
El propio Kennedy ha intentado acrecentar la teoría de que son dañinas apuntando al aluminio, el cual está presente en algunas vacunas para mejorar su respuesta inmunológica. Aunque, según él, podría ser la razón por la que hay niños que presentan autismo, depresión e incluso alergias: "Uno se pregunta por qué toda una generación de niños es alérgica a ciertas cosas. Es porque les estamos induciendo alergias, llenándoles de aluminio", llegó a decir en el pódcast de Mkihaila Peterson, la hija del controvertido psicólogo.
Como ya señalaron desde la Asociación Española de Pediatría (AEP), "nunca se ha registrado ningún efecto adverso relacionado con el aluminio existente en algunas vacunas". Su función precisamente es la de potenciador del efecto de las vacunas. Y se emplea para que sigan siendo igual de eficaces, sin tener que incluir tanta carga de antígeno.
Es por este motivo por el que se ha utilizado durante décadas en vacunas que han salvado millones de vidas, como las de la difteria, el tétanos o la tos ferina. En otras no es necesario porque, como por ejemplo sucede con las del sarampión, las paperas y la rubéola, las propias vacunas utilizan la forma del virus debilitada.
"Es absolutamente inofensivo"
Su origen se remonta a la década de 1920, cuando el inmunólogo francés Gaston Ramon descubrió que las vacunas contra la difteria de sus caballos eran más eficaces si les añadía tapioca. Aunque este almidón no se consolidó como adyuvante porque unos años después su colega británico Alexander Glenny descubrió que con sales de aluminio (una forma más soluble del metal) también se potenciaba el efecto de estas vacunas.
El aluminio, de hecho, fue el primer adyuvante utilizado en las vacunas autorizadas en Estados Unidos, aunque actualmente su uso se haya puesto en entredicho en este país. Y es que, además de sugerir que causan enfermedades, también hay quienes han tratado de generar dudas sobre la cantidad de aluminio que contienen las vacunas.
Entre ellos se encuentra Aaron Siri, asesor legal de Kennedy Jr y quien ya ha pedido que se retire la aprobación de la vacuna contra la polio en EEUU. Este abogado, como informa The New York Times, también ha representado a clientes que han solicitado que se acabara con la distribución de más de una docena de vacunas hasta que los fabricantes no ofrecieran más información sobre la cantidad de aluminio que contienen.
Es cierto que la exposición al aluminio puede afectar a la salud. Pero siempre y cuando sea en grandes cantidades. No es el caso de las vacunas, que contienen hasta menos aluminio del que pueden tener algunos alimentos de forma natural. "Sin ir más lejos, con la leche materna reciben más cantidad de aluminio que con todas las vacunas juntas", señala a EL ESPAÑOL José Serrano, pediatra, y miembro del Comité Asesor de Vacunas de la AEP.
Considera que "es una afirmación absurda" y que "cualquiera del ámbito científico sabe que el aluminio que va a contener las vacunas es absolutamente inofensivo". La utilidad del aluminio está demostrada "desde hace mucho tiempo". Y entiende que si hubiese ocasionado algún problema, se hubiese podido saber.
Para comprobar la cantidad de aluminio a la que está expuesto un recién nacido por las vacunas (en los seis primeros meses se estima que son 4,4 miligramos), se han llevado a cabo algunos estudios que han analizado los niveles de aluminio en la sangre y en el pelo de los bebés que habían recibido vacunas que contenían aluminio. Comparados con aquellos que no se habían vacunado con estas vacunas, los resultados no encontraron diferencias significativas.
Sin relación causa-efecto
Serrano comprende que en un cargo como el que ocupará Kennedy no siempre habrá expertos en vacunas. Pero sí, al menos, un equipo de asesores que le informe de los beneficios que tiene la vacunación. Y también de las "fake news" que existen a su alrededor. La de asociar el uso del aluminio a algunas enfermedades es "una de las últimas y en las que únicamente creen los que están del lado de los antivacunas".
Estos antivacunas también se basan en un estudio que asoció la exposición al aluminio de las vacunas con el asma. Desde el lobby antivacunas que fundó Kennedy les sirvió como prueba suficiente como para alertar de "una epidemia de asma". El estudio, sin embargo, era observacional, por lo que no se pudo probar que existiera una relación causa-efecto.
Para Serrano, las consecuencias de este estudio, en el que se reconoció que "no era una prueba sólida para cuestionar la seguridad del aluminio en las vacunas", bien podrían compararse con las que puede tener el VAERS, un sistema de vigilancia de los EEUU en el que se pueden reportar eventos adversos a las vacunas. "Puede aparecer que hay un porcentaje de vacunas con efectos indeseables. Pero es una falacia agarrarse a esto para pretender demostrar algo", concluye.