P. G. Santos
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Cuando un niño tiene un mal comportamiento que preocupa a madres y padres, su primera reacción suele ser la de fijarse en el entorno. Piensan que la culpa es de los compañeros y, por ello, en algunos casos toman la decisión de evitar que tenga ciertas amistades para prevenir posibles conflictos en el futuro.

El problema es que esta actitud de los padres y madres puede provocar precisamente que el comportamiento del niño empeore, como han señalado varios estudios científicos. Uno de los más recientes, publicado en la revista The Journal of Child Psychology and Psychiatry, demuestra que la desaprobación por parte de los progenitores hacia los amigos afecta a la posición del menor entre su círculo.

Así es, una decisión que en principio pretendía evitar los problemas de conducta puede llegar a causarlos. El citado estudio, que analizó a una muestra de 292 niños y 270 niñas (de 9 a 14 años) que completaron tres encuentas durante un curso académico, revela que fracasaron los intentos de las madres de intervenir en las relaciones problemáticas con sus compañeros prohibiendo amistades.

Este tipo de comportamientos lo que hacían, en realidad, era que el niño se alejara de sus compañeros de clase. Este distanciamiento, a su vez, provocaba dificultades de adaptación. Los investigadores de la Universidad Atlántica de Florida (Estados Unidos) también han estudiado cómo reaccionan los compañeros de clase cuando la madre interfiere en las relaciones del niño.

Más problemas de conducta

Los resultados sugieren que la desaprobación materna de los amigos tiene más probabilidades de causar un rechazo activo de los compañeros de clase, en vez de reducir el número de compañeros de clase que disfrutan de la compañía del niño. Como explica el coautor del estudio, Brett Laursen, interferir en las amistades de los hijos tiene "consecuencias contraproducentes" para los problemas de conducta "por el impacto nocivo que tiene en el estatus de los pares".

Y es que los propios jóvenes son los que pueden informar a sus amigos de las restricciones (y las razones) que les ha interpuesto su madre. En otros casos, son las madres las que pueden expresar su desaprobación directamente a los amigos. La respuesta de los amigos puede ir desde el desprecio hasta el ridículo. Sí que es probable, comenta Laursen, que "las opciones de tener amistades se debiliten porque los compañeros prefieran no relacionarse con alguien que se describe como poco popular".

Otro escenario que también puede darse, según los investigadores, es que las madres consigan terminar con una amistad, lo cual podría entrañar un nuevo riesgo. Como ejemplifica Laursen, si la madre le prohíbe una amistad, el niño necesitará un nuevo amigo. Pero, ahora bien, ¿quién quiere ser amigo de alguien que tiene una madre tan entrometida?

Esta interferencia en las relaciones con los compañeros puede obligar al niño a hacerse amigo de un compañero de alguien a quien le cuesta hacer amigos o que es rechazado por sus compañeros. Al ser rechazados, estos niños tienen problemas de conducta "con demasiada frecuencia". Estudios anteriores del mismo grupo de investigadores también sugieren que una mayor implicación materna se traduce en un incremento de los problemas de conducta de los niños.

Al final, hacerse amigo de niños con problemas de conducta los somete a presiones para que se adapten a la conducta disruptiva que las madres intentan desalentar. La pérdida de la condición de iguales, además, aumenta el riesgo de problemas de conducta porque se incremente la angustia y pone a prueba los mecanismos de afrontamiento.

Estos niños, al ser rechazados, se ven excluidos de las interacciones sociales con los compañeros, lo cual les puede impedir que tengan la oportunidad de desarrollar habilidades sociales apropiadas para su edad. Como señalan los investigadores, los padres tendrían que valorar otras alternativas a la prohibición de tener según qué amigos.

El apoyo familiar podría servir precisamente para evitar que el niño tenga problemas con sus compañeros o dificultades a la hora de adaptarse a un grupo. También sugieren que los padres traten de buscar una interacción constructiva entre los compañeros pero en entornos supervisados.