Obviemos por un momento el pasado de estas naves como herramientas militares. Ahora no nos interesan los motivos por los que existen, ni esas visiones futuristas a lo barón Munchausen en las que vemos cientos de aparatos con hélices volando por el cielo a entregarnos nuestros paquetes de Amazon.
Centrémonos en qué son los drones ahora mismo. Y, sobre todo, en qué nos dejan hacer con ellos. Para empezar, nos encontraremos con dos usos muy diferentes y, en ciertos aspectos, hasta un tanto incompatibles.
El dron regalo de Navidad es ese trasto tecnológico que todo varón de 12 a 50 años quiere tener para sobrevolar su vecindario, para jugar con aplicaciones de realidad aumentada o para cotillear los patios de los vecinos.
El dron profesional, el más interesante, hace que tareas tradicionalmente costosas comiencen a ser viables y, sobre todo, más económica.
A vista de pájaro
Uno de los sectores más beneficiados por estas pequeñas naves no tripuladas es el mercado audiovisual. Tanto en el campo del ocio como en el profesional, los drones suelen disponer de cámaras para, entre otras cosas, facilitar el control de la aeronave desde tierra. Los modelos profesionales permiten además transportar más peso (una media de 25 kg.), por lo que pueden llevar cámaras de mayor resolución y mejores características.
Alrededor de este concepto han surgido múltiples empresas que ofrecen servicios con aeronaves no tripuladas. Una de ellas, DroneAir, se dedica casi en exclusiva a realizar grabaciones de calidad cinematográfica con estas aeronaves. Alex Luna, gerente de esta compañía, nos habla de las mejoras que han visto en esta tecnología en los últimos tiempos: "Los avances han sido espectaculares y muy rápidos, sobre todo en los drones conocidos como multirrotor (los modelos clásicos de varias hélices)".
"Los más convencionales y antiguos son los aviones de ala fija, pero los drones con más de un motor han abierto un enorme mercado para los fabricantes", comenta Luna, que destaca lo mucho que se ha evolucionado: "Ahora tenemos desde los microdrones, que son modelos de hasta 10 centímetros de largo, hasta los más complejos, como los que están desarrollando Google y Facebook para llevar internet a cualquier parte del mundo".
Desde otras empresas, como Drones Agencia, se ofrecen múltiples servicios como alertas tempranas, servicios de emergencia, competiciones con estos aparatos, videojuegos, entretenimiento... Además, están preparando drones especiales para control de cultivos (podrán sustituir a los aviones de fumigación por un menor coste), para el pastoreo de ganado e incluso para ciertos usos científicos: pueden ser útiles para los arqueólogos al poder acceder con una cámara a lugares inaccesibles para el hombre.
Al final, estos aparatos cubren un amplio espectro de necesidades. Tan amplio, que si sumamos los vuelos de drones profesionales y los amateurs existe un claro riesgo de que se produzca un auténtico caos aéreo. Son tantos los usos de los drones que, por ejemplo, el año pasado sólo en Francia había más de 600 empresas que vinculaban su actividad al control de aeronaves no tripuladas.
Lo que manda la Ley
La proliferación de estos vuelos no tripulados ha obligado a la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) a actuar. Para controlar el uso de drones, hace un año se aprobó la Ley 18/2014 sobre vuelo de drones de menos de 25 kg. -con su explicación detallada en el sitio web de la propia agencia- que prohíbe hacer volar estos aparatos sobre zonas urbanas, ciudades, aglomeraciones de edificios o reuniones de personas al aire libre.
Además, no se permite volarlos en espacio aéreo controlado, a menos de ocho kilómetros de cualquier aeropuerto, a una distancia mayor de 500 metros del piloto y nunca a más de 120 metros del suelo.
Respecto a la polémica sobre si es necesario tener una especie de carnet de vuelo, Luna apunta que hay que distinguir el uso que se le va a dar al dron. "Si se van a realizar vuelos recreativos, AESA realiza restricciones similares a las distancias y lugares por los que no se debe pilotar, pero añade que no es necesario ser piloto pero se debe saber volar con seguridad".
"En cambio", añade, "para usos profesionales, el piloto debe cumplir varios requisitos: ser mayor de edad, disponer de un certificado médico específico de aeronáutica y acreditar unos conocimientos teóricos y prácticos sobre drones".
Según cuenta Luna, "antes de que esta nueva ley entrase en vigor la normativa por la que se debían regir los pilotos de drones era la de aeronaves, pero no existía una especificidad para este tipo de aviones no tripulados o manejados por control remoto, por lo que quedaba muy desfasada".
Sobre el futuro de dicha legislación, hay en los profesionales del sector un atisbo de esperanza. Luna cree que "regular el sector ha sido un acierto" y algo que debía hacerse "lo antes posible". "Si bien no se ha hecho de la mejor forma, creemos muy importante seguir trabajando conjuntamente con las instituciones para ir modificando la ley y adaptarla a las necesidades del sector, siempre primando la seguridad", afirma.
Próximamente se permitirá el vuelo en zonas urbanas (bajo unos requisitos de seguridad específicos) y más allá del alcance visual del piloto
A día de hoy ya existe un nuevo texto pendiente de trámite que tendrá varias diferencias importantes, que enumera este experto: "Se permitirá el vuelo en zonas urbanas (bajo unos requisitos de seguridad específicos), se podrá volar en espacio aéreo controlado y se podrá volar más allá del alcance visual del piloto, y esto permitirá, bajo un marco de seguridad máxima, explotar unos servicios muy demandados a los que hasta ahora no se podía dar respuesta".
Estos servicios tan solicitados son, sobre todo, los relacionados con la grabación de eventos deportivos o la toma de planos en grandes aglomeraciones de personas y en suelo urbano, ahora prohibidos.
El juguete
El verdadero problema de este sector parece ser un cierto descontrol al “democratizar” la experiencia de vuelo entre todos los usuarios. Lo que algunos llaman la "juguetización" del uso del dron. Sobre este aspecto, Luna cuenta que "si bien es una nueva tecnología que debe poder estar al alcance de cualquier persona, es cierto que el uso de este tipo de aparatos debe hacerse con mucha responsabilidad".
"Los drones tienen un riesgo potencial muy alto respecto a muchos otros juguetes o hobbies, así que no solamente un mal uso puede perjudicar a todo el sector profesional, sino que existe una alta probabilidad de provocar daños personales y materiales", afirma.
Sin embargo, se han convertido en los juguetes preferidos de todo el mundo. Empresas como Parrot lanzan al mercado drones de cuatro hélices (y terrestres) por precios inferiores a los 400 euros. Pese a que dichos modelos tienen menor autonomía y capacidad de transporte, se han convertido en todo un fenómeno.
Los profesionales del vuelo no tripulado están viendo cómo millones de estos aparatos surcan el cielo. Empresas como la propia Parrot (que este año se ha unido a los grupos Airinov y EOS Innovation para formar el Grupo Parrot) estiman que a finales de año se habrán vendido más de un millón y medio de unidades de modelos de pequeño tamaño, tras haber lanzado su primer dron de uso doméstico en el año 2010. Pero su objetivo es entrar en mercados profesionales. Esta compañía centra su investigación y desarrollo en la agricultura de precisión, la realización de mapas en 3D y el campo de la vigilancia.
Mientras, la moda de los drones es tal que hasta la nueva línea de juguetes basada en Star Wars VII: el despertar de la Fuerza han convertido el Halcón Milenario en una pequeña aeronave no tripulada. Esperemos que la Fuerza te ayude a encontrarla cuando se te pierda.