Venturas y desventuras del patinete eléctrico
A pesar de los incendios de algunos modelos, algunos de los cuales directamente explotaron, este producto de moda inunda aceras, hogares y plazas. Nos subimos a uno y analizamos su repentino éxito.
25 diciembre, 2015 01:27Noticias relacionadas
El patinete eléctrico –hoverboard en su versión en inglés–, ese que permite a una persona deslizarse de frente arrumada por el siseo de un motorcillo, ha sido proclamado como el regalo estrella de estas Navidades.
Su funcionamiento es sencillo. Subes un pie, compruebas cómo el patinete se descontrola hacia delante y atrás. Ahí es cuando llega el primer mensaje de alerta al cerebro. "Esto no va a ser tan fácil como parece", dicen las neuronas. Pero rápidamente te haces con el movimiento y te atreves con el segundo pie. El hoverboard se maneja con un juego de tobillos. Si te inclinas hacia delante el patín se desliza al frente; cuanto más te inclinas más velocidad coges (llega a los 15 km/h), lo que puede resultar algo incómodo en tanto a mayor inclinación por tu parte más de cerca ves el suelo... y también lo ves más rápidamente pasar.
No conviene clavar los talones sin haberlo pensado antes: irás hacia atrás haciendo aspavientos con los brazos como un molino vitaminado. Girar es más sencillo de lo que parece y el miedo a la baja laboral por accidente desaparece con un par de vueltas. Tras unos minutos encima dejas de temer por tu estructura ósea, aunque echar carreras no es para todos aún.
En una tienda situada en la calle Barbieri de Madrid, llamada Electricboard, se puede probar el patinete, que cuesta 389 euros. "Viene mucha gente preguntando por lo de Gran Hermano", comenta Lisa, que atiende al público. En Estados Unidos, el hoverboard se puso de moda gracias a que famosos como Justin Bieber aparecieron montados en él. En España ha sido uno de los programas veteranos de la parrilla de televisión el que lo ha popularizado.
A Rafa, responsable de ventas de una empresa importadora, un día su jefe le anunció que llegarían cuatro contenedores cargados de patinetes eléctricos para vender. Ni siquiera sabía qué es el producto. Y en este interregno, entre que se encargan, viajan y llegan los contenedores (provienen de China, como la inmensa mayoría de productos electrónicos), el hoverboard aparece en Gran Hermano. Ver a los concursantes tambaleándose sobre el cacharro animó a muchos a hacer lo mismo.
"A partir de ahí se conviertió en un producto de impacto, que la gente quiere, porque es novedoso y porque llama la atención", apunta Rafa, pero precisa que a él le interesa el paso que se puede estar dando hacia medios de transportes más sostenibles. Sin embargo, reconoce que el dispositivo es un producto efímero. "Tendrá un pico y luego seguramente bajará de manera considerable, porque la gente se cansará".
Al buscar en Google "Gran Hermano hoverboard", el primer resultado no pagado es una página de un portal publicitario con varios anuncios de ofertas de este gadget. El primero de ellos reza así: "Segaway eléctrico hoverboard como el de Gran Hermano". En la tienda online de GH (sí, hay una tienda del programa), en la categoría de tecnología -hay nada menos que siete categorías, incluida una que se llama Ideas para regalar- se puede encontrar el afamado patinete eléctrico. A 499 euros, por cierto.
Las búsquedas en Google reflejan el impacto que ha tenido la aparición del hoverboard en el popular reality show. La prueba en la que los concursantes tenían que usar el patinete eléctrico tuvo lugar el 15 de noviembre y en los siguientes días se dispararon las búsquedas de términos como "hoverboard" o "patinete Gran Hermano". A mediados de diciembre la gente volvió a buscar estos dos términos, pero por otro motivo: Amazon retiró de su tienda el producto por considerar inseguros algunos modelos.
Con el término "patinete eléctrico" pasa algo parecido, solo que el volumen de búsquedas es mucho mayor. A partir de la aparición estelar en GH, la gráfica pasa de cero a un afilado pico. Según explica Rafa, la campaña navideña ha sido un éxito. Han agotado prácticamente todas las existencias que habían pedido a Asia. Y hasta después del 7 de enero no les llega ningún barco más con cargamentos de patines (los productos con baterías de ion-litio no se pueden trasnportar por avión).
Habla de ventas de miles y hasta decenas de miles de unidades, pero es difícil dar cifras. "Básicamente, el problema ha sido que la oferta ha sido menor que la demanda". Su empresa importa mercancía y la vende a grandes superficies y tiendas.
Un juguete con aspiraciones
Sea o no el regalo de las Navidades, el entusiasmo que ha despertado el patinete eléctrico parece abocado a sufrir un declive. Su precio no contribuye a su popularidad, pero tampoco contribuye el hecho de que se trata, sobre todo, de un juguete. "No es un medio de transporte", indica Rafa, quien hace hincapié en que el concepto del producto se acerca más a la diversión.
El responsable de ventas explica que el patinete necesita un suelo liso, sin saltos ni baches. Cree que podría usarse en aeropuertos y centros comerciales. El público que lo demanda es mayoritariamente entre los 10 y los 35-40 años, aunque abundan sobre todo padres que lo compran para sus hijos.
Sobre el problema con los hoverboards incendiados, Rafa afirma que en China tienen un problema a la hora de fabricar baterías de ion-litio. "Las baterías de ion-litio tienen una serie de celdas de seguridad; en el caso de los productos chinos, la fiabilidad de estas celdas deja mucho que desear", añade. En el caso de sus productos eléctricos, se apresura a declarar que todos cuentan con baterías coreanas. Éstas las fabrican normalmente los gigantes del país, LG o Samsung, y son más reputadas.
Si atendemos a las búsquedas en Google, los incendios de patinetes solo han aumentado la popularidad del producto. Rafa se apunta al optimismo: "Me parece que estamos dando los primeros pasos para que el día de mañana podamos convertir productos eléctricos en medios de transporte unipersonal".