"Según nuestras métricas, los casos de narcotráfico, trata de blancas y ese tipo de delitos que se le atribuyen y han dado tan mala fama a TOR" -un navegador de internet para acceder a la deep web (web profunda, la que no aparece en los resultados de los buscadores)-, "representan menos del 15% del uso de nuestra herramienta".
Quien afirma esto es Noel Torres, de 39 años, impulsor del Proyecto Tor en España y uno de los pocos asistentes al Internet Freedom Festival que no tiene inconveniente en que su nombre y su imagen sean públicos.
El que está considerado el congreso sobre redes más importante del mundo -que por segundo año consecutivo se celebró en el espacio de experimentación Las Naves, en Valencia-, las consignas están muy claras. El encuentro entre expertos de 74 países versa sobre la privacidad, censura y libertad de información en internet.
Así pues, nada de nombres reales ni fotos que puedan identificar –y comprometer-, a cada una de las más de 800 almas que, entre diseñadores, desarrolladores, activistas, periodistas y demás internautas (muy pocos tecnólogos), surfean esa ola tamaño tsunami que es la sobreinformación.
Está terminantemente prohibido levantar la cámara ni siquiera para tomar una inocente panorámica que dé cuenta de la inmensidad del evento. Si alguien quiere ilustrar una voz ha de pactar directamente con el interesado una foto que se realizará fuera del recinto para evitar fortuitos segundos planos.
Todos están obligados a llevar visible su acreditación, pero en contados casos es el nombre real y no el nick lo que cuelga del cuello. No en vano, la presencia de disidentes procedentes de países como Venezuela, Cuba o Irán, donde ejercen de enemigos y azote de los diferentes regímenes políticos, es la admirada comidilla de todo grupúsculo que motea de expectación (y cierto secretismo para el neófito), el quién es quién de este festival.
Qué es TOR
TOR, acrónimo de The Onion Router (algo así como "el enrutador cebolla"), es una "herramienta de privacidad", explica Torres, "como ponerte una careta o enviar tus cartas dentro de un sobre. A nadie se le ocurre enviar su correspondencia en tarjetas postales. Las cartas siempre se meten en un sobre que, además, cierras". Un ejemplo que sirve para ilustrar la navegación habitual en internet: Ésta sería a través de esas tarjetas postales en las que su contenido circula abierto de par en par. "Y no sólo está en abierto el contenido y la identidad de emisor y destinatario", continúa.
"Cualquiera de los ordenadores que están en el camino puede ver todo lo que pasa, legal o ilegalmente. Sea porque forma parte natural del recorrido [servidores, hostings-], sea porque hay un Gobierno totalitario como en el caso de Venezuela, Cuba o Irán, que quiera controlar lo que estás haciendo. Básicamente TOR es una herramienta para garantizar el derecho fundamental del anonimato en la red... O para otros malos usos que cada uno decida darle", admite.
Si el uso delictivo representa el 15%, ese 85% restante engloba, en palabras de Torres, "a cualquier usuario que quiere conservar su derecho fundamental a no ser vigilado, igual que tienes derecho a que la policía no te vigile con una cámara en la calle". Mientras que las cámaras en la calle las puedes ver y un radar tiene que estar señalizado, la vigilancia en la red es invisible. "La única manera que tienes técnicamente de protegerte es usando una herramienta de privacidad".
Así, el software de la red TOR "lo que hace es pasar tus comunicaciones a través de tres ordenadores voluntarios, elegidos al azar entre los miles de ordenadores que son parte de nuestra red, de manera que ninguno de esos ordenadores sabe quién es el origen y quién el destino de la comunicación", comenta Torres.
De esa forma, si el "enemigo" de tu privacidad -una empresa, un gobierno o una red criminal- quisiera descubrirte, tendría que controlar más de tres cuartas partes de la red para poder "desanonimizarte". Y eso parece imposible.
Su origen, que se sitúa en la década de los 80, fue un proyecto restringido de los EE UU para que "determinadas personas" -sonríe Torres ("¿funcionarios de Inteligencia?")- no vieran comprometida su identidad trabajando fuera de sus fronteras. En particular, para personal del Gobierno americano destinado en países considerados "no amigos". Y también el dinero inicial. Hoy dependen de becas y donaciones. "La única manera de que el proyecto funcionara era que la red fuera abierta y útil para todos", remarca.
La mala fama
"No creo que TOR tenga mala prensa intencionada sino desconocimiento", aboga este físico metido a informático. "Lo primero que llega a los medios [de comunicación] es lo que se convierte en noticia", afirma, y añade: "No es noticioso que una persona haya utilizado TOR para hablar con su pareja o con sus hijos que se encuentran en el otro extremo del mundo por motivos políticos, pero sí es noticia que la policía haya desarticulado una red de pederastia o de narcotráfico. Lo normal es el primer caso, aunque eso no es noticia", sonríe con sorna.
¿Y la legalidad? "Depende del país", explica, "TOR, como proyecto, es una fundación americana sin ánimo de lucro, mientras que como software, depende de las leyes de criptografía y privacidad de cada país". "En España utilizar TOR no es ilega, pero sí que se podría capar su uso", puntualiza.
Eso es precisamente lo que ocurre en Corea del Norte y en China, donde tienen el Great Firewall (un juego de palabras con cortafuegos que alude a la Gran Muralla). "Existen medidas tecnológicas impuestas por ciertos estados para que no se pueda utilizar, pero ni el Estado más poderoso, en el caso de usarlo podría saber quiénes son los dos extremos de la información". Curiosamente, no está prohibido en Cuba o Venezuela. Sin embargo, allí las velocidades de conexión son tan lentas que hacen de TOR una herramienta ineficaz por tediosa.
"Aquí en España, los hilos de Wikileaks, que es el caso más conocido, utilizaron TOR para que sus confidentes pudieran comunicarse sin riesgo de ser descubiertos por los Gobiernos corruptos de los que sacaban información". comenta el físico, que reprende a este periodista: "Lo suyo es que periódicos como el tuyo tuvieran un portal en TOR al que las fuentes pudiesen enviar información anónimamente en lugar de pasar fotocopias en una carpeta cerrada bajo el brazo. De hecho, sería una gran herramienta periodística".
Y la policía, ¿lo usa? "No hay constancia de que en España se haga", comenta Torres. "Tanto la Unidad de Delitos Tecnológicos de la Policía Nacional como de la Guardia Civil, una vez identificado un delito y asumidas las competencias, si es que el delito ha ocurrido en nuestro país, se basan en los medios habituales como pinchazos telefónicos, seguimientos fotográficos, etcétera, para encontrar a esa persona. Porque a través de TOR es imposible".
Entonces, ¿qué diablos es la web profunda y por qué se asocia a TOR? "Habría que definir cómo explicar la web profunda. En principio, la web profunda es todo aquel contenido de internet que no aparece en los buscadores, lo que incluye a Facebook o Twitter, en tanto en cuanto tienes que registrarte para acceder a ellos y por tanto Google [el mayor motor de búsqueda] no indexa esa información".
"Lo mismo ocurre con las páginas web cerradas o inactivas, que sólo se puede acceder a ellas a través del Wayback machine (una suerte de archivo subterráneo de ceros y unos llenos de polvo digital) si conoces la dirección exacta", añade.
Abrimos Google a través de TOR tras instalarnos el navegador correspondiente en su ordenador con simple clic en la página web de la fundación… y le aparece conectado desde un servidor en Rumanía. Torres concluye: "Google tiene indexada apenas el 10% de toda la información global".