Los Kross, Özil, Neuer y compañía cuentan con un punto de motivación extra para conquistar la Eurocopa. Para imponerse en la semifinal ante Francia y derrotar en la final a los lusos, los de Joachim Löw tendrán que seguir el ejemplo de sus compatriotas robóticos que se han proclamado campeones del mundo en la RoboCup 2016.
En este evento que, desde 1997, reúne a ingenieros de todo el mundo capaces de programar a sus robots para que pateen un balón de fútbol, los alemanes han cumplido con la máxima del ex futbolista inglés Gary Lineker. "El fútbol es un deporte que inventaron los ingleses [...] y siempre gana Alemania". Dicho y hecho. El equipo B-Human de la Universidad de Bremen se ha impuesto en la final al UT Austin Villa, de la Universida de Texas (Estados Unidos), en una reñida tanda de penaltis.
Los cinco robots alemanes contaron con el apoyo de la hinchada humana que se dio cita en la ciudad alemana de Leipzig, para ver cómo los suyos estaban más acertados a la hora de golpear el balón y engañar al portero rival para alzarse campeones de la vigésima edición de la RoboCup.
Existen distintas categorías en esta competición. La más importante es la Standard Platform, donde los robots que se utilizan son los NAO, de la firma francesa Aldebaran. Los equipos participantes no pueden construir sus propios autómatas, sino que simplemente tienen que programar este modelo para que sea capaz de golpear el balón y defender en un terreno de juego de 9 metros de largo por 6 metros de ancho. Durante dos tiempos de 10 minutos, los diez robots que están sobre el campo deben tratar de hacer los máximos goles posibles.
Para ello, los autómatas que se disputan la RoboCup están equipados con cámaras capaces de identificar las líneas del campo y los colores de sus adversarios para moverse con (cierta) soltura, identificar la posición del esférico y tomar la decisión de qué hacer en cada momento.
Los organizadores del evento tienen un objetivo en mente: que para el año 2050 los robots que tomen partido en la RoboCup sean capaces de competir con futbolistas humanos. Aunque el verdadero objetivo no es fabricar humanoides capaces de replicar la velocidad de Lionel Messi, la técnica de Andrés Iniesta o la potencia de Cristiano Ronaldo: de lo que se trata es de seguir avanzando en la tecnología en un ambiente de competición.
"El carácter competitivo incentiva a nuestros participantes a seguir innovando, los resultados son de gran relevancia para la sociedad, la ciencia y la economía", comentaba Gerhard Kraetzschmar, director de la edición de este año. De lo que se trata es poder trasladar los avances a otros campos de la tecnología y la ciencia. Ese es el gran propósito que perseguían los más de 3.500 participantes llegados de 45 países distintos que han tomado partido en la RoboCup 2016. El fútbol, en este caso, no lo es todo.