Después de que salieran a la luz las sospechosas similitudes entre un párrafo del discurso que Melania Trump ofreció en la Convención Nacional Republicana con uno de Michelle Obama en 2008, el equipo de campaña del candidato republicano ha decidido poner la venda antes que la herida.
La expectación ante el discurso del candidato a la Casa Blanca creció debido al ejercicio de intertextualidad -como elegantemente lo definirían Mijaíl Bajtín o Julia Kristeva- de la esposa de Trump. Esta vez, al magnate neoyorquino no solamente le esperaba un ejército de fact-checkers, que supervisaron cada dato emitido. Antes de ser pronunciado, el discurso que Donald Trump dio ante los delegados del GOP también fue analizado por un programa anti-plagio que alguien de su equipo bajó de internet.
Este tipo de programas llevan años en el mercado, aunque han salido ahora a la superficie a raíz de la polémica de Melania Trump. Hoy en día, este software va mucho más allá de comparar palabras o frases -un clásico del plagio universitario era bajarse un trabajo de páginas como El Rincón del Vago y cambiar ligeramente los adjetivos o el orden de las frases del primer y segundo párrafo- y es capaz de analizar incluso la sintaxis o el estilo de diferentes partes de un documento para comprobar si es coherente con la autoría.
Cómo funcionan
En concreto, según revelaron fuentes cercanas a Recode, el programa usado para verificar la originalidad del discurso de Trump fue TurnItIn, una aplicación californiana. Existen otras, como Grammarly, que de forma gratuita pueden realizar un análisis superficial en busca de plagios, o uno más profundo a cambio de unos 27 euros.
En España, un equipo de investigadores de la UNED dirigidos por Guillermo de Jorge-Botana lanzó hace más de dos años Gallito, un sistema ideado para emular los patrones cognitivos de lectura del cerebro. Sin embargo, descubrieron que su software tenía una utilidad práctica: era capaz de detectar el plagio hasta niveles insospechados.
Según le contó el investigador [PDF] a este redactor en una entrevista para El Norte de Castilla, Gallito "analiza varios componentes: uno es el contenido, para ver si el texto del alumno abarca todos los puntos que contendría un resumen ideal, otro es la coherencia interna del texto, es decir, que en la secuencia de la redacción los
contenidos engarcen bien y que las cosas contiguas tengan que ver unas con otras".
Esta sería la versión más sofisticada de un programa anti-plagio, capaz de detectar, por ejemplo, una influencia no atribuida en una tesis doctoral. Pero para pillar a Melania Trump ni siquiera hizo falta llegar a estos extremos. Antes de eso, lo más habitual es analizar, en primer lugar, el plagio clon. Se buscan las palabras usadas en el texto y el programa valora la posibilidad de algunas elecciones. En el caso de Melania Trump -o de quien escribió el discurso- se habían empleado 23 palabras idénticas al de Michelle Obama. Para TurnItIn, la posibilidad de que eso ocurra naturalmente es de una entre un billón.
Otro clásico al fusilar un texto es tomar frases originales dentro de un párrafo y reemplazarlas por otras con el mismo sentido. Desgraciadamente para los fulleros, los programas informáticos también alcanzan a detectar esto.
Todos estos intentos de atajar tanto el plagio como su variante moderna, el corta y pega, estaban enfocados principalmente al profesorado. Hasta que llegó Trump.