Al principio no era más que una anécdota. Ahora es una pandemia.
El primer caso de una muerte por selfie que la literatura científica registra fue el de un joven español de 21 años que residía en una pedanía de Andújar (Jaén) llamada Vegas de Triana. En marzo de 2014 se subió a un vagón de tren para retratarse y murió electrocutado al rozar la catenaria.
En estos dos años, la cifra de muertes derivadas de los selfies ha aumentado hasta 127 en todo el mundo, según un reciente estudio realizado por científicos de la Universidad Carnegie Mellon (EEUU) y el Instituto de Indraprastha de Tecnologías de la Información de Delhi, India. De hecho, una parte sustancial de todas las muertes por selfie se han registrado en el país asiático, donde en ciudades como Mumbai la policía ya prohibe hacerse selfies en 16 zonas.
Ahora, Ponnurangam Kumaraguru, doctor en computación y uno de los autores del trabajo, están preparando una aplicación capaz de detectar cuando el usuario se acerca a una de estas zonas e incluso apagar la cámara para que hacerse un selfie en condiciones peligrosas no sea posible. "Creemos que nuestro trabajo puede proporcionar un impacto a tecnologías que eviten que los usuarios se hagan selfies peligrosos", dijo Kumaraguru a la cadena NBC, "y así evitar más de estas víctimas".
Retrato robot del muerto por 'selfie'
Aunque las mujeres suelen hacerse más selfies que los hombres, también suelen ser más cautas. Según los datos de este estudio, que fue publicado en arXiv, más del 75% de los muertos durante un autorretrato con el móvil eran de género masculino.
"El acto de hacerse un selfie puede reducir temporalmente la conciencia de un individuo sobre su entorno inmediato y exponerle a peligros no imaginados", explica a EL ESPAÑOL el irlandés Gerard Flaherty, médico en la Universidad de Galway y autor de un trabajo reciente en el Journal of Travel Medicine sobre el riesgo asociado a estos autorretratos.
"El que se hace un selfie se centra en una imagen especular de sí mismo, pero también tiene que ajustar su postura y orientar el teléfono para capturar la mejor fotografía", prosigue Flaherty, "puede haber un efecto particularmente desorientador en juego aquí, por ejemplo, cuando se ve una amenaza al fondo mientras se realiza un selfie, tal vez uno no aprecie la proximidad de ese peligro porque la imagen que lo representa está en el teléfono, por así decirlo".
El origen de este promedio de accidentado por selfie, como ya hemos mencionado, sería India, donde han tenido lugar el 51% de los incidentes. En cuanto a la edad, entraría en la categoría de lo que conocemos como millennial, ya que sólo el 13% de los 127 fallecidos por selfie tenían más de 30 años.
Y lo más importante, ¿cómo murió? En Estados Unidos o Rusia, por ejemplo, es más común morir mientras uno se hace un retrato con un arma de fuego. Pero en general, la forma más habitual de morir por selfie en todo el mundo es cayendo desde una montaña o un edificio mientras encuadran la pantalla de su móvil.
España entra, desgraciadamente, en el top de países que han sufrido más desgracias relacionadas con este tipo de fotografías. Además del joven jiennense, en noviembre de 2014 un estudiante polaco de 23 años se cayó del puente de Triana mientras se hacía un selfie.
Un año más tarde, en las fiestas de agosto del municipio toledano de Villaseca de la Sagra, David González-Mellado de 32 años fue arrollado por un toro mientras buscaba la instantánea. Fue el último caso patrio de muerte por selfie, aunque pudo acompañarles en la macabra lista un chico barcelonés de 14 años que, como el caso de Andújar, se subió a un tren a hacerse la foto y sufrió una electrocución con la catenaria.