El nuevo año ha traído buenas nuevas para los trabajadores de Francia: el 1 de enero entraba en vigor en el país vecino una ley que tratará de asegurar que cualquier empleado tenga derecho a desconectar del trabajo, por mucho que el correo electrónico y su constante presencia en el teléfono móvil lo hayan hecho poco menos que imposible hasta ahora.
Si bien todo ese trabajo extra que se lleva a cabo al responder a un correo que llega una vez acabada la jornada laboral no tiene compensación económica alguna, la recién nacida ley laboral francesa llega para cambiar las cosas: pretende obligar a aquellas empresas de más de 50 trabajadores a negociar con ellos qué medidas es necesario tomar exactamente para que puedan disfrutar de su derecho a desconectar, a pesar del smartphone.
En el caso de que no se alcance un acuerdo, la empresa deberá hacer público un documento en el que se reconozcan cuáles son las demandas de los empleados para disfrutar completamente de su tiempo libre. Sin embargo, la legislación nace coja, ya que no recoge sanción alguna para las compañías que no lleguen siquiera a negociar con sus trabajadores.
Mirando al país vecino, la Unión General de Trabajadores (UGT) ha valorado la iniciativa sobre desconexión laboral puesta en marcha por el Gobierno francés y ha recordado que los empleados tienen derecho a conocer exactamente cuál es su jornada de trabajo, su horario y el tiempo a disposición de la empresa, así como su descanso correspondiente. Además han añadido que todo lo que suceda fuera de ese tiempo -llamadas al móvil, mensajes de WhatsApp o correos electrónicos, por ejemplo- supone una vulneración de un derecho fundamental.
"La tecnología y el acceso a internet desde cualquier parte del mundo nos han facilitado la vida, el conocimiento y las comunicaciones y nos permite estar permanentemente conectados, pero están afectando a la vida personal, y a la conciliación de la vida personal y familiar, con consecuencias cada vez más importantes sobre la salud de los trabajadores", afirman desde el sindicato. "El tiempo a disposición del empresario está contemplado como tiempo de trabajo y debe ser remunerado".
Por su parte, el secretario de Acción Sindical de CCOO, Ramón Górriz, explica a EL ESPAÑOL: "La agenda digital es uno de los temas de negociación en el proceso de diálogo social abierto por el Gobierno y en el que participan, además del Ejecutivo, las organizaciones empresariales y los sindicatos. CCOO valora la Ley francesa, porque viene a confirmar la necesidad de establecer una línea clara entre horario laboral y descanso, al finalizar la jornada; pero creemos que la clave de esta ley u otra similar hay que remitirla a cómo esté regulada en la negociación colectiva, para que los derechos que de ella se derivan se trasladen a la jornada regulada en los convenios, garantizando así su eficacia normativa y la capacidad legal de las trabajadoras y trabajadores de decidir sobre su tiempo libre".
En España, el debate sobre la necesidad de la desconexión laboral también está llegando poco a poco a la agenda política. De hecho, el acuerdo alcanzado por el Partido Popular y Ciudadanos lo menciona en el punto 40, donde se afirma que "se analizará el establecimiento en la ley de límites claros al control tecnológico de la prestación laboral y el reconocimiento del derecho a la desconexión". El PSOE, por su parte, también explica en su página web que "las TIC [las tecnologías de la información y la comunicación] deben servir para ayudar a la conciliación y no convertirse en instrumentos para la extensión de las jornadas laborales". Sin embargo, el debate todavía no se ha trasladado al Parlamento.
"En Francia van mucho más rápido de lo que vamos aquí", señala a EL ESPAÑOL Juan Carlos Alonso, abogado del Departamento laboral de Legálitas. "Se están planteando cómo desconectar. Y aquí aún estamos debatiendo sobre flexibilidad laboral y conciliación laboral. Ni siquiera está bien resuelto cuándo se puede ir uno a casa".
Aunque el experto considera que la norma francesa es una buena noticia, ya que el ejemplo de los galos puede contribuir al avance español, en su opinión habría que empezar por aplicar las leyes ya existentes y por dar auténticos pasos en el terreno de la conciliación.
Primeras medidas
El objetivo de la norma francesa es que deje de medirse el compromiso de los empleados franceses en base al trabajo que llevan a cabo fuera de la jornada laboral. Los dispositivos móviles e internet han favorecido la flexibilidad, pero también se han convertido en una suerte de cadena de la que parece imposible liberarse.
Antes de que la nueva ley laboral aterrizara en Francia, algunas grandes empresas, como Axa, ya habían tomado medidas para evitar que sus empleados en el país siguieran conectados fuera del trabajo. Por ejemplo, se establecieron limitaciones al envío de correos por la noche o los fines de semana e incluso la destrucción automática de los correos recibidos por un trabajador cuando está de vacaciones.
Si la norma consiguiera su objetivo, se cumpliría el deseo de un 60 % de los trabajadores franceses que, según un reciente estudio del grupo de investigación Eleas, están a favor de que se regulen exactamente sus derechos. La situación no afecta precisamente a pocos: según el mismo estudio, más de un tercio de los empleados de Francia hace uso de sus dispositivos a diario para trabajar después de concluida su jornada.
La entrada en vigor de esta ley solo es la confirmación de un debate que tiene lugar en Francia desde hace años. De hecho, ya en 2014 la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT) y la Confederación Francesa de Cuadros Directivos (CFE-CGC), dos de los principales sindicatos del país, llegaron a un acuerdo con las patronales de los servicios informáticos, de consultoría y de recursos humanos para que no se enviasen correos electrónicos a los empleados fuera de las horas de trabajo.
Tras estos primeros pasos, en septiembre de 2015, la ministra gala de Trabajo, Myriam El Khomri, presentó un informe en el que ya se advertía del exceso de información al que se ven sometidos los empleados sea cuando sea y estén donde estén. Más de un año después, la nueva ley entra en vigor en Francia para que sean las propias empresas las que negocien hasta dónde llegan los derechos de sus trabajadores.
Una vez que esta medida ha comenzado a dar sus primeros pasos por todas las profesiones en el territorio francés, hay quienes esperan que, además, se aplique con cierta flexibilidad: así, aquellos que quieran trabajar un par de horas por la noche y descansar antes de que se acabe oficialmente su jornada laboral podrían elegir cuándo reciben correos electrónicos corporativos. Ahora queda esperar a que los debates y una posible norma se conviertan también en protagonistas en tierras españolas.