Hablar de Facebook es hacer referencia a una red social que definió justo lo que significan ambas palabras en su conjunto. Orientada primero a las universidades, extendida después a cualquier ámbito estadounidense y popularizada mundialmente hasta carecer de cualquier límite, Facebook se hizo tan grande que pocos son los habitantes del planeta que no han oído hablar de ella. Pocos también quienes no tienen cuenta.
El crecimiento exponencial de Facebook parecía carecer de límites, pero ha terminado encontrándolos. Primero, el volumen de nuevos usuarios, que ha disminuido en los últimos años hasta convertirse en un problema; segundo, el número de abandonos, especialmente entre el público más joven; tercero, la constatación de que el alcance del contenido patrocinado nunca se ajustó a lo asegurado por Facebook; cuarto, la enorme crisis de credibilidad fomentada por los innumerables errores y mala praxis. Este cóctel ha conseguido que, por primera vez, se vislumbre un futuro poco halagüeño para una red social que ambicionaba dominar el mundo. De manera literal.
Facebook no tiene razones para celebrar 2018 porque este ha sido el peor año de su historia. Escándalo tras escándalo, estamos asistiendo al temblor de un castillo de naipes que se sostenía por los débiles pilares de la costumbre. La gran parte de usuarios entra a Facebook porque le es habitual, comparte los virales de moda por pura inercia. La realidad es que Facebook se ha convertido en un cementerio vacío de contenido relevante, un desierto donde se ha construido una urbanización prefabricada en la que no apetece instalarse.
2018, el año más negro para Zuckerberg y su Facebook
Las malas noticias para la compañía no han dejado de sucederse durante los últimos meses. El escándalo de Cambridge Analytica se convirtió en el cataclismo para la empresa (una app que robó datos a millones de personas); también las fake news, su implicación en las elecciones de Estados Unidos y la limpieza étnica de Myanmar contribuyeron a poner dinamita en los débiles pilares que se mantienen en pie. La constatación de que Facebook ya no es cool entre los jóvenes fue otro duro mazazo para Mark Zuckerberg (34) y los suyos, igual que la escasa aceptación de la mayor parte de nuevas aplicaciones y servicios. Un ejemplo de esto último es Facebook Portal, un dispositivo con pantalla y asistente personal; dispositivo que no ha conseguido ventas notorias incluso a pesar de que Facebook lo rebajó durante el Black Friday estadounidense un 25%.
¿Cómo ha intentado Facebook corregir la flagrante pérdida de popularidad? Con frecuentes lavados de imagen en forma de notas de prensa alardeando de lo mucho que lucha por la privacidad de los usuarios, contra la propagación de las fake news y, grosso modo, intentando incidir en las bondades de la red social pidiendo perdón (con la boca pequeña) por los errores cometidos. La comparecencia de Mark Zuckerberg en el congreso estadounidense y en el parlamento europeo son una muestra de la incapacidad de Facebook para hacer frente a la comunión de fallos, errores y malas decisiones.
No sólo la mala prensa se ha cebado con Facebook durante este 2018, también los accionistas han visto peligrar su inversión. De un crecimiento constante para su valor en bolsa, la empresa llegó al pico más alto en julio de 2018 con 209,94 dólares por acción. Curiosamente, la cima se alcanzó a mitad de 2018, el año que Mark Zuckerberg querrá borrar de su recuerdo. También muchos accionistas desearían borrar a Zuckerberg de la dirección de Facebook.
Todos los datos apuntan a una caída de Facebook por más que esta no vaya a darse en un corto plazo. La propia red social sabía que era cuestión de tiempo, incluso sin que los escándalos socavasen los cimientos como si estuvieran armados con excavadoras. ¿Cómo blindar la empresa cuando tu principal motor se detiene en pleno vuelo? Consiguiendo más motores para la aeronave.
WhatsApp, Instagram, Oculus...
La ambición en sus dosis justas forma parte de la receta para el éxito, pero sobrepasar las cantidades apropiadas termina con una sobredosis que hace tambalear a cualquier empresa, incluso aunque sea un gigante tecnológico como lo es Facebook. La red social ha hecho de los datos de usuario el eje de su negocio. Ambicionaba más y más datos, mayor conocimiento en pos de segmentar al detalle las campañas publicitarias, ansiaba ser el espacio en el que confiáramos todas las inquietudes de nuestra vida privada. El esquema, antaño cohesionado, se resquebraja.
Las compras millonarias están dando sus frutos. WhatsApp, adquirida en 2014 por 19.000 millones de dólares; Instagram, comprada en 2012 por 1.000 millones de dólares; Oculus VR, Facebook se hizo con la empresa de realidad virtual en 2014 abonando 2000 millones de dólares. Tres empresas que conforman el enorme entramado de adquisiciones de Facebook y que se dirigen a segmentos de negocio tecnológicos muy dispares con una clara intención: disponer de salvavidas ante la caída de Facebook. También, y gracias a la sinergia entre las empresas de la matriz, WhatsApp, Instagram y las demás garantizan la flotación de la propia Facebook al intercambiar datos, experiencias y funciones.
WhatsApp e Instagram son la antítesis de Facebook porque ambas aplicaciones (mensajería y red social respectivamente) sí gozan de popularidad y de éxito entre los usuarios, especialmente los jóvenes; algo que contrasta con la opinión de los fundadores y directivos originales de las aplicaciones: tanto los creadores de WhatsApp como los de Instagram abandonaron Facebook cansados de la deriva a la que estaban sometiendo sus aplicaciones. Mayor ansia de datos, más énfasis en la publicidad y abandono del germen que dio origen a los servicios. Curiosamente lo mismo que terminó ocurriéndole a Facebook.
¿Puede un gigante como Facebook llegar a caer? Es difícil, pero no imposible. Seguramente no sea algo que veamos a corto plazo, pero sí asistiremos a movimientos desesperados para salvaguardar la escasa credibilidad que aún mantiene. Antaño era raro quien no tenía una cuenta de Facebook. Pronto será extraño el que siga encontrándole utilidad a mantenerla.
Lo que debes saber
Qué: caída de Facebook.
Quién: Facebook.
Cómo: pérdida flagrante de popularidad y encadenamiento de errores gravísimos.
Cuándo: posiblemente, a medio plazo.
Dónde: internet.
Por qué: incapacidad de mantener a la masa de usuarios y a los anunciantes.