En la ciudad de Samaná, al este de República Dominicana, hay un rincón que se adereza completamente con sal y pimienta española y donde se brinda, siempre que se puede, con vino español. Se trata de Hacienda Cocuyo, un hotel y restaurante con una de las mejores vistas de toda la provincia y donde, a ratos, se escucha algún acento catalán.
El culpable del proyecto es Víctor Esteve, de 55 años y originario de Barcelona. Este hostelero salió hace 20 años de su tierra natal para recorrer el mundo.
"Aquí quería estar una semanita o dos, porque no sabía cómo era República Dominicana. Sólo conocía Punta Cana. Pero empecé a viajar por el interior del país y conocí todo esto y fui prolongando mi viaje y me fui quedando cuando encontré estas tierras", explica desde el enorme salón de su casa que comparte las mismas vistas que la finca.
Y es que no hay que mirar mucho para entender que Samaná es uno de los lugares más bonitos del país. Una península con una naturaleza salvaje y llena de atractivos como el Parque Natural de los Haitises o el Santuario de las Ballenas jorobadas que cada año bajan, desde enero a marzo, a aparearse o a tener a sus ballenatos en tierras más calientes y salerosas.
De hecho, desde los dos miradores con los que cuenta este local, se puede llegar a ver un día despejado cómo estos enormes cetáceos juguetean en la bahía de Samaná y curvan sus cuerpos como si fueran jorobados.
"Lo que me gustó de Samaná es que todo es un poco salvaje, esta locura. Esta imagen de mar y montaña, con sus playas increíbles, todo muy virgen, todo por hacer", reconoce este empresario español que ya quiere ampliar su Hacienda Cocuyu con unos apartamentos turísticos porque "¿a quién no le gusta levantarse con estas vistas?".
Cuando Víctor eligió el terreno para levantar su sueño hace 12 años no había nada alrededor que advirtiera de su éxito. "Era una zona agrícola sin carretera, ni electricidad ni agua... Empecé de cero".
Sin embargo, la finca se presentaba como algo mágico tanto por su situación como por las luciérnagas que la señalaban casi como si fueran enviadas del destino y él, lo reconoce, se "enamoró".
"Se llama Cocuyo porque es el nombre de las luciérnagas aquí. Recuerdo que llegué una tarde y cayó la noche y empezaron a pasar por ahí. Y me quedé con ese nombre para la hacienda", aclara este empresario catalán.
El proyecto ha querido ser respetuoso con lo que esta tierra ofrece y con lo que esta tierra da. Se trata de un hotel ecológico que apuesta por adaptarse a los dominicanos de la zona y a las necesidades del terreno.
"Hacienda Cocuyo es ecológico pero de verdad porque el agua viene de un manantial cerca; tenemos un conuco [huerto] de donde sacamos para el restaurante; energía limpia, fotovoltaica y eólica; gestión de residuos y la piscina no utiliza ni cloro", explica mientras el más pequeño de sus hijos corretea libremente jugando con su perro.
Víctor ha tratado de ser lo más respetuoso con lo que le rodea. Samaná es una zona natural impresionante y hasta los increíbles miradores que es otro de sus atractivos tuvieron sus detractores. "Mucha gente que estaba acostumbrado a tener las vistas sin nadas no los quería pero yo me puse cabezón y los hice", explica entre risas.
Lo curioso de esta Hacienda Cocuyo es que en sus 22 habitaciones se mezcla el cliente dominicano con el internacional. "Los fines de semana son más dominicanos y entre semana europeos".
De hecho, muchos españoles llegan gracias a la excursión que ofrece Soltour, el turoperador español que trabaja en exclusiva en la provincia de Samaná y que ofrece vuelos directos, hoteles y experiencias para recorrerse este paraíso salvaje.
"Este lugar es para más aventureros. Unos vienen con una moto, otros vienen con un coche alquilado, otros se van en la guagua comunitaria, pero vienen atraídos por la naturaleza y por las vistas", aclara Víctor.
La gastronomía dominicana no siempre resulta un reclamo para los turistas, por eso, este empresario español combina comida criolla con platos italianos y mucho sabor español. "Tengo vinos españoles, claro, son mejores que los chilenos o argentinos y también las especias Carmencita".
Y es que en todas las mesas de Hacienda Cocuyo se puede ver un tarro de sal y pimienta de esta centenaria empresa alicantina que es famosa en el mundo entero por su variedad y su calidad.
"Este es un lugar pintoresco. Yo sé que cuando llegas aquí ya hay mucho ganado por las vistas y si te tratan bien, pues ya estaría". El paraíso, le falta decir a Víctor que, reconoce, ya no va a poder arrancar las raíces que tiene con esta tierra y con su gente.