El Riverside Mozart es el barco fluvial más grande de Europa con sus 120 metros de largo y el crucero más lujoso que se desplaza por un río del continente. Cuenta con habitaciones espaciosas, un spa, piscina, bicicletas, un huerto propio y hasta un mayordormo que está disponible las 24 horas del día para cualquier petición si se contrata el servicio.
Pero el mayor lujo de este crucero está, sin duda, en su cocina, donde se han empeñado en acabar con el popular mantra de que "en un barco no se puede comer bien". En el Mozart, el restaurante está a la altura de cualquier hotel cinco estrellas de cualquiera de las capitales que visita en sus itinerarios y con una apuesta por el kilómetro 0 y lo local. Cuanto más fresco mejor, insisten.
"La principal diferencia con un restaurante normal es el tiempo que pasas en el barco y además que tienes que planificarte bien porque en tierra puedes suministrarte en cualquier momento, pides algo hoy y mañana lo tienes, pero aquí necesitas saber cuántos huéspedes vas a tener, qué necesidades, qué pueden querer...", aclara Vladislav Vucicevic, uno de los responsables de la cocina del Riverside Mozart.
Los responsables del barco están tan orgullosos de su instalación que una de las actividades que ofrecen a los clientes es, precisamente, visitarla. Y no a una hora de esas muertas en las que sólo está el personal de mantenimiento y todo muy limpio y ordenado; el Galley tour en el Riverside Mozart se hace a mitad de mañana cuando hierve la cocina, para mostrar desde cómo se hace el pan, los postres o los espaguetis frescos entre ollas de sopa y comida.
Cuando se visita, lo primero que llama la atención de esta cocina es su tamaño: 23 metros. "Llevo 14 años trabajando en cruceros y puedo decir que ésta es la más grande de todos los barcos en los que he estado", asegura este serbio muy orgulloso del equipo que ha convertido las cenas de este crucero en lo más selecto del menú.
En total, unas 20 personas trabajan en las distintas estaciones, como llaman ellos a los puestos, para que todo lo que salga por la puerta esté al gusto del huésped. Hay cocineros, panaderos, reposteros, ayudantes... toda una banda que tiene muy claro cómo ha de interpretar su papel para que la cocina sepa a música clásica en este caso.
El espacio cuenta con un horno propio que es donde se prepara todo lo que se puede ver y desear en una panadería vienesa: baguetes, chapatas, cruasanes, magdalenas, bizcochos... que cuecen lentamente durante la noche para que cuando se abra el bufé del desayuno esté recién hecho, calentito aunque el Riverside Mozart se encuentre atravesando el Danubio desde hace horas.
"No compramos nada fuera y todos los postres se hacen aquí mismo, junto con el pan y los dulces", insiste Vucicevic. Al lado del pan, la máquina de hacer pasta muestra cómo trabaja a toda marcha. "La pasta fresca se hace a bordo, menos la que es sin gluten que la traemos de fuera porque no podemos garantizar la limpieza total de trazas".
Este barco es uno de los pocos que cuenta con cámaras frigoríficas separadas para todo, para la carne, el pescado, la verdura y la fruta. "Normalmente la verdura y la fruta van juntas por el espacio, pero esta cocina da para todo", asegura uno de sus responsables.
"Tenemos bandejas para cortar por colores según cada tipo de alimento. El verde para las verduras, el azul para pescados, el marrón para otros productos, la roja por la carne cruda... tal y como marca la normativa sanitaria para evitar contaminación", continúa explicando el método este chef a cualquiera que quiera visitar su cocina.
Sin embargo, estos metros de intenso trabajo no serían nada sin la apuesta por un producto fresco, local y de mucha calidad. Es habitual levantarse el día que el Riverside Mozart va a atracar en Bratislava y encontrarse un postre típico de esta ciudad. O la ensalada de patatas en Viena. O unas salchichas especiales mientras sale de Alemania... pero eso exige planificación y calidad.
"En comparación con otros barcos, estamos mejor porque tenemos proveedores en cada lugar donde paramos para ofrecer lo más fresco a nuestros huéspedes. Son granjeros, carniceros... en su mayoría locales que nos acercan lo mejor de cada sitio", aclara.
La apuesta por la gastronomía les lleva a organizar noches especiales de tapas, con un menú cerrado en el que se puede probar lo mejor de cada puerto, pero también a la creación de un lugar reservado para quienes contratan cenas privadas en las que el menú se destapa con platos intensos, recién preparados y de alta calidad.
"A bordo, las opciones van desde preparaciones europeas inspiradas en los Habsburgo hasta creaciones modernas de la cocina mediterránea. Además, en el exclusivo Waterside se ofrecen cenas elegantes y la Sala Vintage permite disfrutar de una cena especial acompañada de un maridaje de vinos cuidadosamente seleccionado". Entre los que no faltan algunos de los españoles más exclusivos.
"El reto es que el cliente vuelva a estar con nosotros, vuelva a sorprenderse con la gastronomía que presentamos. Por eso, leemos todos los comentarios, hablamos con ellos, tenemos mucho control de todo lo que entra en el barco", añade Vucecivic.
Servicio exclusivo
Sin embargo, si algo destaca por encima del salmón, la carne o las sabrosas sopas caseras en este barco de lujo es, sin duda, el servicio, uno de los puntos fuertes del Mozart. De hecho, tiene una capacidad para 162 personas y cuenta con una tripulación de 82 personas, uno de los ratios más elevados de estos hoteles flotantes, con un miembro de la tripulación por cada dos pasajeros.
Entre los recorridos más populares del Riverside Mozart ahora mismo destaca el de los mercadillos de Navidad por el Danubio, un complemento gastronómico para quienes les guste comer ya que estos preciosos puestos son los lugares ideales para catar de primera mano la gastronomía local, el vino caliente y las enormes salchichas de medio metro.
Hasta el 3 de enero, este barco hace escala en lugares como Viena, Budapest y Bratislava, así como en encantadoras localidades austríacas como Krems y Linz, famosas precisamente por los mercadillos. También visita Krems, la puerta de entrada a la región de Wachau; Linz, cuna de la famosa tarta de Linz; la imponente abadía benedictina de Melk y Budapest.
E incluso es posible pasar una increíble Nochebuena en la ciudad natal de Mozart, Salzburgo, con música y cena impresionante mientras el Danubio discurre lentamente, de forma mágica.