¿Sabías que la cerveza tiene su origen en el año 6000 a.C.? ¿Sabías que tiene efectos protectores en nuestro sistema cardiovascular y que ayuda a reducir el colesterol? Acerca de todas estas curiosidades se habló hace unos días en el Taller de Maridaje del Pescado con Estrella Damm, el acto que dio el pistoletazo de salida al Palamós Gastronòmic, un mes en el que la ciudad ampurdanesa de Palamós se llena de eventos gastronómicos y en el que cada restaurante hace su propuesta, ya sea en forma de tapa o de menú. ¡Pues qué suerte tenerla tan cerquita!
En general, podemos encontrar platos elaborados a base de pescado y marisco autóctonos, siguiendo las líneas de la cocina tradicional de la ciudad que ha basado históricamente su economía en la pesca, sacando ventaja de su privilegiada ubicación. Seguro que habréis oído hablar (si es que no habéis tenido la suerte de probarla) de la Gamba de Palamós, un producto certificado con Marca de garantía de calidad y reconocido internacionalmente. Un manjar de chuparse los dedos, vamos. En el taller que acogió el fantástico Espai del Peix participamos en un doble maridaje con cerveza, puesto que no solo se acompañaban los distintos platos con esta bebida sino que los mismos estaban cocinados con distintos tipos de cerveza de la marca Damm. Los chefs Joan Cuadrat y Ramon Boquera explicaron el proceso de elaboración de su Canana a la romana Damm Lemon (la canana es una especie parecida al calamar), de su Pastel de pescado Estrella Damm Inedit, de su Pescado relleno con salsa Weiss Damm y de su Pulpo a la cerveza Bock Damm. Cada uno de los tipos de cerveza ha sido escogido en la elaboración del plato por sus cualidades organolépticas, que ayudan a potenciar el resultado por el sabor, la textura o los aromas que le aportan. Queda claro que la cerveza no solo es para beberla, sino que podemos incorporarla como un ingrediente más a nuestras creaciones culinarias dando resultados exquisitos.
Por cierto, hablando de cerveza… ¿sabíais que su antecesora es una bebida llamada Sikaru que las sacerdotisas de Mesopotamia elaboraban con cereales en el 6000 a.C? En la actualidad, la cerveza se elabora con agua, el ingrediente fundamental, cebada, lúpulo —encargado de darle amargor y aroma—, y levadura —que transforma el azúcar en alcohol. Muchas de ellas incorporan también adjuntos, ingredientes adicionales como el arroz o el maíz para darle matices distintos de olfato y sabor. Existen tres tipos de cerveza actualmente:
- Cerveza de fermentación alta: la levadura fermenta a altas temperaturas, con lo que se consigue un aroma y paladar afrutados. Pertenecen a esta categoría los estilos Ale, Abadia, Trapense, Strong, Porter, Stout y Weisse o cerveza de trigo.
- Cerveza de fermentación baja: recibe el nombre de lager y es la más común. La levadura fermenta en tanques a baja temperatura, y algunos de sus estilos son Pilsner, Viena, Munich, Bock, Rauchbier, Dortmund o Märzen.
- Cerveza de fermentación espontánea: se deja que fermente con levaduras naturales que se encuentran en el ambiente y que solamente se hallan en una zona concreta de Bruselas. Sus estilos son Lambic, Gueuze, Kriek o Faro.
Contrariamente a la percepción que muchos podemos tener de la cerveza, bebida con moderación (no más de dos o tres cañas al día), nos aporta muchos nutrientes, como fibra soluble, vitaminas del grupo B y minerales como el potasio, el magnesio, el fósforo y el silicio. Ello hace que beneficie nuestro sistema cardiovascular y, al ser rica en antioxidantes, también ayuda a reducir nuestros niveles de colesterol. Y a los que les preocupa la barriga cervecera… ¡sorpresa! La cerveza no contiene grasas, y solo tiene 45 Kcal/ 100 g. y 25 Kcal/100 g. la sin alcohol, así que si no nos pasamos con las aceitunas y los pinchos de tortilla, unas cañas con los amigos no nos tienen que quitar el sueño.
Poco a poco, esta bebida va desligándose de la barra del bar y nuestra cultura la va aceptando cada vez más como acompañamiento de la gastronomía de calidad. Ejemplo de ello es la última creación de Damm, Inèdit, una cerveza elaborada por el chef Ferrán Adrià y el equipo de sommelliers de El Bulli a partir de un coupage de malta de cebada y trigo, aromatizado con cilantro, piel de naranja y regaliz. Puede acompañar cualquier tipo de comida, y al tener un carbónico bastante suave no acaba produciendo esa sensación de hinchazón que podemos tener después de tomarnos una caña. Debe servirse en copa de vino blanco y mantenerse en cubitera, de modo que su consumo se asemeja mucho al del vino, tanto por el momento como por la forma. Si no sois amantes del caldo de uva y no queréis pedir agua o refrescos en las ocasiones especiales, ésta puede ser una muy buena alternativa. ¡Salud!