Los precios fijos de los bienes de consumo podrían dejar de existir tal como los conocemos en un perído no superior a cinco años. Al menos eso es lo que predicen los expertos en Mercadotecnia para el futuro a medio plazo.
Aunque prácticamente desde siempre hemos estado acostumbrados a que los precios en oferta de los productos que compramos se mantengan invariables durante todos los días que nos anuncian los folletos de ofertas y que fuera de los períodos de rebaja todos los artículos conserven el mismo P.V.P. durante semanas o incluso meses, según informa el diario británico Telegraph, este sistema de precios “sobre papel” podría tener los días contados.
Etiquetas electrónicas que acabarán con los precios fijos
En un futuro no muy lejano los precios de los bienes de consumo estarán controlados por etiquetas electrónicas e irán variando según las horas del día para adaptarse a las variaciones de oferta y demanda en tiempo real. De esta manera el precio de un producto podría variar hasta un 90 por ciento dependiendo del momento en el que nos acerquemos a comprarlo. Sería un sistema muy similar al que ya estamos utilizando para pagar la factura de la luz, en la que el precio de cada kilowatio·hora de energía consumido varía cada hora a lo largo del día.
De esta manera, mediante el uso de etiquetas electrónicas, el supermercado puede reaccionar a cualquier evento relacionado con la oferta y la demanda de cada producto de manera individual. Por ejemplo, se pueden retirar las ofertas de helados o bebidas refrigeradas durante las horas de más calor o subir los precios de los sándwiches, bocadillos y tentempiés a la hora de comer.
No todos los países reaccionan igual
Aunque estos sistemas llevan tiempo implantándose con éxito en EEUU y en algunos países europeos, en otros países, en otros países como el Reino Unido o los países de la Europa Mediterránea podrían causar un gran revuelo entre los compradores, pues se trata de cambios para el consumidor que pueden suponerle una gran incertidumbre, al menos durante el período de adaptación al nuevo sistema.
En este período de adaptación, aunque algunas familias podrían incluso ahorrar dinero, otras familias podrían encontrarse teniendo que gastar mucho más dinero del que disponen en el presupuesto familiar para alimentación dependiendo de la hora del día a la que puedan hacer la compra.
De momento, en Gran Bretaña, supermercados como Tesco, Sainsbury o Morrisons están empezando a introducir en algunos de sus lineales etiquetas electrónicas que les permiten cambiar los precios de manera sencilla e inmediata. Si esta fase inicial funciona podrían llegar a cambiar el sistema hasta operar con un programa de cobro basado al 100% en etiquetado electrónico.
De hecho, el año pasado la cadena Mark & Spencer introdujo un sistema similar en el que ofrecía suculentas ofertas para comprar el almuerzo antes de las 11 de la mañana en un intento de alentar a los clientes a comprar el almuerzo en las horas en las que la tienda tenía menos clientes.
Precios electrónicos no solo en el supermercado
Este nuevo sistema de asignación de precios ajustados en tiempo real no afectaría solo a lo que se vende dentro del supermercado, sino que incluiría otros bienes de consumo como los combustibles para automoción. De esta manera, resultará más caro repostar en las gasolineras los fines de semana y los festivos y nos ahorraríamos algo de dinero haciéndolo durante la semana.
Según los expertos, pese a las posibles reticencias iniciales por parte de los consumidores, este tipo de tecnologías serán dominantes dentro de dos años y dentro de cinco años será muy raro ver etiquetas en papel.
Además, las etiquetas de papel muchas veces muestran precios equivocados ya que han de ser reemplazadas manualmente y una por una por los empleados de la tienda cada vez que hay un cambio en el precio. Con las etiquetas electrónicas los precios se actualizan automáticamente y sin errores en menos de 20 segundos.