Los mitos sobre el pollo son tan antiguos casi como este animal. Que si comer la piel es malo, que puede provocar problemas durante la gestación a las embarazadas, que los pollos se crían con hormonas o que los pollos de corral son amarillos por su alimentación. ¿Quién no lo ha escuchado y, reconozcámoslo, creído?
La piel del pollo es mala
Lo primero que debes saber es que al cocinar el pollo, aunque la piel tuviera alguna bacteria, desaparece gracias a las altas temperaturas a las que es expuesto. Bien sea frito, asado o cocido, la piel es perfectamente comestible tras su cocinado.
La piel del pollo no contiene nada tóxico tampoco. Si así fuera, no llegaría hasta los mercados y supermercados, ya que pasa por estrictos controles de seguridad alimenticia.
De hecho, mucha gente opta por lavar el pollo pero esto no es recomendable para no esparcir aún más las posibles bacterias que tenga.
Deja de quitarle la piel y disfrútala bocado a bocado.
No se debe comer pollo durante el embarazo
Para nada es cierto. Lo que sucede es que hay que asegurarse de que el pollo está cocinado en su punto, sin rastros de sangre y que no queda crudo.
Además, tiene una serie de ventajas que van muy bien a las embarazadas:
- Es una carne de fácil digestión
- Ayuda a reducir el ácido úrico gracias a sus bajos niveles de purina, una sustancia que, al ser digerida, produce el ácido úrico.
- Es bajo en grasas y alto en proteínas.
- Contiene vitamina B6, fósforo y selenio. La vitamina B6 ayuda a elevar la energía y quemar grasas; el fósforo ayuda a que el estómago y los riñones funcionen bien y también contribuye a tener unos huesos y dientes fuertes; y el selenio nos ayuda a producir antioxidantes.
Los pollos se crían con hormonas
Y así es como se consiguen aves más grandes, con carnes más jugosas. ¡Falso! La Comisión Europea prohíbe la alimentación de animales de granja con hormonas que potencien su crecimiento. Además, los controles veterinarios revisan que sea así.
En 2017 el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación publicó un informe sobre el Plan Nacional de Investigación de Residuos que dejaba claro que en ninguna granja de pollos española se usan hormonas.
Si actualmente estas aves son de mayor tamaño se debe a que las especies y razas cada vez se seleccionan mejor, buscando que los pollos crezcan antes y mucho más.
El pollo de corral es amarillo porque come maíz
Lo que hace el marketing: es ver un pollo de piel amarilla en los estantes del supermercado o la pollería y asociarlo al pollo de corral. Lo asociamos además con la salud, libertad y calidad de vida del animal pero lo cierto es que se trata de otra raza.
El pollo común es Galus Galus pero hay otra raza llamada Galus Sonneratti cuyas patas, carne y piel son amarillas tras comer grano de este color. Así lo demostró un estudio de la Universidad sueca Uppsala.
En cualquier caso, sí se les alimenta con más maíz, lo que puede contribuir a potenciar ese color amarillo.
Cuidado con la carne de pollo cruda
Esto sí es real y no un mito: la carne de pollo cruda o poco cocinada puede contener bacterias como salmonella o listeria. Para evitarla, asegúrate siempre de que la carne queda perfectamente cocinada, con un color blanco y no rosado.
"En efecto, el hacinamiento de los animales en los sistemas intensivos de cría y la implantación de grandes plantas de sacrificio y procesado facilitan la difusión de los microorganismos, especialmente de bacteria enteropatógenas" como explica Raúl Moreno en este artículo en la revista Selecciones Avícolas.
Pero, insistimos de nuevo: bien cocinado, el pollo no supone ningún problema ni riesgo.
Ahora que sabes que los grandes mitos del pollo no son verdad, anímate a prepararlo. Te sugerimos probar las mejores recetas de pollo frito del mundo, ni más ni menos.