La semana pasada pasé unos días de vacaciones con la familia en Tenerife y me encontré con una situación esperpéntica. Nos alojamos en un popular hotel de gran nivel situado en la localidad de Alcalá. Pese a que durante la estancia pudimos visitar excelentes restaurantes, bodegas y queserías de la isla, la primera noche tuvimos que buscar un sitio para cenar porque llegamos tarde al hotel.
Nuestra investigación del terreno comenzó, como ya es común en cualquier viajero en cualquier lugar del mundo, desde el teléfono móvil. Al carecer de recomendaciones de amigos en la zona hay que recurrir a opiniones en Google Maps y TripAdvisor. No me fío mucho de ninguna, pero son una forma de guiarse rápidamente para empezar.
La búsqueda arroja muchas opciones, pero una me llama especialmente la atención: El Rincón Canario (con un 4.5 en TripAdvisor). Con ese nombre algo bueno tiene que tener de comida tradicional, unas papas con mojo, algo de cherne pescado en el día, algún preparado rico con gofio o incluso lapas al ajillo. Las fotos de los visitantes daban la primera pista (a la que no hicimos caso) de que el desastre se cernía sobre nuestras cabezas, amenazante como una tormenta a punto de estallar. Pero preferimos mirar al horizonte, donde todavía se veían claros azules en el cielo. Error: si a tu espalda hay nubes grises, coge el paraguas antes de salir.
Tras un pequeño paseo desde el hotel llegamos a El Rincón Canario, un local que por fuera no tenía mala pinta, con una decoración sencilla en madera. Nada llamativo, nada que nos hiciese sospechar de lo que aguardaba dentro. Nos aproximamos a la entrada, inocentes.
Mi madre lideraba el grupo. Mi madre es irlandesa, de Belfast. Mi madre preguntó, en su perfecto español con ese acento que los irlandeses nunca abandonan: "Buenas noches, veníamos a cenar algo, unas tapas. Somos cinco personas".
Y la tormenta estalló.
La mujer, aparentemente propietaria del local, contestó titubeando en un intento de español imposible de entender. No pudimos comprender lo que quería decir, pero lo que sí dedujimos es que ese sitio de canario no tenía ni un rincón. Mi madre reaccionó con gran agilidad y apretó el botón de su cabeza que cambia del español al inglés, tranquilizando a la nerviosa encargada del local que no era capaz de atender a unos españoles. En Tenerife. En El Rincón Canario.
Decidimos quedarnos y sentarnos a cenar empujados por una mezcla alimentada por el hambre y la curiosidad. Mi espíritu científico me obliga a saber más de un caso como este, y aunque la cena fuese mala mereció la pena, porque me abrió las puertas hacia una realidad que desconocía. O más bien que no quería ver.
La carta es un popurrí de recetas típicas españolas que puedes encontrar desde Tenerife hasta Andalucía, pasando por Valencia y Cataluña. Ya quisiera Ferran Adrià que la Bullipedia llegase a albergar todas estas recetas. Calamares a la romana, paella, papas con mojo, gambas al ajillo, patatas bravas y... tortilla española.
En la vida se me habría ocurrido pedir tortilla española en El Rincón Canario. Eso si El Rincón Canario fuese de verdad un rincón canario. Pero siendo lo que resultó ser, la curiosidad venció y tuve que pedirla. Mi primera motivación fue la necesidad de explicar cómo se hacía una tortilla española, pero cuando la sirvieron se me quitaron las ganas.
La parte de los vinos merece una historia aparte, y es que tras decirnos que "en Tenerife no se hacen buenos vinos porque, ya sabéis, es un volcán" (cuando en Tenerife hay vinos de excelente calidad como Suertes del Marqués, Altos de Trevejos e infinidad de otras bodegas), descubrimos que los supuestos "vinos buenos" eran los de Mercadona y Lidl que vendía por unos 22-26 €. De locos, como el dolor de cabeza que tuve al día siguiente.
Cuando la señora de habla inglesa, por cierto encantadora, vino a tomar la comanda fuimos diciendo lo que nos apetecía. Y añadí al final que nos gustaría probar la tortilla española. En inglés contestó que "la tortilla española se hace con patata". Yo no daba crédito.
Los platos fueron llegando uno tras otro, y aunque no eran buenos tampoco fueron un absoluto desastre. Algunos podrían ser perfectamente preparados congelados de Mercadona, pero al menos los precios eran muy baratos.
Y entonces llegó a la mesa la tortilla española. La tortilla española de El Rincón Canario de Tenerife dirigido por una mujer extranjera que no sabe español. Y nosotros peleando por la polémica de que la tortilla de Casa Dani se hace con aceite de girasol y no con aceite de oliva. O que si debe ser más o menos cuajada. O que si lleva o no cebolla. O incluso por la paella de chorizo de Jamie Oliver. Abramos los ojos ante la realidad de los verdaderos problemas a los que se enfrenta la tortilla española.
Según El Rincón Canario la tortilla española se compone de los siguientes ingredientes: Huevo, patata, cebolleta, pimiento verde, pimiento rojo, zanahoria y (ojo cuidao) guisantes. Y por supuesto muy cuajada. Mucho, nada de que quede liquidilla.
Podría seguir criticando lo ocurrido con el incidente de la tortilla española en Tenerife, pero tampoco tiene sentido. La culpa no la tiene El Rincón Canario, ni su chef ni su dueña que no sabe hablar español ni tiene interés en elaborar recetas tradicionales españolas. La culpa la tiene lo que está ocurriendo con el turismo en Tenerife (y en general en todo el mundo).
Según datos de Turismo de Tenerife la isla recibió más de 8 millones de turistas en 2018. De estos poco más de 3 millones son españoles, y solo 1.8 provienen de la península. "¿Dónde están esos 8 millones de turistas?", nos pregunta un popular chef tinerfeño. "Los turistas están secuestrados en los hoteles, no salen de ahí, no vienen a nuestros restaurantes a conocer la gastronomía típica o van a las pequeñas tiendas de comerciantes locales. Se quedan en los grandes complejos hoteleros con pensión completa y van a grandes centros comerciales. No hay beneficio para Tenerife de todo este turismo".
La situación de Tenerife se repite en casi todas las ciudades turísticas de España. Y con la creciente presencia de un turismo de baja calidad llega también la bajada de nivel de los aspectos que rodean el turismo, como es la gastronomía.
¿El problema? Que sobrevive antes un local en el que te atienden en inglés nativo y te ofrecen platos baratos que dan el pego y sirven para salir del paso cuando el turista secuestrado en el hotel durante una semana se atreve a salir a explorar los alrededores. Y con sobrevive me refiero a que consiguen un 4.5 en TripAdvisor.
Sin embargo, los chefs locales que apuestan por la tradición, los productos locales y ofrecen vinos de la isla consiguen llegar a fin de mes a duras penas. Y sin recibir ninguna ayuda ni visibilidad. No interesa lo auténtico, interesa lo barato y lo fácil. El turista ya no viaja, el turista turistea.
Tenerife es un lugar único en España. Una isla preciosa, con espectaculares paisajes, cultura, gastronomía y diversión. Con parajes únicos como los acantilados de Masca o el bosque de laurisilva en Anaga. Todo esto puede sonar extraño para un altísimo porcentaje de los visitantes de Tenerife, pero la isla ofrece algunos de los grandes vinos de España y puede presumir de una gastronomía única. Y eso hay que conocerlo.
¿Dónde comer y beber en Tenerife? Hay muchísimos sitios, pero no te pierdas El Lajar de Bello, AIE Gastrobar, El Rincón de Juan Carlos, la quesería Montesdeoca, bodega Altos de Trevejos o bodegas Suertes del Marqués. Y eso solo para empezar, busca y alucinarás con Tenerife.