Si gran parte de la basura que generamos es plástico y acaba en el mar, flotando entre su fauna y flora, ¿de verdad podemos sorprendernos al descubrir que estamos consumiendo alimentos que contienen plástico?
Según el informe 'Basuras marinas, plásticos y microplásticos: orígenes, impactos y consecuencias de una amenaza global' realizado por el Ministerio para la Transición Ecológica, "cada año entran en el océano entre seis y ocho millones de toneladas de basuras marinas, de las que los plásticos representan más del 80 %. Además, el 80 % de la entrada de basuras marinas se produce desde fuentes terrestres".
Entonces no es de extrañar que los pescados que comemos hayan ingerido plásticos y microplásticos. Así lo confirma este estudio, que revela que "más de 690 especies han tenido alguna interacción con las basuras marinas".
No solo es un problema para la fauna marina y para el ser humano una vez llegan a la cadena alimenticia, sino que además, esta contaminación provoca cambios en los ecosistemas y un efecto letal en la fauna debido a su ingestión.
¿Qué alimentos que contienen plástico estamos comiendo?
Pescados, sal, moluscos y mariscos portan un elevado porcentaje de este material. Y todos llegan a nuestra mesa.
Estos son los cuatro alimentos que contienen plástico más consumidos:
1. Pescado
Según el informe elaborado en 2016 por Greenpeace, 'Plásticos en el pescado y el marisco', el 36.5 % del pescado obtenido mediante arrastre en el Canal de la Mancha contenía polímeros sintéticos en sus intestinos. ¿Cómo llegó ahí? "Es probable que los peces se comieran los microplásticos al alimentarse de forma natural", concluyen los investigadores.
También explican cómo el análisis de 121 peces entre los que se encontraba pez espada, atún rojo del Atlántico y atún blanco del Mediterráneo central "reveló que el 18.2 % de las muestras contenían residuos de plástico".
Desde AECOSAN (Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición) advierten que es más difícil ingerir los plásticos existentes en el pescado aunque muestren altas concentraciones porque "están presentes principalmente en el estómago y los intestinos", los cuáles "generalmente son eliminados y no constituyen una importante fuente de exposición para los consumidores".
2. Mejillones
Sin embargo, no sucede lo mismo con los crustáceos y mariscos bivalvos, como los mejillones, porque los comemos enteros, incluyendo su tracto digestivo. Por lo tanto, ingerimos todos los residuos que ellos hayan tomado.
Siendo así, deberían preocuparnos los diferentes estudios que se recopilan en el informe de Greenpeace anteriormente citado. Por ejemplo, "se encontraron microplásticos en el mejillón común del Mar del Norte y en la ostra japonesa del Atlántico", ambas especies criadas para el consumo humano. También en el mejillón marrón del estuario de Santos en São Paulo, en Brasil y en el mejillón común de la costa de China continental.
3. Gambas, langostinos y langostas
Los langostinos no faltan en ninguna mesa navideña ni las gambas como tapa en muchos bares. O la langosta en las cartas de tantos restaurantes a orillas del mar. El plástico que contienen en sus estómagos, tampoco.
En un análisis realizado por la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) se hallaron "microplásticos en un 66% de las muestras de crustáceos analizadas, sin detectar diferencias entre langostas, langostinos y gambas, tipos de envase o estado en el que se compraron (frescos o congelados)".
Si es significativo que aquellos productos previamente pelados contenían una menor cantidad "pues al retirar la cáscara y el tracto digestivo, que se extrae unido a la cabeza, se reduce la carga de microplástico".
Todos ellos pasan de especie a especie. Así lo demuestran investigaciones en las que, por ejemplo, "se alimentaron con peces contaminados por plásticos a langostas noruegas" las cuáles se encontraban en tanques. Tan solo 24 horas después, las langostas tenían plásticos en sus estómagos. Por tanto, estos plásticos están llegando a nuestros estómagos también.
4. Sal
La Universidad de Alicante, en 2017, hizo públicos los resultados de su análisis de "sales producidas por salinas de emplazamientos representativos de todas las costas españolas". Todas ellas, sin excepción, contenían plástico en diferentes medidas, "de 60 a 280 micropartículas por kilo de sal".
Acorde a la cantidad de sal al día recomendada por la OMS (5 gramos al día como máximo), consumimos 510 micropartículas por día, según el estudio. Si tenemos en cuenta que somos adictos a la sal, y en España llegamos a ingerir 9 gramos al día, imaginaos la cantidad de plásticos que estamos tomando al consumirla: casi doblamos la estimación del estudio.
¿Cómo podemos ayudar al planeta?
Tal y como afirma AECOSAN, no hay una legislación contra los microplásticos y nanoplásticos que están contaminando estos alimentos. La Unión Europea está trabajando en políticas que regule la cantidad de basura que llega al mar para reducirla.
Es nuestra responsabilidad reducir el consumo de materiales plásticos para evitar que acaben en la basura. Algunos gestos que parecen pequeños pero en realidad ayudan enormemente a nuestro planeta son reciclar en casa e ir a compra llevando nuestras propias bolsas. Porque existen alternativas para hacer la compra de forma sostenible.