Lo bueno de escribir sobre gastronomía es que conoces muchos sitios, pruebas continuamente y al final aprendes a reconocer un mal restaurante en el momento que cruzas su puerta o al poco de sentarte.
Muchas de ellas no fallan. Algunas pueden deberse a la casualidad o un mal día, por supuesto, pero si ves estos indicios te recomendamos dar media vuelta y seguir buscando hasta encontrar otro lugar en el que comer.
Hace algún tiempo os hablamos de cuáles eran las 10 señales de que has escogido mal un restaurante. Hoy ampliamos el listado, para que podáis activar vuestras alertas.
Así podrás reconocer un mal restaurante
Se trata de una habilidad que se adquiere con el tiempo y mucha práctica. Hace falta equivocarse muchas veces para aprender y conseguir esquivar malos restaurantes. Si te ocurre esto al entrar en un local, vete:
1. Oyes gritos que vienen de la cocina
No hablo de un posible grito porque el cocinero se ha quemado o algo se ha caído al suelo. Me refiero a que dentro de esa cocina hay una discusión fuerte, que te hace sentir bastante incómodo. Llamadme cursi, pero creo que si la comida no está hecha con amor o al menos buenas vibraciones, no estará buena. Y si en la cocina hay una batalla campal liada, desde luego no puede salir nada rico de ahí. Para mí, es motivo para levantarme y marcharme.
2. Olores desagradables
Esto me ocurrió hace relativamente poco. Tenía un gran antojo de comida india, eché un rápido vistazo a los restaurantes indios de mi alrededor y uno tenía buenas valoraciones y puntuación, así que allá que fui, feliz por satisfacer mi capricho gastronómico. Llego al restaurante en cuestión, me pasan al salón y al sentarme noté la bofetada: el olor a baño se extendía por toda la sala. Y no hablo de baño limpio, no.
¿Qué hice? Me levanté, dije que había cambiado de opinión, me excusé y me fui. Con aquel olor la experiencia no iba a ser agradable. No podía haber mayor señal de que me había equivocado.
3. La carta está pringosa o poco cuidada
Es una señal de que los detalles importan poco en ese restaurante. Piénsalo: Esa carta debe ayudarte a decidir qué pedir, es el primer contacto contigo, y resulta que está pringosa o se cae a pedazos y tocarla se convierte en algo tremendamente desagradable. Mal empezamos. Aunque reconozco que, si es el único detalle que no me agrada, hago el esfuerzo y le doy una oportunidad al lugar.
4. Quien te sirve tiene las uñas sucias
¡Arg! Qué repelús da algo así. Tal vez es cosa mía y me fijo mucho. No puedo evitar mirar las manos de los camareros y camareras cuando me traen un plato. Me da igual que las tengan más largas o cortas. Lo importante es que estén limpias. Y cuando no lo están, se me quita el hambre y las ganas de seguir en ese local.
5. Que el camarero/a masque chicle
Me vais a llamar tiquismiquis pero me parece una falta de educación que masquen chicle y, además, mucha gente lo mastica abriendo la boca, así que algo podría escaparse hacia mi plato. Por norma general, de cara al público no debe hacerse.
6. En hora punta no hay nadie
A ver, de entre todas las señales esta no es la más clara, porque un mal día lo tiene cualquiera y que esté el restaurante vacío no quiere decir que sea malo. Puede ser nuevo y desconocido, o estar algo escondido, o que se esté celebrando la final de la Champions entre el Real Madrid y el Barcelona, por ejemplo. Pero a mí es algo que me mosquea y no suele ser un presagio erróneo. ¿Qué horas consideramos "puntas"? De 14:00 a 15:00 y de 21:00 a 22:00 como mínimo.
7. Si huele a pescado fuerte
Esta señal se ve de forma más clara en marisquerías o restaurantes especializados en productos del mar. El pescado fresco huele a mar, a agua salada. Si lo que detectas es olor fuerte a pescado, incluso similar al amoniaco, eso es que sus productos no son frescos. Date media vuelta y sigue buscando.
8. Hay alfombras en el suelo... y sucias
Las alfombras son un cúmulo de suciedad y ácaros. Por mucho que se les pase la aspiradora, en un restaurante no son la mejor idea de decoración porque continuamente hay gente entrando con sus zapatos de la calle y bebidas y comida en movimiento. Si ves alfombras en su suelo, dedica un minuto a examinarlas: ¿Están manchadas, sucias o con polvo? Entonces comer ahí no es recomendable. Menos aún si tienes alergia al polvo.
9. La carta es larguísima
Cuando un restaurante cuenta con una carta larguísima pueden pasar dos cosas:
1. Que la gran mayoría de los platos sean congelados o lleven algún precocinado. Imposible dar abasto si no es usando congelados, porque imagina la cantidad de productos frescos que necesitarían para abastecerse.
2. Que van a tardar mucho en servirte. Piensa en la cantidad de elaboraciones que tienen que hacer en cocina y en la cantidad de comandas diferentes que pueden tener que satisfacer.
Cuantos menos platos hay en un menú, más dominados los tendrán los cocineros y, probablemente, más frescos sean sus ingredientes. Fíjate bien en las cartas que suelen estar en la fachada del local.
10. Si se llama "Asador" y nadie sabe de dónde es la carne que sirven
Cualquier restaurante que se autodenomine "asador" debe tener un control especial sobre su carne, porque la selecciona, confía en sus proveedores, etc. A fin de cuentas, es su especialidad. Pregunta antes de sentarte de dónde les traen la carne y, si nadie sabe responderte, diles adiós.
¿Vosotros contáis con un listado de señales para evitar un restaurante?