El sector de los invernaderos solares, ubicado principalmente en las provincias de Almería y Granada, genera un total de 110.000 puestos de trabajo, es decir, el 24,8 % del empleo agrícola andaluz. De esta masa laboral, 78.000 trabajadores están relacionados con las explotaciones agrícolas (cultivo, riego, recolección, etc.), 24.000 con las comercializadoras (manipulación y distribución) y 8.000 con empresas agrícolas auxiliares (semilleros, fabricantes de plásticos, embalajes, maquinaria agrícola, control biológico, control ambiental, etc.). Así se desprende de la “Radiografía del empleo en los invernaderos solares”, realizada por el programa europeo Cutesolar: cultivando el sabor de Europa en invernaderos solares.
Una característica importante de los invernaderos solares es su capacidad de generar empleo estable, pese a la importancia que, desde siempre, han tenido los temporeros en las tareas agrícolas, fundamentalmente, en los periodos de recolección de cultivos. De este modo, de los trabajadores empleados en los invernaderos (78.000), un 68% corresponden a empleos fijos.
Modelo de agricultura familiar
En contra de lo que se suele pensar, la superficie invernada en estas provincias no se corresponde con la imagen de grandes latifundios, sino que su propiedad está en manos de pequeñas estructuras familiares que contribuyen a generar una actividad económica cohesionada que fomenta el emprendimiento, la cooperación, la igualdad y el compromiso de preservar los recursos naturales y el medioambiente. En concreto, las 36.000 hectáreas invernadas están gestionadas por 14.500 familias, con una media de 2,3 hectáreas de tierra por empresa familiar.
El entorno empresarial elegido por los propietarios se basa bien en un sistema asociativo o cooperativo (sociedades cooperativas y sociedades agrarias de transformación, SAT), bien en empresas de comercialización local (como alhóndigas o subastas). Actualmente el 62 % de la comercialización de frutas y hortalizas en Almería se realiza mediante entidades de economía social. Ambos modelos de comercialización garantizan el acceso al mercado en condiciones óptimas porque mejoran su posición dentro de la cadena de suministro, facilitan la financiación, el asesoramiento técnico y el acceso a la tecnología.
Las empresas familiares han sido determinantes para convertir a este sector en un referente mundial en la producción de cultivos. A diferencia de otros sectores agrarios europeos, en los que el soporte de la PAC tiene un papel muy relevante –como cereales, lácteos o vacuno-, la horticultura de invernadero se ha venido desarrollando gracias a la inversión y el capital familiar, con escasos o nulos subsidios. De hecho, en Almería y Granada, las Organizaciones de Productores reciben un 1,6 % de subvenciones sobre la Renta Agraria, frente al 16,3 de Andalucía o el 21 % nacional.
Integración de inmigrantes
Esta industria es un ejemplo de recepción de inmigrantes y de su integración en la agricultura. De hecho, el 65% de los trabajadores en régimen agrario de la última campaña fueron extranjeros (de hasta 140 nacionalidades), una cifra que cuadriplica la media regional y casi triplica la nacional. Por países son Marruecos, Rumanía y Senegal los que aportan el mayor número de trabajadores a los invernaderos del sur de España, según datos del Observatorio Argos del Servicio Andaluz de Empleo.
Mayor presencia femenina
En los últimos años se ha visto una evolución en el papel de la mujer en este sector tomando un papel mucho más activo, relevante y numeroso. Más allá del papel predominante de la mujer en las tareas de recolección, manipulación y envasado, los cargos intermedios y la alta dirección de las empresas del sector cuentan cada vez más con mujeres al mando. De los 110.000 trabajadores del sector, alrededor de un 41 % son mujeres, de las cuales, un 30 % se ocupa en tareas agrícolas en fincas, un 70 % en empresas de comercialización, a todos los niveles, y un 30 % en puestos de asesoría técnica donde se requiere educación superior.
Principales magnitudes del sector
Los invernaderos solares del sur de Europa, ubicados en Almería y la costa de Granada, producen al año 4,5 millones de toneladas de las hortalizas más consumidas (tomate, pimiento, calabacín, pepino y berenjena) y abastecen a más del 47 % del mercado interno y al 50 % de los mercados europeos, llegando a superar el 60 % durante los meses de invierno, cuando la producción continental no es viable debido a las bajas temperaturas.
El 75 % de la producción se destina a la exportación, en su mayoría, a Alemania (32 %), Francia (16 %), Reino Unido (12 %) y Países Bajos (11 %), lo que sitúa a España como uno de los principales proveedores de hortícolas dentro de la Unión Europea.