Quien tiene un tablao flamenco, tiene un tesoro. Y si a ese escenario le acompaña una propuesta gastronómica digna de estrella Michelín, la experiencia promete. Quien ha pasado por él, lo sabe. Y es que el Corral de la Morería se ha convertido en refugio de muchos: de los que añoran la magia del duende flamenco; de los que se quieren dejar seducir por la elegancia de la cocina vasca cuando se fusiona con el sur y de los amantes de los vinos de Jerez. También, recientemente, se ha convertido en la primera parada que recomienda el New York Times cuando se visita Madrid.
"Como destino artístico de referencia, Madrid tiene poco que demostrar", sentencia al inicio de su reportaje el redactor del The New York Times, Andrew Ferren, que ha vivido 20 años en Madrid.
A continuación, comienza a citar una serie de paradas que sitúan la capital en una posición de prestigio dentro del mundo artístico y cultural: salas de exposiciones, museos con historia y flamantes hoteles que comenzaron a abrirse tras la pandemia está revolucionando el panorama hotelero.
Y como la gastronomía también es cultura, al igual que el arte que envuelve el flamenco, su música y su baile, el periodista no duda en proponer el Corral de la Morería como parada ineludible en las 36 horas que plantea de estancia en la capital.
En pocas palabras, se trata de "un tablao flamenco tradicional con un factor poco tradicional: un restaurante con ocho plazas y una estrella Michelin".
Esa estrella Michelín les llegó en 2018, con la cocina capitaneada por el cocinero vasco David García, culminando así un sueño tras el duro trabajo persiguiéndola, ofreciendo una propuesta gastronómica que hiciera justicia a la artística.
Hace casi un mes el restaurante gastronómico se alzaba con tres Soles Repsol, lo que lo convierte en el único tablao del mundo en lograr la máxima distinción de una guía gastronómica. Su menú degustación Gargantúa, con el que ha arrancado nueva temporada este año, es una otra gran demostración de la buena mano del bilbaíno en la cocina.
A cargo de la sala y la bodega se encuentran otras tres piezas clave para el Corral de la Morería, comenzando por Armando del Rey que dirige un servicio impecable — tanto dentro del gastronómico como fuera en el tablao, donde la elegancia se funde con el arte de la discrección—, junto a su hermano Juan Manuel del Rey, ambos hijos de Manuel del Rey, quien abrió el Corral en 1956, ambos custodian la bodega de jereces más importante del mundo.
Completa ese trío dinámico Santiago el sumiller Santi Carrillo, cuyo desparpajo y atención llenan la pequeña sala de apenas ocho sillas con las que cuenta el estrella Michelin.