La alimentación tiene un claro impacto sobre la salud y el bienestar, siendo un factor de riesgo especialmente relevante a la hora de padecer enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de diabetes o de cánceres, entre otras patologías.
El cambio de hábitos de alimentación y de vida ha hecho que en los últimos años las tasas de obesidad y de sobrepeso crezcan de forma alarmante a nivel global. Las razones por las que una persona o una familia optan por unos alimentos u otros son complejas y multifactoriales.
Un programa para combatir las barreras alimentarias
Por eso, de la mano de expertos y organizaciones que conocen de primera mano las necesidades de las familias, Dia ha decidido asumir el compromiso de abordar las barreras que encuentran las personas para llevar una alimentación saludable en cada uno de los países en los que opera a través de su programa Comer mejor cada día, una iniciativa que tiene como objetivo contribuir a mitigar esas barreras y facilitar que una alimentación de calidad esté al alcance de todos.
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El programa está dirigido a todas las personas que deseen seguir una alimentación saludable y pivota sobre tres ejes: accesibilidad, garantizando que los alimentos estén al alcance de todos, geográfica y económicamente; el conocimiento, a través de la divulgación de consejos y recetas que ayuden a llevar una dieta equilibrada; y la frecuencia, es decir, ayudar a las personas a consolidar unos buenos hábitos alimenticios.
Un estudio realizado por la Universidad de Zaragoza
Para impulsar este eje de conocimiento, la compañía ha contado con el apoyo del grupo de investigación Growth, Exercise, Nutrition and Development (GENUD) de la Universidad de Zaragoza, junto al que ha desarrollado recetas, consejos y trucos, e identificado un listado de alimentos de alta densidad nutricional que, presentes en el surtido de Dia en distintas presentaciones (frescos, congelados o en conserva), permiten a una persona componer un menú saludable para cada día, fácil, rápido y a un precio asequible.
Para realizar el estudio, 66 personas de entre 3 y 69 años registrados en el programa de extrema vulnerabilidad de Cruz Roja Zaragoza recibieron una ayuda económica en forma de tarjetas-monedero canjeables en las tiendas Dia. Esta medida permitió a los investigadores medir el impacto de la variable económica a la hora de realizar la compra, ya que los participantes conocían el presupuesto que tenían disponible y elegían cómo lo gastaban.
Durante los tres meses que duró la intervención, 34 de estas personas contaron además con apoyo para la confección de menús y recetas saludables, participaron en talleres de alimentación y tenían a su disposición un grupo de WhatsApp donde consultar las dudas sobre alimentación que pudieran surgir en su día a día. El otro grupo solo recibió la ayuda económica para hacer su compra de alimentos en las tiendas Dia.
La experiencia, que se desarrolló a lo largo del último trimestre de 2021, incluyó el seguimiento de varios parámetros en la salud de las 66 personas como el índice de masa corporal o mediciones como el perímetro de la cintura, la presencia de ácido úrico en sangre, el nivel de colesterol o la presión arterial, entre otros indicadores.
Además de su estado de salud, los investigadores analizaron cómo eran los hábitos alimenticios de estas familias tomando como referencia el grado de adherencia a la Dieta Mediterránea, dieta y estilo de vida que presenta tasas más bajas de enfermedades cardiovasculares.
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Las conclusiones del estudio apuntan a que la educación y el acompañamiento son la clave para la mejora de los principales indicadores de salud, subrayando el complejo reto que supone la adquisición de hábitos de alimentación saludable, más allá del presupuesto familiar.
“Aunque todos los intervinientes recibieron ayuda suficiente para mantener una alimentación equilibrada, algunas personas mantuvieron hábitos alimentarios no saludables”, explica Isabel Iguacel, investigadora de la Universidad de Zaragoza.
La percepción de que los alimentos sanos son más caros “es un obstáculo importante para seguir una dieta equilibrada, sobre todo en los grupos vulnerables”, explica el estudio realizado por la Universidad de Zaragoza, publicado a finales de 2022 en la revista científica Nutrients , que observa una mayor probabilidad de que las personas elijan alimentos poco saludables por su proporción de azúcares, grasas saturadas sal y/o alcohol debido no solo a los reclamos publicitarios, sino a sus precios y descuentos.
“Existe una barrera psicológica importante en la percepción y comprensión de lo que es una alimentación saludable. Durante la intervención vimos que, a pesar de contar con un presupuesto suficiente para comprar alimentos frescos y otras opciones saludables, la educación en aspectos nutricionales y otros factores como la salud mental o es aislamiento geográfico hicieron que estas personas no modificaran sus hábitos”, agrega Iguacel, que reconoce que este tipo de intervenciones requieren, además, plazos más largos para generar un cambio de hábitos alimenticios duradero y consistente.