Algo se muere en el alma cuando un bar se va, sobre todo al tratarse de uno que ha dejado huella y es difícil borrar. Pero la vida sigue y la vida pasa y esa es precisamente la alegoría de la historia de Mercatbar: el gastrobar de Quique Dacosta que abrió camino a la consolidación del chef extremeño (valenciano de adopción) en la capital del Turia, un camino que, ahora tras alcanzar su meta, llega a su fin.
Ha echado el cierre, bajado la persiana, apagado sus fogones y puesto punto y final a una historia que comenzó en 2010 y en sus 13 años de duración se ha hecho ganado una buena y reconocida plaza dentro del sector. Llegaba con el sello Dacosta, y esa es una de las mejores cartas de presentación: el chef ya contaba con sus tres estrellas en Denia y su afán se centraba en acercar la alta cocina a un público más numeroso.
El concepto era tan sencillo como atractivo: tapas valencianas con guiños de aquí y de allá que se sirven en la barra de un restaurante al estilo de un mercado de abastos, con cocina abierta y terraza. Una incursión desenfadada en lo que pretende ser cocina sofisticada, siempre con el mejor producto y la creatividad por bandera.
La idea fue buena, la ejecución mejor. Nacieron aciertos en forma de trampantojo como su icónico huevo Kinder xxl, ¿quién dice que no a un Qiqe sorpresa de postre? Todo un clásico, como la coca de berenjena a la llama y atún marinado en alga nori, pizza fría crujiente en versión putanesca con tomates semi secos y anchoa y, cómo no, el cubalibre de foie.
En fin, una carta que venía ejecutando con tesón Diego Álvarez, que permitía dinamismo y evolución y que ha sabido adaptarse a los ritmos del mercado, hasta llegado el momento de la retirada, y ya se sabe que a veces una retirada a tiempo es una victoria. "Mercatbar ha cumplido un ciclo. Durante muchos años nos ha hecho realmente felices, incluso ha marcado tendencia en propuestas de cocina en mercado", señalan desde el grupo.
Este aterrizaje de Dacosta en Vaència no vino solo, poco después le seguirían otros fructíferos proyectos que han dado mucho que hablar de manera conjunta e independiente: Vuelve Carolina, Llisa Negra y, por supuesto, El Poblet, que tan bien defiende Lluis Valls desde la cocina y que brilla con sus dos estrellas Michelin en el corazón de la Ciudad del Turia. Un imperio que Dacosta ha construido en poco más de 10 años con la solidez suficiente para que perdure por otros tantos en pie.
Aún así, a pesar del cierre, la máquina no para:"Ahora ya estamos trabajando para crear una nueva propuesta adaptada a las necesidades del grupo, que necesita de músculo en otras líneas de negocio debido al crecimiento que hemos experimentado en los últimos años".