Hay lugares que se convierten en templos ensalzados por el producto al que rinden pleitesía, logrando que sea ese plato de la carta el reclamo para visitarlo, más allá que el propio lugar en sí. Es el caso de Motrikes, un bar en el Casco Viejo de Bilbao de la calle Somera al que le cuesta pasar desapercibido: todos en la zona lo señalan con el dedo y el aroma que se escapa por su puerta hace inevitable que no acudas a la llamada de su champiñón.
Motrikes es una parada con solera ineludible para ir de txikiteo (o de poteo) cuando se recorre el corazón de la ciudad del Nervión. Sus 'txanpis' llevan haciendo historia desde casi medio siglo: comenzaron con sus anteriores propietarios, quienes inventaron esa salsa secreta que los acompaña, y continuaron con los actuales, tras la gestión desde hace 17 años, que desde que abren hasta que echan el cierre los despachan sin parar.
¿La receta? Parece no tiene mayor misterio, pero tampoco la comparten. Champiñones que se han limpiado, y cuyo tallo se ha cortado, que aterrizan frescos y a pares en la plancha, dejando que el fuerte calor que desprende haga su magia. Tras unos breves minutos llega hasta la barra con un toque picantito sobre una rebanada de pan y su palillo, pintxo tenía que ser. Cuidado con tirarse de cabeza, esos 'txanpis' se mantienen calentitos por un rato, así que por duro y tentador que resulta habrá que practicar la paciencia.
No es lo único que circula por la barra, aunque sí lo más solicitado. En su vitrina también se exponen otros clásicos que forman parte de la idiosincrasia de los pintxos vascos. Están los cuartos de sándwich de atún, otros que combinan morcilla a la plancha con huevo de codorniz, diferentes canapés de bacalao, algunos con pimientos y otros con cebolla. Y, por supuesto, no faltan las gildas, las clásicas con piparra, aceituna y anchoa, pero también otras banderillas que combinan otros ingredientes.
Con caña o zurito en mano todo pasa mejor, incluidos los 'txanpis', pero de eso va el pintxo-pote. De eso este templo sabe mucho, y por eso ha sido uno de los elegidos para formar parte de la familia de Soletes Repsol, con la nueva lista que publicaba recientemente la Guía Repsol donde premiaba a esos bares que convierten en especial la ciudad. Conviene visitarlo con calma, son muchos los que peregrinan en hora punta al calor de la llamada de ese señor champiñón.